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La existencia de la representación proporcional en nuestro sistema político fue concebida como un mecanismo para corregir la sobrerrepresentación partidaria en los cuerpos legislativos mexicanos, dando espacios a las minorías, donde los institutos políticos que no logran ganar curules en las cámaras o congresos locales durante una elección tienen acceso a los escaños legislativos para hacer contrapeso a las mayorías.

Durante muchos años, los partidos políticos que lograban posicionar representantes por la vía proporcional postulaban por este principio a quienes pudiesen ser catalogados como sus mejores cuadros. Esto ocasionó el origen de grandes tribunos, que lograban contrastar o poner freno algunos de los disparates legislativos que buscaban imponer las mayorías dominantes. Pero también generó un puñado de incondicionales a las dirigencias partidistas que llegaban a estas posiciones por la camaradería y sumisión más no necesariamente por ser los mejores cuadros vigentes o emergentes.

En la actualidad, existen voces que claman por la desaparición de las posiciones plurinominales bajo el argumento que no se someten de manera directa al juicio de las urnas, no rinden cuentas a sus electores, sino a las castas en turno en las dirigencias partidistas.

Por otro lado, es una realidad que en algunos estados de nuestro país los partidos políticos no han realizado los esfuerzos necesarios para poder constituirse como mayorías, y solamente se han conformado cómodamente con la reducida representación proporcional, esto ha tenido como consecuencia estructuras reducidas que poco han logrado articularse con la sociedad, y que viven más preocupadas por quién del club de Toby se puede allegar de los ínfimos escaños plurinominales.

Sin duda, desaparecer las plurinominales puede ser un riesgo, pues se acabaría con los contrapesos que el país necesita en esta coyuntura de partido hegemónico, de lo contrario seremos rehenes de las ocurrencia y locuras de Morena.

El gran pendiente es que los partidos políticos no han logrado esquematizar procesos para que en realidad lleguen los mejores cuadros, y que estas asignaciones puedan representar hasta la misma diversidad interna que de cada instituto político, y no solo se realice la graciosa asignación sobre los supuestos leales, sumisos y los mismos de siempre.

Si en Acción Nacional no entendemos que debemos presentar nuevas caras de vista al proceso electoral de 2021, no estaremos entendiendo que la sociedad no recibirá mensaje alguno de que estamos dispuestos a ser diferentes, pues lo que pulula en el ambiente es que todos los políticos son iguales sin importar los colores que representan. El frenar la llegada de nuevos cuadros sólo refrendará en el pensamiento colectivo que no nos adaptamos a una realidad y clamor de quienes dan vigencia al sistema político; es decir, los electores y no los políticos encumbrados.

Asimismo, hoy quien quiera buscar una diputación plurinominal por el PAN debe estar dispuesto a dar la batalla paralelamente en una candidatura de mayoría, de tal forma que su llegada tenga un reconocimiento a su colaboración colectiva de triunfo para el partido, para disipar en los militantes y simpatizantes ese mal sabor de boca de que todos trabajan, pero sólo un puñado obtienen las posiciones. Sin duda esto no gustará a las castas políticas acostumbradas a las negociaciones en la mesa y a vivir por la inercia de los cargos pasados.

En el Partido seguiremos casados o unidos hasta que la muerte nos separe, o las plurinomales lo hagan.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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