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Introducción
Una de las situaciones cotidianas por las que la sociedad actual se caracteriza, es la discrepancia entre estar y no estar en el momento presente que mantiene una interacción o interlocución con las personas. Las redes sociales y la cantidad de información que se genera a un ritmo vertiginoso, hacen del comportamiento humano un esquema de imaginario individual y colectivo en donde la idea es dispersa y la conciencia remota. Así, se desarrolla una generación que reinventa sus realidades, huyendo y negando su realidad absoluta, su base de origen: la necesidad básica de respirar bien.

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Respirar es tan cotidiano para el ser humano que se nos ha olvidado lo vital que es para la vida. Nada es más valioso que el oxígeno que entra por la nariz y llega hasta nuestro cerebro y cada célula de nuestro cuerpo.

El valor del oxígeno es más alto que el oro en sí, o del llamado oro negro. Nada puede surgir sin que el oxígeno haga su labor en cada parte de nuestro cuerpo. Hoy, en esta modernidad, las enfermedades más peligrosas tienen sus orígenes en la mala oxigenación, dando como resultado la oxidación.

Las personas están acostumbradas a respirar sin saber que respiran, el máximo grado de conciencia que tiene al respecto es cuando huelen un mal olor, acto respiratorio más superficial que puede tener el ser humano.

Podríamos enumerar toda una serie de consejos anatómicos para discernir la importancia del buen respirar, sin embargo, me enfocaré en algo que talvez te llame la atención más: el éxito del ser humano resultado de respirar bien.

Cuando analizas la vida de personas exitosas – empresarios, deportistas, líderes espirituales, artistas famosos y más-, te darás cuenta que existe una relación colateral de su éxito con la respiración.

En el entrenamiento de los astronautas lo primero que comienzas a trabajar es su ritmo cardíaco, basado en la correlación de la presión arterial con la altura y que no es otra cosa que el nivel de oxigenación y su reducción. Los grandes deportistas les enseñan a respirar para llevar de manera adecuada el aire a sus pulmones y así aguantar más la carga deportiva, además en la medicina moderna les enseñan una serie de ejercicios respiratorios para inducir de mejor manera el aire a ciertas áreas del cuerpo, así como también, para reducir el estrés en tiempos de presión, lo mismo sucede con los grades oradores o los cantantes que de acuerdo como controlen y concentren el aire es la cantidad y calidad de la voz. Los grandes líderes espirituales tienen una disciplina para respirar, de tal manera que les permite alcanzar cierta concentración para su tiempo de meditación, además se dice que se puede sanar ciertas áreas del cuerpo con una respiración inteligente basada en sacar y meter el aire en intervalos de tiempos simétricos.

Como verás, la respiración no es solo un método natural de vida simple, el buen respirar te lleva a una vida extraordinaria.

Pasemos de la necesidad de la respiración en el plano terrenal, al acto sublime en lo espiritual.

La presentación tan eficaz del mundo de los primeros monjes, que nos ha ofrecido el profesor Massimo Baldini, me lleva a afirmar en modo más específico sobre una expresión que es también un estilo de vida proveniente del primer monaquismo y que, en cierto modo, lo precede una forma perteneciente al lenguaje de la mística: “respirar a Dios”, concisa expresión que hace su primera aparición, que yo sepa, en dos menciones de la teología alejandrina.

1.- Ante todo, en Clemente de Alejandría (II-III siglo): en su obra ¿Cuál es el rico que se salva?, exhorta a “buscar sólo a Dios, a respirar a Dios, a ser conciudadanos de Dios”.

2.- Orígenes en el Comentario a las Lamentaciones dice: “los amigos de Dios respiran continuamente a Cristo, teniéndolo ante sus ojos”.

La palabra respiración va más allá del significado cuando el ser humano la lleva a la contemplación y reflexión de su significante. Respirar va más allá de la extracción del aire. La mística respiración no solo se trata de una metáfora. Si examinamos las fuentes, diremos que es la causa de la temática espiritual de la respiración.

Esto nos lleva a la relación del respiro profundo como origen de la inspiración, colocándola así en la múltiple temática de los sentidos espirituales que al desarrollarlos nos permiten vivir en plenitud.

En el cristianismo, religión mayoritaria en México, basta pensar en la tradición exegética de algunos versículos del Cantar “como corramos tras el perfume del buen olor de Cristo”.

La Biblia nos presenta un importantísimo acto de “insuflación” creadora y recreadora de Dios, en San Juan 12, el Salmo 118, la celebración de la Ley de Dios dice: He abierto la boca y respiré y deseo tus enseñanzas.

“Espíritu”, “Soplo”, técnicas específicas de la respiración en relación a la oración, pero también en la meditación.

En la India se pueden encontrar técnicas semejantes remotas de la respiración conectada a la plegaria. En el Upanisad leemos que el yogui debe reclinar la cabeza hasta que el mentón apoye sobre el pecho, debe inspirar, retener el aire cuanto pueda y luego expirar, para favorecer la concentración, el retorno a la interioridad, la meditación y si hay una apertura a lo trascendente, la oración.

El acto de respirar manifiesta el acto de conciencia del individuo, por ello es lo primero que hacemos al nacer y es lo último que hacemos en nuestras vidas, después de ahí, sigue la muerte.

Para terminar con esta entrega, no quiero dejar pasar las palabras de Swami Saradananda, profesora de meditación y yoga; quien fuera editora de la revista Yoga Life y directora de los centros Sivananda Yoga de Nueva York, Londres y Delhi.

“Las personas han ignorado por años el arte de la buena respiración que está abierta a toda clase de personas, de cualquier condición y capacidad física. La correcta respiración tiene que ver con el conocimiento del prana, la fuerza vital que nos permite saber y entender la respiración, como uno de los procesos primordiales del cuerpo, reconociendo que el poder de esta no tiene límites, potenciando la autoestima y la capacidad de concentración, reduciendo el estrés y la ansiedad, mejorando la calidad de la voz y reduce el dolor físico y curando enfermedades”.

Todo esto al principio y al final, aumenta la confianza del individuo. El complejo y al mismo tiempo básico vínculo que existe entre la respiración y la plenitud del ser, permite saber que la inspiración procede de un suspiro y el suspiro de un respiro; fuente inagotable de vida y de conciencia.

El respirar bien, entonces no sólo nos da vida, nos permite también pensar bien, con pensamientos claros, inmediatos y correctos; nos permite sentir de manera empática, sensible y moderada; nos permite actuar de manera rápida, correcta y objetiva.

Un respiro que nos da vida y la oportunidad de pensar, sentir y actuar; una trinidad llena de armonía que nos permite alcanzar un estado de conciencia y vivir en conciencia es hacer una respiración profunda, forma sencilla de mejorar tu vida y la de los demás, pues nos ayuda a calmar la agitación, el estrés y la ansiedad, síntomas que provocan las enfermedades físicas y mentales y hacen del individuo un sujeto sedentario, huraño e intolerante.

Tengamos entonces una mejor vida y conectemos más con uno mismo y los demás, al fin y al cabo, el aire que respiramos es libre y compartido.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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