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“El sometimiento de la política a la ética es una radical afirmación del partido.” Carlos Castillo Peraza.

Es entendible que un partido político aspire a ganar, o a recuperar cuando se han perdido, los cargos de representación popular desde donde se conducen los destinos sociales. Resulta incomprensible que para ello recurra a conductas de insinceridad política que acreditan que busca conseguir ese objetivo al costo que sea, y por encima de quien sea. El panismo local ha emprendido la campaña electoral 2021, tomando el difícil sendero de apostar por la desmemoria histórica de los poblanos sobre los acontecimientos políticos, económicos y sociales que marcaron el ejercicio del poder público de los gobiernos emanados de sus filas. Sus voceros pregonan que recuperará los gobiernos de la ciudad y el estado, poniendo en ello todo su empeño. Piden destitución de funcionarios, acusan mal ejercicio de gobiernos, se asumen perseguidos políticos, defienden la privatización del agua, culpan a otros de la inseguridad pública, etcétera. Sus planteamientos políticos no reflejan una sana práctica de la autocrítica ni del análisis integral de la problemática social que enfrenta Puebla.

En estos días decidieron hacer referencia al problema de los presos políticos generado durante la administración del exgobernador Moreno Valle. Si los funcionarios de esa administración, con desfachatez, recurrieron a la cantinela: “En Puebla no existen presos políticos”, como modalidad discursiva de la represión gubernamental hacia los presos políticos, al negar su existencia estando tras las rejas; ahora, ese mismo problema vuelve a la palestra traído por el panismo, que lo trata no con el respeto y ánimo de justicia que deben merecer las personas que, sin cometer delito alguno, fueron llevadas a la cárcel solamente por sus diferencias políticas con el gobernador; sino con expresiones verdaderamente lamentables que continúan mostrando desdén por los sucesos, desconocimiento del problema, menosprecio por las personas e intención de arrojar el tema al olvido o, por lo menos, limarle las asperezas dictatoriales que lo caracterizaron; todo, en su afán de retornar y retomar el poder político perdido.

No muestran un discurso de análisis y diagnóstico sobre la problemática social de la entidad, ni del proyecto político social que ofrecen a los poblanos para solucionarla, en caso de volver a ser gobierno; prefieren recurrir a la crítica exacerbada de problemáticas especialmente sensibles que afectan y lastiman a la población como la inseguridad pública y la falta de mantenimiento a la ciudad, mediante esquemas discursivos con los que pretenden deslindarse de responsabilidad en la generación y permanencia de tales problemáticas. Están más dispuestos a cifrar sus posibilidades de triunfo electoral, no en su proyecto político, sino solo en confrontar y desgastar la imagen y acción gubernamentales.

Las declaraciones mediáticas vertidas por los miembros del Comité Ejecutivo local del PAN son sobradamente ilustrativas (https://www.facebook.com/elinformantepueblamexicoelmundo/videos/521347958648563/). Por un lado, la presidenta enfatizando “Alto a la soberbia y al rencor…Los gobernantes deben apostar a la gobernabilidad democrática, a la mesura, humildad, al respeto por el disenso y a la urbanidad política…”; elocución que, lógicamente, debe suponerse descriptiva de las virtudes de los gobernantes panistas o, en especial, de Moreno Valle; y, por otro, el secretario Francisco Fraile, mostrando su menosprecio al problema de los presos políticos mediante la minimización: “se reducen a uno o dos”; la justificación: “los demás presos tenían asuntos pendientes con la autoridad”; hasta llegar al pitorreo con un ridículo discurso de redentor, acompañado de amplia sonrisa, al referirse al caso de Francisco Castillo Montemayor: “Aah, ¿quieres que lo redima? No hay problema, lo redimo. Redimido”.

Acuden, así, al discurso de más difícil comprensión, el basado en el absurdo y la arbitrariedad argumental: “Este hombre (Castillo Montemayor) tenía algunas cosas que aclarar; las aclaró en el proceso”. Este lenguaje, justificante de la prisión política, no ayuda al debate civilizado de las ideas pues es utilizado para negar una realidad vivida. Un discurso de contraste, entre la relajada sorna con que tratan el asunto de los presos políticos buscando diluir el peso de responsabilidad social que tuvo el abuso de poder practicado en ese periodo; y la solemnidad y airada indignación con que reclaman los dichos cuasi clericales del gobernador sobre el castigo divino.

El pasado 8 de septiembre, el Comité para la Libertad de los Presos Políticos y contra la Represión Social en Puebla, manifestó públicamente su postura pidiendo castigo a los abusos cometidos por funcionarios que, en ejercicio indebido del servicio público, incurrieron en conductas constitutivas de delito sancionadas por el código penal, al encerrar en prisión a personas que no cometieron ningún delito. A pesar de existir las sentencias judiciales definitivas que confirmaron la inexistencia de delito y, con ello, la injusticia de su encarcelamiento; los ex presos políticos enfrentan ahora la condena sumaria que les ha impuesto el panismo en voz del señor Fraile, con afirmaciones que evidencian una idea poco clara o desconocedora de las problemáticas política, social y jurídica subyacentes a la cuestión de los presos políticos.

Con la minimización de un problema tan grave, pretenden una especie de amnistía social como base de la justificación y envío al olvido de tales atropellos. Sin embargo, tales afirmaciones constituyen un insulto público para aquellas personas que se vieron agraviadas por el hostigamiento, persecución, procesamiento penal y prisión injustificados que se impusieron como método privilegiado de gobierno. Supongamos, con el señor Fraile, que solo hubiesen sido uno o dos los presos políticos en ese sexenio; que sabe la injusticia que rodea la prisión de las personas por motivaciones políticas; y que conoce, o por lo menos puede imaginar, el sufrimiento que aqueja al preso, su familia y amigos sabiendo a un inocente preso; así como las afectaciones de salud física y emocional, la merma patrimonial para sufragar los costos de defensa legal y todas las demás penurias que arrastra un hecho de esta naturaleza. Supongamos, finalmente, que cuando alude a uno o dos presos políticos, sabe de quiénes habla; supo que estuvieron presos por motivos políticos, y que no hubo delito. ¿Cuándo el panismo y el señor Fraile elevaron su voz para pedir un alto al comportamiento arbitrario del gobierno emanado de sus filas? Quizá tuvieron presente que de haberlo hecho, habrían ido a engrosar las filas de los presos, procesados y perseguidos políticos, hombres y mujeres, que sí se atrevieron a hacerlo y padecieron las consecuencias. ¿Así piensan ganar votos?
Heroica Puebla de Zaragoza, a 26 de octubre 2019.
José Samuel Porras Rugerio

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