Por Jesús Manuel Hernández

Una serie de complicidades empieza a aparecer en torno a cómo es que el Gobierno de Puebla en tiempos de Rafael Moreno Valle se obsesionó por traer la planta de Audi y cómo despertó una ambición de parte de Pablo Rodríguez Regordosa por tener la primera o segunda Q5 fabricada en Puebla.

Las investigaciones que empiezan a ser reveladas omiten por desgracia los asuntos internos, aquellos que provocaron el primer gran sisma en el reducido grupo que rodeaba al gobernador. Fue la gota que derramo el vaso para el rompimiento con su Secretario de Gobierno, quien advirtió del gravísimo problema y el enorme costo que significaría la instalación de la planta.

El capricho de tener una inversión automotriz, alemana, por cierto, era una especie de obsesión en la cabeza del mandatario, su ferviente admiración por todo lo que pareciera, supiera o fuera, de procedencia alemana, le llevó a imaginar dónde colocar la planta, sobre el escritorio, sin importar el precio a pagar por ese capricho.

Y en el camino hubo cómplices cooptados o convencidos. Y ahí apareció la figura de Pablo Rodríguez Regordosa entonces titular de la Secretaría de Competitividad, Trabajo y Desarrollo Económico, entidad responsable de la promoción de traer Audi a Puebla.

Moreno Valle enfrentaba el conflicto con su cuñado y con algunos más que advertían el conflicto de encapricharse con el tema. Fiel a sus costumbres el gobernador jamás se comprometía con un documento firmado que le resultara una carga en el futuro, máxime cuando su proyecto era ser Presidente de México, y para ello necesitaba de “compañeros de viaje”, ambiciosos que se apostaran con él en una aventura bajo la promesa del reino de los cielos en la tierra.

Y Pablito era el personaje ideal. Cuando se prepararon los documentos del llamado “Contrato de Desarrollo” apareció que ni mandado a hacer Pablito a quien a partir de ese momento Rafael le llamaba en la intimidad como “el débil mental” debido a que admiraba, apoyaba y firmaba todo lo que le pasaba; la admiración hacia el gobernador, era, según los cercanos, excesiva.

Así Pablo se responsabilizó de todos los trámites e incentivos a partir del 22 de agosto de 2012. Ofrecer la tierra a los alemanes, sin tenerla aún en propiedad, el financiamiento de las obras, la dotación de servicios, los beneficios fiscales, la inversión para un centro de capacitación, unos 40 millones de dólares; los viáticos por 7 millones de dólares para 500 personas en el extranjero, el apoyo con CFE para el tendido de red eléctrica, 184 millones de pesos, etcétera.

Las investigaciones empiezan a ofrecer resultados, la relación de Pablo Rodríguez con la empresa Malawi, la especulación de la tierra, la cooptación de actores de la política para mover la tierra, el crecimiento del huachicol en la zona, y un sinnúmero de asuntos que comprometen a unos y a otros.

A partir de la construcción de una residencia en el clúster 555 de Lomas de Angelópolis, los ojos de los investigadores empezaron a observarle.

Con la muerte de Rafael Moreno Valle, los vínculos quedaron sueltos, Pablito no tiene padrino, no tiene quien le soporte políticamente. De ahí, que se suma a Roberto Moya Clemente en la dupla de funcionarios del morenovallismo bajo sospecha y sin quien nadie los proteja.

O por lo menos, así me lo parece.

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Video en: https://youtu.be/bE5g7zrr4Gg

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