Por Carlos Ramírez

La crisis de organización del partido Morena era previsible desde su fundación: su dependencia absoluta de la figura del líder López Obrador y su necesidad para construir una bancada mayoritaria sistémica para los cambios institucionales. Esta contradicción entre un liderazgo personal y una estructura de tribus está llevando a ese partido al colapso interno antes de tiempo.

Aunque pudiera sonar paradójico, al presidente López Obrador le conviene tener un partido en crisis. El modelo de liderazgo político de las conferencias mañaneras no necesita un partido que representa corrientes, facciones, tribus o representaciones sociales. Sin embargo, las decisiones y el estilo personal de gobernar de todos modos requieren de una estructura de representación política para ser funcional y no ahogarse en el embudo presidencial.

Si se necesitaba un dato para establecer el criterio de que no ha habido cambio de sistema, cambio de régimen o cambio de Estado, ahora la crisis en el parido Morena-Senado dibujaría las limitaciones del sexenio actual: las reglas políticas tienden a sobreponer las contradicciones de una sociedad plural a los estilos personales de gobernar para construir crisis inevitables. Así le ocurrió a Luis Echeverría, a José López Portillo y a Carlos Salinas de Gortari.

El problema del partido Morena-Senado no se localiza en las rabietas de Martí Batres Guadarrama frente al estilo de la política por nota –dirían los clásicos de la política a la mexicana– de Ricardo Monreal Dávila, sino en el fracaso de Yeidckol Polevnsky como presidenta del partido por su estilo canacintro de manejar el partido cono pequeña o mediana empresa. Su tarea fundamental estaba en construir un partido político a partir de las reglas de la ciencia política. Al final, quedó en una réplica grotesca del estilo lopezobradorista de liderar.

A Monreal le salió todo, hasta la esperada pataleta de Batres. Enojado, Batres parece perredista denunciando a sus compañeros. Reponer el proceso reventaría la unidad partidista construida por Monreal para los planes del presidente de la república que van más allá del estilo tribal-perredista de Batres. Lo que diferencia a Monreal y Batres es la forma de hacer política o de liderar una bancada como si fuera facción de grupo universitario.

El fondo de la crisis del partido Morena en el Senado corresponde al año perdido por Polevnsky para armar un partido real. Hasta la crisis en el Senado, la presidenta del partido Morena sigue sin entender la función de la organización partidista ni ha aprendido a liderar un partido.

Las opciones de Palacio Nacional son pocas: o acepta el mensaje político de Monreal sobre una bancada partidista funcional al proyecto presidencial o un liderazgo de asamblea estudiantil sólo para un poder personal local. En este dilema el relevo en el partido Morena queda subyacente del proyecto lopezobradorista: los liderazgos personales desgastan si no existe una estructura partidista funcional al ejercicio centralizado del poder. Así fue con el PRI y por eso duró tanto tiempo.

Las limitaciones del liderazgo lopezobradorista –sexenal, sin reelección ni prórroga del mandato– y el peso de la edad –71 años al terminar el sexenio– trasladan al partido Morena las posibilidades del proyecto de López Obrador. Lo entendió a destiempo Plutarco Elías Calles, lo previó Lázaro Cárdenas al construir un partido para el sistema de manera independiente a su liderazgo personal y lo proyectó con astucia policía Miguel Alemán al formar el PRI como la política institucionalizada de propósitos y no de personas.

De la solución que se dé a la crisis del partido Morena en el Senado dependerán las posibilidades políticas del proyecto presidencial, más allá de los acotamientos e interpretaciones coyunturales en las mañaneras. De todos los liderazgos de estructuras de poder, sólo Monreal entiende el juego presidencial transexenal. Batres no ha planteado contradicciones políticas, sino que ha escenificado un berrinche que está llevando al Partido Morena el nivel del PRD en decadencia y disolución. Y las reacciones igualmente anímicas de Polevnsky revelan un partido al nivel de propiedad personal.

Y en términos breves, el partido Morena se juega en el conflicto Batres-Monreal sus expectativas para 2021 y 2024.

¿Deveras? La afirmación del jefe policiaco capitalino Jesús Horta de que los colectivos feministas violentos van a encargarse de la capacitación de la policía de CDMX llevó el modelo policiaco local al terreno de lo absurdo y sólo demostró que tanto él como su jefa, la regenta Claudia Sheinbaum, no entienden de gestión de gobierno. Y de paso, debieron de prender las alarmas en la Secretaría federal de Seguridad Ciudadana de Alfonso Durazo Montaño, donde el modelo local policial estatal y municipal necesita de profesionalismo y no de autodefensas de género.

Política para dummies: La política es la lucha por el poder a través de cualquier vía.

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@carlosramirezh

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Periodista desde 1972, Mtro. en Ciencias Políticas (BUAP), autor de la columna “Indicador Político” desde 1990. Director de la Revista Indicador Político. Ha sido profesor universitario y coordinador...