Este viernes llegó el verano, una temporada de mucha luz, calor y vacaciones y vino acompañado con el solsticio de verano, uno de los fenómenos que ha formado parte de calendarios de culturas antiguas por lo menos desde hace 5 mil años.
Pero, ¿qué es el solsticio?
Pues bien, este fenómeno se refiere al momento del año en que el sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, por lo que el día o la noche son más largos de lo normal.
En el hemisferio norte, el solsticio de verano da pie al día más largo del año, mientras que el de invierno, a la noche más larga. Esto ocurre dos veces al año: el 20 o 21 de junio y el 21 o 22 de diciembre.
Por ejemplo, este viernes tendremos más horas de sol, aproximadamente 13 horas y 23 minutos, luego de que salió desde las 6:14 de la mañana y se ocultará o antepondrá a las 19:27 horas de la tarde.
Este fenómeno natural ha formado parte del culto de civilizaciones milenarias, pues éstas solían honrar a sus dioses solares durante el solsticio, a quienes asociaban con la luminosidad, la abundancia, la prosperidad y el bienestar general.
Como este día el sol está en su máximo esplendor, es más luminoso y fuerte, los antiguos suponían que la tierra era a su vez más fértil y abundante, lo que influía de manera positiva en las personas y en el bienestar en general.
Actualmente, estas tradiciones siguen vivas, por lo que muchos siguen celebrando este día como parte de su cultura haciendo rituales especiales para satisfacer a la estrella más grande.
En la zona arqueológica de Chichén Itzá, en Yucatán, México, sucede uno de los fenómenos más impresionantes del mundo. Por la colocación del edificio denominado como “El Castillo” respecto al sol, el costado Norte y Este se iluminan completamente, mientras que los lados Sur y Oeste quedan totalmente oscuros, un fenómeno denominado como “bisección”.
Además, el juego de luces hace aparecer la sombre de Kujulkán, una deidad maya representada por una serpiente emplumada
Fuentes: Infobae / El periódico
