“Sensaciones musicales”, un concierto que busca unir cuerpo y sonido
“Sensaciones musicales”, un concierto que busca unir cuerpo y sonido. Foto: Facebook/CapilladelArte
Sensaciones musicales
“Sensaciones musicales”, un concierto que busca unir cuerpo y sonido. Foto: Facebook/CapilladelArte

En el concierto “Sensaciones musicales”, que se ofrecerá el 19 de junio en la Capilla del Arte de la Udlap, el pianista poblano Víctor Martínez Lima busca provocar una experiencia de unión entre cuerpo y sonido para deleite de curiosos e iniciados de todas las edades.

Los asistentes podrán disfrutar de un programa ecléctico y de alta calidad, compuesto por seis piezas, que van del periodo neoclásico al contemporáneo: Sonata para violín número 21 en mi menor, de Wolfgang Amadeus Mozart; Sonata para flauta en Do mayor, de Gaetano Donizetti, y Sonata para flauta y piano, de Francis Jean Marcel Poulenc.

A estas tres sonatas, se agregan la Balada para bajo, clarinete y piano, de Eugene Bozza; el Arabesco 1, de Claude Debussy, y el preludio Bosque y Tiempo, compuesto por Martínez Lima.

De esta manera, acompañan al piano, según corresponda, los músicos Christopher Erik Salas Terán (Flauta), Rubí Bautista Ruiz (Violín) y Emma Giovanna López Gómez (Clarinete).

Fuente: Facebook/CapilladelArte

La cita es este miércoles 19 de junio a las 19:30 horas, en la 2 Norte número 6, en el Centro Histórico de Puebla. La entrada será libre, pero habrá cupo limitado.

Pese al orden cronológico a primera vista, el programa —nos comenta el autor— tiene un enfoque pedagógico que, sin pretensiones academicistas, apunta a explorar los efectos sensibles y de sentido que la música puede tener sobre el cuerpo del escucha.

La profundidad sensitiva en la sonata de Mozart, escrita en la época de la muerte de su madre; las variadas tonalidades en la de Donizetti; las texturas y armonías en la de Poulenc, así como las figuras del arabesco de Debussy.

En entrevista, el joven músico nos explica el proceso creativo de su propuesta, y cómo trabaja para provocar la sensibilidad de su auditorio durante sus conciertos:

—¿Por qué planteas provocar sensaciones musicales en tu audiencia y no, por ejemplo, emociones o sentimientos?

Víctor Martínez Lima: En mis conciertos, trato de provocar una experiencia de unión entre el cuerpo del sonido y el cuerpo humano a través de la interpretación de composiciones diversas. Para mí, las sensaciones corresponden a dicha asociación porque se dan en lo inmediato e implican a los sentidos articulados desde el cuerpo. Los sentimientos o conceptos que cada quien puede experimentar o elaborar al escuchar las piezas son derivaciones. Yo me enfoco en el cuerpo que siente y que es sentido.

Esta visión proviene tanto de mi formación musical como de mis lecturas de semiótica de la Escuela de París, disciplina humanística que tiene entre sus principales preocupaciones la construcción del cuerpo en los discursos (tanto verbales como no verbales).

—¿No se trata de una experiencia exclusiva de músicos y de difícil acceso a principiantes?

VML: El trabajo del músico consiste en transmitir de la mejor manera al auditorio lo que el compositor dejó escrito en la partitura y lo que él interpreta, con base en su habilidad y experiencia de vida. Cuando toca siente las notas. Es tocado por lo que toca y puede proyectar esa sensación en quien lo escucha, sin importar si éste tiene formación musical o no.

Esto se debe a que se desdobla y se pone como espectador de su ejecución. Una vez que domina la parte técnica de la pieza, se cuestiona si lo que está tocando es lo que quiere proyectar. Al final, la guía es el público porque en este puede haber personas sin conocimientos de música, pero logran entender el mensaje sin necesidad de que se les explique con palabras.

–¿Cómo es la experiencia del compositor que toca su obra, como en tu caso con Bosque y Tiempo?

VML: La composición nace de la improvisación, que es algo fundamental en la música, junto con la interpretación. Bosque y Tiempo nace de sentarme al piano y pasar muchas horas buscando en el instrumento algún sonido, melodía, textura. Una vez que la encuentro, le voy dando forma mediante la técnica compositiva: esto es un buen tema, esto va sonar bien para el desarrollo, esto es un buen efecto, pero está aislado.

Ahora, cuando memorizo y domino una obra de otro músico para ejecutarla siento que yo la hubiera compuesto. Cuando toco mi obra busco la sensación que la originó, a fin de dar el mensaje lo más claro posible.

—¿Hay casos en los que el compositor falla como intérprete?

VML: Sí, es algo curioso. Un pianista puede corregir al compositor encontrando elementos que éste haya pasado por alto y ejecutarlos. Como compositor, uno se siente agradecido cuando esto pasa, pues la obra, una vez escrita, deja de ser de uno mismo. Pasa a ser de cualquier persona dispuesta a adentrarse en ella. Está hecha para ser tocada mejor de lo que yo la toco. Por eso, al leer música, el intérprete halla potencialidad expresiva.

—Veo que tu programa contiene autores muy diferentes ¿Cuál fue tu criterio para seleccionar las piezas?

VML: Siempre tengo un criterio pedagógico para organizar mis conciertos, pero no busco enseñar historia ni teoría, sino mostrar al público diversos aspectos sensitivos de la música. Además, me gusta incluir a otros músicos, pues aportan variedad de posibilidades y sonoridades.

La sonata 21 de Mozart, por ejemplo, que requiere piano y violín, corresponde al periodo de madurez del autor y es una de las pocas que compuso en tonalidad menor. Tiene también una carga sentimental muy fuerte y, como es más común que la música se entienda en relación con el sentir, la elegí para abrir el concierto.

Después, la sonata de Donizetti me sirve como puente entre Mozart y lo contemporáneo, pues no está tan alejada de aquél y, por ser operística, presenta cambios de color y tonalidad dramáticos: pasa de ser muy feliz a estar muy triste en pocas notas.

Poulenc tiene armonías modales y ya no tonales (donde hay tono rector –menor o mayor–), por lo que presenta un recorrido de colores y texturas, lo cual sirve para explicar la estructura armónica.

En Bozza, lo particular es el clarinete bajo, un instrumento raro que da otras posibilidades sonoras y sensitivas, además de que remite a estructuras barrocas, pero con texturas modernas.

En el Arabesco de Debussy, con piano y clarinete, interesan las figuras que va creando, pues no busca aludir a sentimientos ni historias, sino que muestra cambios de color y textura.

Mi preludio viene al final porque en él se aplica todo lo aprendido durante el recorrido pedagógico, como si fuera un examen final. Tradicionalmente, los preludios son formas musicales que se utilizan para estudiar y dominar un instrumento. Bach, por ejemplo, los escribió para tocar una pieza en todas las tonalidades.

—Quisiera centrarme en el tema del enfoque pedagógico porque es común que en México los músicos critiquen la falta o precariedad de la educación. ¿Crees que esta actitud deriva del contexto social o es intrínseca a la disciplina musical?

VML: Creo que esta pregunta se responde en varias partes. Primero, siempre he tenido un compromiso con la sociedad. Me siento con la necesidad de devolver lo que me han dado las personas con quienes me formé como músico. Eso lo encuentro en la enseñanza de la música, acompañada de una visión crítica del mundo.

Por otra parte, creo que en nuestro país hay mucho talento, pero faltan personas que se preocupen por involucrar a otras en las artes o en las ciencias. Por ejemplo, los músicos muchas veces se preocupan por mejorar su técnica, pero no por dejarle eso a alguien más. ¿A cuántas personas les podría gustar las artes, pero no hay alguien que los inicie ni dónde hacerlo? Para disfrutar o dedicarte a las artes, hace falta que alguien te inicie, porque es muy difícil acceder a ellas sin guía.

En mi experiencia como maestro, he visto alumnos que, sin pretender llegar a ser profesionales de la música, cultivan este arte como una forma de encontrarse con ellos mismos y les cambia la vida, pero requieren práctica, esfuerzo, tiempo y un lugar para ello.

Por eso, el concierto “Sensaciones musicales” está hecho para personas que no son músicos, con quienes yo quiero ser como un guía para que perciban y sientan la música de forma distinta. Sin embargo, también creo que en él habrá cosas interesantes para los músicos.

—Para finalizar, quiero pedir tu opinión sobre la transición de gobierno que vive Puebla. ¿Qué carencias ves en el ámbito cultural y qué esperas que mejore con el arribo de la nueva administración?

VML: En Puebla, los gobiernos buscan principalmente el desarrollo industrial y económico, por lo que privilegian el conocimiento técnico y la fuerza obrera. Las artes son vistas como ocio, no como algo fundamental en la formación de la ciudadanía.

Me gustaría ver alguna solución o proyecto que incentive a las artes, pero no sólo el consumo de eventos masivos, sino el aprendizaje y apreciación de diversas disciplinas.

Claro que al hablar de apoyo, el dinero siempre está en el fondo del asunto, pero hay varias formas de ayudar a los artistas poblanos, como planear, desde las instituciones, programas de cultura incluyentes, que contemplen la presentación de la gran diversidad de expresiones que hay en Puebla –musicales, teatrales, dancísticas, literarias— en espacios más visibles.

Me parece, por ejemplo, que a los jóvenes que interpretan o componen música clásica se les relega a esquinas olvidadas, mientras que a quienes están de moda se les ofrece mayores posibilidades y acceso a lugares. Al menos, las autoridades deben hacer todo lo que puedan para facilitar que el artista emergente desempeñe su papel.