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La maldita primavera

Ricardo Raphael en su columna Política Zoom, publicada en El Universal, indica que la principal causa de que la contaminación traiga afectados nuestros pulmones es el recorte presupuestal sin inteligencia, la austeridad de carnicero, y la falta de conocimiento a la hora de aplicar la tijera.

Nada nuevo tiene que esta época sea propicia para los incendios, pero sí cambia, con respecto a otros años, que la Comisión Nacional Forestal (Conafor), como tantas otras dependencias del gobierno federal, padeció una reducción de una tercera parte de su presupuesto.

Como el carnicero novato que no es capaz de distinguir entre el muslo y cadera, igual fue que la Secretaría de Hacienda tomó la decisión de mutilar los recursos de la Conafor, sin indagar, ni medir consecuencias.

No es que las cosas estuviesen de maravilla durante la administración pasada. El descuido con los temas forestales fue enorme por parte del gobierno de Enrique Peña Nieto. La tala sin restricción de árboles, por un lado, y la falta de atención a las causas de los incendios hizo que recientemente la primavera se nos haya vuelto maldita, por infernal.

Sin embargo, en vez de estudiar la situación, de preguntar ordenadamente a los que saben, de reencausar lo que estaba fuera de cauce, las nuevas autoridades decidieron proceder con una sola medida: mutilar el presupuesto y con ello disminuir drásticamente el número de brigadistas dedicados al combate de los incendios.

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La columna Frentes Políticos, publicada en Excélsior, señala que 1.Lo que no se ve. Detrás de la contaminación que surca los cielos, Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la CDMX, es la única gobernadora, de cinco estados que integran la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), que labora para reducir los índices de mala calidad del aire. Científica, doctora en ingeniería ambiental, da la cara por el Estado de México, Hidalgo, Puebla, Morelos, Querétaro y Tlaxcala, pues, al no haber un director de la CAMe, enfrenta sola la problemática. No la toma desprevenida. Desde febrero pasado tiene alianza con Mario Molina, premio Nobel de Química, y ya trabajan en revertir los efectos del cambio climático. Miente quien diga que hay improvisación.

2. Coherentes. Durante semanas, el gobierno de México se pronunció por no intervenir en el conflicto interno venezolano y reconoce como presidente a Nicolás Maduro, pero, ayer, la cancillería brindó asilo a Franco Manuel Casella Lovaton, diputado de la Asamblea Nacional y opositor a Maduro. El canciller Marcelo Ebrard destacó que, más allá de la postura en torno a la situación política en esa nación, con la recepción del diputado “lo que estamos haciendo es ser congruentes con la tradición mexicana del derecho de asilo, nunca le hemos negado a nadie una solicitud de esa naturaleza”, dijo. No es asunto de ideologías, es cuestión de principios de política exterior mexicana. Si algún otro venezolano, identificado como actor político contrario a Casella, necesitase protección, México lo recibiría igual. No le busquen aristas que no tiene. Se llama humanidad.

3. Facturas. Mario Marín, exgobernador de Puebla, tendrá que acostumbrarse a que no todo se compra. Pidió un amparo luego de que se girara una orden de aprehensión en su contra por delitos contra la periodista Lydia Cacho, en 2005. Sin embargo, el recurso no es suficiente para que evite ser detenido, pues la tortura, el delito por el que se le acusa, está tipificada como grave y no alcanza la libertad bajo caución. Un juez federal concedió una suspensión a favor, pero eso no lo salva. El 11 de abril, el Tribunal Unitario de Quintana Roo lo acusó de abuso de autoridad y tortura cometidos durante la detención de la periodista hace 14 años. Acaso lo único malo es que se olvida el telón de fondo, la investigación periodística que dio luz a un libro. Casi tres lustros después, esta película no

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Rebasados

Héctor De Mauleón en su columna En Tercera Persona, publicada en El Universal, indica que el pasado 28 de febrero, el chofer Javier Zapata González, taxista de 58 años, pidió ayuda a consecuencia de un dolor en el pecho. Se encontraba en un sitio lleno de policías y reporteros, pues acababa de registrarse un accidente vial. Logró que le pidieran una ambulancia: el hombre esperó en la calle durante 40 minutos, y luego se desvaneció.

Cuando los servicios de emergencia llegaron, carecía de signos vitales.

Unos días más tarde, el lunes 4 de marzo, un motociclista fue arrollado a unas cuadras de la estación del Metro Peñón Viejo. Los vecinos solicitaron una ambulancia. No una vez, sino varias. Eran las 11:30. La ambulancia no llegó. La periodista Azucena Uresti, a quien llegó la noticia, llamó en dos ocasiones al 911. La primera a las 13:18 y la segunda a las 13:55. Una ambulancia del ERUM llegó al lugar del accidente a las dos de la tarde. Exactamente dos horas y media después.

La jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, anunció que a consecuencia de estos hechos cambiaría el modelo de atención de emergencias. “A veces tiene que ver con el despacho del 911”, dijo. “Hablan por teléfono al 911, solicitan una ambulancia y no había en el 911 un médico o una médico que pudiera saber si es de gravedad, si no es de gravedad y qué tipo de servicio de emergencia tenía que atenderse […] Es una pena que haya pasado esto con una persona en la Ciudad de México, y yo espero que en más o menos dos meses podamos contar ya con un sistema de emergencia más eficiente”.

El 15 de abril la Secretaría de Salud capitalina lanzó un mapa de regionalización cuyo fin es agilizar la llegada de los servicios de emergencias. Al Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas, ERUM, se le encomendó atender llamadas procedentes del 37% del territorio capitalino (en alcaldías como Iztapalapa, Coyoacán, Benito Juárez, Xochimilco, Tláhuac, Milpa Alta). A la Cruz Roja le correspondió un 36% (Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Azcapotzalco, Álvaro Obregón, Tlalpan, Magdalena Contreras, Cuajimalpa).

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“En espera de que Tláloc le ayude…”

Francisco Garfias en su columna Arsenal, publicada en Excélsior, señala que algún fifí, “picudo”, “conservador” nos mandó al Whats-App la copia de un tuit, escrito por Claudia Sheinbaum, en marzo del 2016.

Dice: “Seis días de contingencia. Partículas en más de 110 Imecas. Autoridades esperando que Tláloc les ayude. Urge política ambiental en la CDMX”.

Más de dos años después el contraste. La Jefa de Gobierno culpó a otros ante la grave contingencia ambiental que padecemos: las autoridades anteriores que no le dejaron un protocolo para combatir las partículas.

Su reacción fue tardía. Ocurrió luego de luego de 5 días de contaminación en la Gran Tenochtitlán.

¿Esperaba que Tláloc le ayudara? Es pregunta.

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Tláloc y AMLO apoyan a Sheinbaum; ¿y los gobernadores?

Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, publicada en El Universal, indica que en medio de su primera gran crisis como jefa de Gobierno, por la doble contingencia ambiental que afecta a la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum recibió ayer un doble apoyo: por un lado, el respaldo del presidente Andrés Manuel López Obrador, que la defendió de las críticas por la forma en que ha enfrentado la contingencia y le dio un “espaldarazo” político al exaltar sus habilidades como científica y experta en materia ambiental; y por otro lado, la llegada de las primeras lluvias de la temporada que anoche cayeron sobre la Ciudad de México y favorecieron la dispersión de contaminantes y partículas suspendidas.

“Es buena administradora pública, pero además su especialidad como profesional, como científica, es lo que tiene que ver con el medio ambiente. Cuando fui jefe de Gobierno de la ciudad ella fue la secretaria del Medio Ambiente. Y en aquel tiempo, no es para presumir ni para enojar a mis adversarios, pero en aquel tiempo cuando fui jefe de Gobierno sólo en un día hubo contingencia ambiental”, dijo el mandatario al invitar hoy a la Jefa de Gobierno a su conferencia matutina y analizar con ella la problemática ambiental.

En contraste con el abierto apoyo de López Obrador —que para algunos confirma su cercanía política y afectiva con Claudia Sheinbaum, pero para otros representa un retorno a los tiempos de la Regencia capitalina, cuando el presidente se asumía como el “jefe” político y administrativo de la capital del país— los que han brillado por su ausencia en esta crisis ambiental que no es sólo de la Ciudad, sino del Valle de México y de su Zona Metropolitana, son los gobernadores de los estados que forman parte de la Megalópólis.

Ni Alfredo del Mazo, gobernador mexiquense, en cuyos municipios del oriente se han registrado las más altas concentraciones de contaminantes, ni el mandatario de Puebla, Guillermo Pacheco, que también enfrenta una primera contingencia ambiental en la capital poblana, y mucho menos los gobernadores de Hidalgo, Omar Fayad; de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, y de Tlaxcala, Marco Antonio Mena, han salido a dar la cara o a asumir la parte que les corresponde en el agravamiento de las condiciones atmosféricas de la megalópolis, en la que se asientan varios municipios y territorios pertenecientes a sus estados, y que también son parte de la problemática de emisiones contaminantes a la atmósfera.

Sheinbaum ha tenido que cargar sola con el costo social y político de una contingencia que ha causado molestia y preocupación en la población por sus efectos en la salud pública, y aunque reciba el apoyo político del presidente, tampoco las autoridades federales han hecho su tarea y la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), autoridad federal encargada de coordinar las políticas ambientales para la metrópoli, tuvo que ser encabezada en esta emergencia ambiental por el subsecretario Arturo González Miranda, ante la ausencia de un titular que no había sido propuesto por la secretaria Josefa González Blanco, quien apenas ayer, en medio de la crisis anunció el envío de una terna al presidente López Obrador para que realice la designación. ¿Nadie le dijo a doña Josefina que este era un tema prioritario en la Semarnat que ella encabeza o habrá creído que los aluxes nos salvarían de una contingencia?

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Baja sensible

La columna Pepe Grillo, publicada en La Crónica Hoy, señala que Patricia Bugarín ocupó la Subsecretaría de Seguridad menos de cuatro meses. Su nombramiento generó expectativas positivas ya que su hoja de servicios la hacía idónea para el cargo.

Curtida en posiciones de alta responsabilidad, como la Comisión Nacional Antisecuestros y otras posiciones en las áreas de procuración de Justicia federal y de la Ciudad de México, Bugarín renunció, se dice, para atender problemas familiares y de salud impostergables.

Domina el oficio. Sabe conducir el proceso de recopilación de datos, testimonios y pruebas para esclarecer un delito. Estuvo presente en operativos de captura de secuestradores y extorsionadores. Se va una de las mejores policías que teníamos… y no hay muchas.

Problema de salud pública

Tocan a la puerta cambios profundos, cualitativos, en el tema del consumo de drogas en el país.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, indica que dicen que en el gobierno federal se les ha metido la idea de cambiar el nombre a todas las secretarías porque no les gustan las siglas.

Para eliminar el concepto “secretarías”, la SEP se llamará “Educación” y la STPS “Trabajo”, por ejemplo, pero el lío es que cuando tocó el turno a la Semarnat, alguien con poder de decisión propuso nombrarla “¡Madre Tierra!”, a lo que otro antepuso con sensatez dejarla en “Medio Ambiente”.

QUE, por cierto, ya es un hecho que el Presidente no acudirá al G20, pues de plano considera que con o sin él, el canciller Marcelo Ebrard hará un buen papel, sabrá representarlo como se debe y así él no descuida los preparativos para su segundo informe de actividades, cuando se cumpla un año de la elección que le dio el triunfo.

QUE la aprobación fast track de la reforma educativa con el aval de 23 Congresos tiene nombre y apellido: Martí Batres.

Como presidente de la Permanente se dio a la tarea de mandar a su equipo a recoger los documentos oficiales que acreditaran la declaratoria de constitucionalidad, habló con cada presidente legislativo y se le dio seguimiento en cada entidad para traerse la minuta firmada.

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