En el entorno de los grupos políticos locales muchos se preguntan cuál será el futuro de Alejandro Armenta después del acoso contra Luis Miguel Barbosa y haberse prestado a ser una pieza en el ajedrez de la sucesión de Morena.

Por lo pronto, la reafirmación de la candidatura de Luis Miguel Barbosa constituye en sí misma un golpe, duro, certero, a las maniobras de quien no se sujetó al orden institucional y optó por la rebeldía.

Salvo que esta rebeldía de Armenta no está sola, no es producto de la casualidad, corresponde a una bien estructurada estrategia para mover los polvos donde fueron asentados los cimientos de Morena y es que, es obvio, el alcance de la rebeldía pretende inmiscuir los factores que intervendrán en la sucesión del movimiento y las fichas para el 2021.

En este cruce de cuatro caminos, Monreal y Armenta no van solos, hay corrientes que pretenden desestabilizar a Morena, unas desde dentro, otras desde fuera. Y en el caso muy particular de Puebla asoma la cabeza el morenovallismo agonizante, sin recursos físicos, pero sí económicos y algunos amarres en los medios de comunicación que se cooptaron con el famoso “plan francés”, pago del evento por adelantado.

Quizá esa sea una de las razones de tanto cacareo ante los audios y denuncias del senador con licencia.

Armenta regresará al senado, seguirá aliado de Monreal, pujará por intervenir en la sucesión de Morena y apuntará a los perfiles del 2021, quizá sin mucha suerte si el gobierno de Luis Miguel Barbosa es exitoso.

En medio de todo esto, el pataleo del morenovallismo se descubre en los ataques puntuales hacia Fernando Manzanilla y quienes piensan como él. Los agonizantes no quieren un relevo de la envergadura del “cuñado”, preferirían a alguien con quien pudieran negociar. De ahí el interés de los hechos en torno a lo que sucede en la Secretaria General de Gobierno, donde algunos de sus funcionarios de primer nivel han recibido amenazas a la par que se dieron las denuncias de Armenta.

No en balde a nadie ha extrañado la medida de colocar localizadores satelitales en los autos de los funcionarios.

Manzanilla ha venido a poner en valor ese tema de la capilaridad social convertida ahora en capilaridad política. En esta concepción de Estado tienen cabida todos aquellos que quiera sumarse a un proyecto donde el común denominador sea desechar lo sucedido, demostrar que la capacidad empleada en el pasado para hacer el mal y cumplir el capricho del gobernador, sirva ahora para construir una nueva clase política poblana, esa sería la capilaridad política que pudiera garantizar despertar en un nuevo escenario en el corto plazo.

O por lo menos, así me lo parece.

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Video en: https://youtu.be/xPUKT_bhE0A

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