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Los principales partidos han hecho su elección: dos por designación y uno por encuesta, como método para la selección de los candidatos a la elección extraordinaria. Por orden de aparición, el PRI sin la compañía del Verde Ecologista, designa a Alberto Jiménez Merino; la designación del PAN recayó en Enrique Cárdenas Sánchez, de quien se cuelgan PRD y MC; y, finalmente, mediante encuesta de popularidad Morena postula a Luis Miguel Barbosa Huerta en coalición con PT y Verde. Las fortalezas y debilidades políticas de cada candidato que influirán en los resultados de la elección del próximo dos de junio pueden pulsarse en tres planos: personal, partidista y político social.

Jiménez Merino, en lo personal, ha sido designado atendiendo a cuatro características que son sus fortalezas: hombre de trabajo, ha ocupado diversos cargos en la administración pública, sin liga con escándalos políticos, y un discurso natural similar al de la izquierda. Sus debilidades, paradójicamente, devienen de sus fortalezas; no es hombre mediático y su discurso fácilmente puede derivar en una mimetización o remedo del ahora dominante manejado por el lopezobradorismo, representándole una seria limitación acentuada en el descrédito alcanzado por el discurso históricamente utilizado por la fuerza política que lo postula. Corre el riesgo de que la población sea escéptica o, de plano, no crea en sus planteamientos de campaña. En el ámbito partidista sus debilidades están representadas tanto por la marca PRI, como por las figuras de connotados priistas de cuestionable trayectoria política que aparecen acompañándole en sus presentaciones ante la sociedad. Su única fortaleza aquí es el llamado voto duro. El aspecto político social no le es favorable tampoco debido a la imagen poco aseada de su partido que le ha generado dos derrotas electorales espectaculares; una local frente al morenovallismo en 2010; y otra, nacional, con el lopezobradorismo en 2018. En ambos casos, por la exaltación de la corrupción y el autoritarismo que los opositores hicieron de las gestiones de gobierno encabezadas, respectivamente, por Mario Marín y Enrique Peña. Frescas en la memoria social las fechorías políticas de cada uno de éstos, Jiménez Merino poco podrá hacer para convencer de la sinceridad de sus propuestas políticas. Si acaso esa carga no fuese bastante, el incidente sufrido por don Xavier Gutiérrez -La Puebla de hoy…- y la mendacidad que recibió como respuesta, acreditan que el pesado fardo que cargará este candidato es la “cultura” de corrupción y miseria que se asocia al priismo.

Cárdenas Sánchez tiene como fortalezas su trayectoria académica y laboral que le proporcionan un muy aceptable análisis de los problemas sociales existentes en la entidad y el país; será una ventaja frente a sus oponentes. Sus debilidades toman forma en sus indefiniciones ideológicas y políticas cuyo efecto primario será que, poseyendo el análisis de la problemática social, sus propuestas de solución quedarán supeditadas a la visión de la fuerza política que lo postula; su falta de paso por la administración pública le representa inexperiencia que acotará su toma de posiciones y decisiones para la campaña. Como político, es un hombre poco conocido fuera de la capital, hasta llegar a considerarse un extraño en el interior del estado. Sus pasos y trayectoria en busca de la candidatura que ahora posee, lo ubican como un saltarín de la política; siendo esta una debilidad frente al electorado. En el plano partidario parece tener más debilidades que fortalezas debido a la forma en que accede a la candidatura sin ser militante activo ni simpatizante de la fuerza que lo postula. Internamente se le mira como imposición del presidente nacional del partido, un arribista a la candidatura y, en general, ajeno al partido. Por tales motivos enfrenta inconformidades, visos de impugnación a su candidatura, amenazas de vacíos en la campaña, que le ocuparán tiempo en remendar. Llega a representar electoralmente a una fuerza política dividida internamente en dos grupos –yunkismo y morenovallismo- que manifiestan tener posiciones políticas, hasta ahora, irreductibles que tal vez lo pongan en calidad de sándwich, o terminen por colocarlo fuera del PAN. En el ámbito político social su mayor debilidad será el rechazo notorio que enfrentan los dos grupos mencionados en atención al papel social que desempeñaron cuando fueron gobierno; el yunkismo como integrante de los gobiernos de Fox y Calderón; y el otro, localmente, con Moreno Valle y Gali. Con todas sus cartas credenciales, a Cárdenas le será difícil atenuar el rechazo social que tienen sus nuevos representados.

Barbosa Huerta, personalmente, quizá sea el candidato con más debilidades de los tres. En el anterior proceso electoral fue vapuleado duramente por el morenovallismo con cuestiones ajenas a lo electoral como su escolaridad, enfermedades, temperamento y posesiones materiales que, posiblemente, sean otra vez materia de combate para sus adversarios y el “fuego amigo”. Sus fortalezas están en su mayor exhibición ante los electores de todo el estado, haber recorrido la entidad, y su trayectoria ocupando cargos de representación popular. En el plano partidista enfrenta, como debilidades, haber sido centro de los ataques constante de sus competidores a la candidatura que, por momentos, descendieron de categoría política. Su fortaleza no está dentro del partido, sino fuera de él; en las encuestas que le confirieron un mayor índice de aceptación popular y la candidatura. En el plano político social es donde Barbosa tiene su mayor fortaleza que, sin embargo, no proviene de él, sino de la fuerza que arrastra tras de sí el trabajo de gobierno que realiza Andrés Manuel López Obrador. Puebla está siendo un escenario donde es lamentable ver lo que ocurre en, y con, el partido cuya divisa es el cambio verdadero y su encomienda de apoyar la Cuarta Transformación en el país. Contra la enseñanza proverbial de Andrés Manuel de luchar siempre por principios, aquí los cargos se disputan en arrebatiña. La vieja izquierda, en lugar erguirse y elevar el pensamiento en resguardo de los principios, optó por agazaparse y hacer facción. Un lance poco reflexionado que la relegará por buen tiempo a lugares secundarios frente a los recién llegados.

Las características personales de los candidatos hacen esperar un proceso electoral en que predomine el respeto por el adversario en todos los planos de encuentro; donde expongan un exhaustivo y sincero análisis de la realidad socioeconómica y cultural que vive la población; identifiquen los problemas fundamentales y sus causas; den propuestas de solución mediante el ejercicio de gobierno; y realicen el debate sobre tales temas con altura de miras que permita a los poblanos, en conciencia, elegir al candidato y propuesta de su preferencia.

Heroica Puebla de Zaragoza, a 19 de marzo de 2019
José Samuel Porras Rugerio

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