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El doctor quería una candidatura pero…tenía que ser para gobernador. La persiguió de distintos modos. En Morena no pudo. Por la vía independiente fracasó. Y, a la tercera…por fin la obtiene al abrirle sus puertas el PAN, PRD, y MC para hacerlo su candidato común en la elección extraordinaria. Nadie pondrá en tela de juicio los méritos académicos ni la trayectoria laboral de don Enrique Cárdenas como disciplinado servidor de la iniciativa privada; sin embargo, quizá muchos cuestionen los modos puestos en práctica para lograr esa aspiración personal y, por tanto, esa candidatura tendrá para él diversos costos políticos en los ámbitos personal, partidista y social.

En el ámbito personal, el mayor costo por pagar lo tendrá en el plano de la honradez intelectual, en el punto en que decide soslayar la diferencia entre posturas de derecha e izquierda con tal de lograr la candidatura. La fractura de esta virtud será un hecho de relevancia para su desempeño electoral atendiendo a la posesión de sus altos méritos académicos que le exigen aquélla, como premisa básica de su condición profesional de habilitado académica, cultural, y legalmente para la investigación científica. Sus intentos previos de acceso a la candidatura con un partido de izquierda, en primer lugar; luego en calidad de aspirante independiente; y, en ambas circunstancias, acudiendo al uso de un discurso crítico de las formas de ejercicio del poder provenientes del gobierno emanado de las filas del partido político que ahora lo cobija bajo sus siglas y lo convierte en su candidato; traslucen al señor Cárdenas como un hombre de conveniencias políticas, que acomoda su discurso a las circunstancias que se le presentan, sin ideología ni convicciones firmes.

Estas características, ilustrativas de una personalidad que no termina de consolidar un pensamiento político, se convierten en un lastre para lograr la definición y presentación de un proyecto político integral de desarrollo de la vida social que pueda llegar a considerarse un programa viable de gobierno para la entidad. La razón es sencilla; los vaivenes que muestran sus andanzas políticas para llevarlo de su inicial pretensión de representar a la izquierda con Morena; su hibridez como independiente; para terminar instalándose como candidato de la derecha; acreditan una voluntad pendular que puede aceptar decir una cosa, de la misma fácil manera en que puede decir otra. En tal situación, forzosamente por necesidad, tendrá que recurrir al lenguaje cifrado del gatopardismo para presentar ante la ciudadanía su plan para buscar el voto. Presumirá un abultado currículum en respaldo de un lánguido proyecto político social.

En lo partidista las cosas no parecen óptimas nacional ni localmente. El presidente nacional del PAN tendrá sus razones para haber impulsado a Enrique Cárdenas como candidato; tal decisión representa, objetivamente, el ninguneo de la militancia local y sus personalidades que legítimamente pidieron ser consideradas para competir. A juicio de Marko Cortés, ni el panismo tradicional y tampoco el morenovallismo cuentan entre sus filas con ningún militante digno de consideración para lanzarlo a esta candidatura. Es un golpe político seco para estos dos grupos que, tarde o temprano, le cobrará algunas facturas a Cárdenas durante la contienda. La carencia de democracia interna en el partido seguirá siendo sello de la casa y permeando su acción social. El consuelo que han recibido para justificar el agravio es que el partido se abrió a la exigencia social de una candidatura ciudadana.

Sostener públicamente que Cárdenas es el candidato que mejores resultados garantiza al PAN en la elección, no solo es un juicio aventurado; es lluvia sobre mojado que reafirma el desaire y desplazamiento, en la toma de decisiones partidistas fundamentales, de estos grupos locales. El costo que por esta causa habrá de pagar el doctor Cárdenas, en el mejor de los casos, será la crítica interna de su candidatura, el reproche por su no militancia, el reclamo sobre sus alusiones negativas al partido y hacia quienes eran los líderes en la elección pasada, o los augurios de derrota; en el peor escenario, ahondar divisiones internas, generar nuevas, y hasta provocar un posible vacío de acompañamiento en su campaña.

En el plano social, habría que preguntarse si quienes han sido sus fieles seguidores desde que se proclamó aspirante a la candidatura por Morena, y luego en el grupo Sumamos, convencidos de su liderazgo por su trayectoria intelectual; irán otra vez con él, sin chistar, ahora que va a representar electoralmente a los partidos que fueron el soporte de la coalición Por Puebla al frente. Casi ninguno aparece en las fotos celebratorias de la candidatura. Es previsible que la factura que le pasen a cobro sea que algunos de ellos, prestigiados académicos e intelectuales, identificados más con las posturas de la izquierda, decidan pintar su raya y alejarse del sendero elegido por éste; a menos que exista una decisión grupal tomada para apoyarlo en ello.

Para efectos electorales puede decirse que la candidatura de Cárdenas enfrentará aún algunos resabios de la contienda pasada que le serán desfavorables. El hecho concreto y verificable de sus formas de allegarse la candidatura, pasando de un partido a otro, de una orientación política a otra; exhibe una modalidad del chapulinismo, reflejo de inestabilidades e inconsistencias ideológicas, que se traducen en una barrera que impide que la ciudadanía pueda, por lo menos, intuir hacia dónde iría un gobierno puesto en tales manos. El currículum vitae puede ser compatible con estos saltos; el proyecto político, no.

Tres hechos confirman el zigzagueante camino elegido. Uno, ha tenido que ofrecer disculpa por los dardos críticos que antes lanzó contra el PAN y los líderes morenovallistas; dos, su propuesta política se centrará en un discurso etéreo: “Acuerdo social con equidad de oportunidades”; incomprensible para la ciudadanía que intente traducirlo a lenguaje llano; y, tres, abanderado ya por el panismo, el molino de viento contra el que se lanza y su entuerto por desfacer, serán la cuarta transformación y el “totalitarismo” que representa Morena. En contrapartida, hay tres hechos que también le significarán un costo político al doctor. Uno, Puebla ha sido un consistente bastión del lopezobradorismo; dos, quien resulte candidato por Morena le aventaja ya con el proyecto político; y, tres, la cuarta transformación es un movimiento nacional que le sobrepasa en posibilidades políticas. La faceta agradable y bienvenida de su designación es, sin lugar a dudas, que contribuirá a que los poblanos podamos presenciar un debate político de altura, y el dos de junio, a tener una elección en paz.

Heroica Puebla de Zaragoza, a 8 de marzo de 2019.
José Samuel Porras Rugerio

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