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Dudas en torno a la licitación del alumbrado público

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, indica que con todo y que la sesión del Comité de Adjudicaciones del ayuntamiento de Puebla, en la que la empresa Electro Iluminación y Proyectos de Occidente SA de CV (EYPO) ganó el contrato de prestación del servicio de alumbrado público en la capital del estado, se transmitió en vivo como una muestra de apertura y transparencia, hay dudas que la autoridad municipal tendría que aclarar.

Qué bueno que en el contrato suscrito con EYPO, el ayuntamiento tendrá un ahorro de 800 mil pesos respecto a lo que éste venía pagando a la empresa Citelum México.

Eso es digno de elogiarse. Y yo diría que también de investigarse, pues ese sobre costo debe tener una explicación, sobre todo a la luz de lo que el ayuntamiento de Puebla pagaba en la gestión de Eduardo Rivera Pérez.

Redondeando números, resulta que el ayuntamiento de Eduardo Rivera le pagó a Citelum México alrededor de 6.5 millones de pesos mensuales por la concesión del alumbrado público.

Por 28 meses de servicio, la administración del edil panista firmó un contrato de 183 millones de pesos, que supuestamente abarcaba 92 mil puntos de luz.

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El PAN y su Síndrome de Estocolmo

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, señala que después de que se difundiera en redes el video en el que Marcelo García Almaguer anunció su renuncia a las filas de Acción Nacional, me encontré en twitter varias voces que más que celebrar su intempestivo adiós, mostraban una especie de sentimiento de alivio por lo que confirma la desbandada de un grupo de morenovallistas del partido blanquiazul.

Y es que esa felicidad de los panistas es la respuesta a la tranquilidad que implica el haberse quitado una pesadísima losa de sus espaldas.

Cuando Rafael Moreno Valle pactó con Felipe Calderón —por petición expresa de la maestra Elba Esther— su arribo al PAN, lo menos importante fueron sus militantes poblanos.

Desde un escritorio en Los Pinos, el presidente Calderón y la poderosa líder priista decidieron el futuro de Puebla, al grado de que no tuvieron empacho en catafixiarle la candidatura al Senado que había obtenido Ángel Alonso Díaz Caneja, quien fue el primer panista sometido al morenovallismo.

A esa lista se fueron doblando más cartas de la derecha, entre ellos Juan Carlos Mondragón, Pablo Rodríguez, Rafael Micalco, Roberto Grajales, Eduardo Rivera y hasta el propio Paco Fraile. Hay que decir que la sumisión fue diferente en cada caso. Aunque en algunos, esta alcanzó niveles francamente indecorosos e indignantes. Mientras que otros, al dimensionar el tamaño de su error, fueron víctimas de persecuciones y hasta de su exilio físico y político.

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La diputación de García Almaguer es del PAN y por ética debe abandonarla

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, indica que Marcelo García Almaguer, uno de los últimos líderes activos del morenovallismo, renunció a la militancia panista y de manera fallida, quiso mostrarse como “un hombre de Estado”, con calidad para cuestionar y golpear al Partido Acción Nacional. Un anuncio que acabó siendo un burdo acto político, ya que si realmente hubiera querido hacer bien las cosas, se tendría que haber fijado en el modelo que siguió Fernando Manzanilla Prieto, una ex destacada figura del grupo político de Rafael Moreno Valle, quien hace cinco años, en un acto pleno de congruencia, abandonó al unísono a tres posiciones: rompió con el entonces gobernador de Puebla, dejó las filas del PAN y renunció a la diputación plurinominal que le habían asignado, bajo el principio de que esa curul era propiedad del albiazul.

García Almaguer tiene derecho a romper con el PAN, pero por congruencia y ética, también estaba obligado a renunciar a seguir ocupando la diputación local que ostenta, pues es una posición que obtuvo por la vía plurinominal y por tanto le pertenece al Partido Acción Nacional.

Ese espacio de representación proporcional que ocupa García Almaguer es resultado del índice de votación general que obtuvo el Partido Acción Nacional en los comicios locales del pasado 2 de julio y lo más congruente, es que lo debe ocupar un militante activo del PAN y no alguien que reniega de esa fuerza política.

Dicho de otra forma, en la pasada contienda García Almaguer no fue votado, ya que su nombre no apareció en las boletas. Quien recibió los sufragios fue el Partido Acción Nacional.

En enero de 2014 hubo algo similar. Fernando Manzanilla Prieto, quien había sido el brazo derecho de Rafael Moreno Valle Rosas, anunció que en un acto de “honestidad y congruencia”, no asumía la diputación plurinominal que había obtenido en los comicios locales de un año antes. Pero no lo hizo de manera parcial, tal como ahora lo realiza Marcelo García, sino de manera integral, de la siguiente forma:

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BUAP pobre, Rector rico

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, señala que ¿A cambio de qué autorizará el Congreso del Estado el préstamo que solicitó el rector de la BUAP, Alfonso Esparza, por 200 millones de pesos?

¿La estructura universitaria se pondrá al servicio, ahora, de la alianza Juntos Haremos Historia?

Desde el pasado 15 de enero se hizo la solicitud, pero hasta el momento se desconoce si el tema será considerado por parte del poder legislativo.

Al menos, una investigación sobre el manejo de los recursos propios debería ordenar la actual legislatura, porque es la hora en la que se desconoce, más allá del escándalo sobre las facturas fakes y favoritismo en la asignación de obras universitarias y contratación de proveedores.

El entonces rector Enrique Agüera formalizó un acuerdo para disolver la BUAP Promoción Universitaria S.C y Promotora Universitaria A.C, a efecto de crear figuras de negocios para la procuración de recursos financieros alternos, dependientes de las unidades académicas.

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El veto a López Zavala

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que fue el ex gobernador Mario Marín Torres, el que movió cielo, mar y tierra, con tal de que se echara para atrás la posible designación de Javier López Zavala como Secretario de Desarrollo Social en el interinato de Guillermo Pacheco Pulido.

Los viejos agravios pesaron y mucho, en el regreso del chiapaneco al servicio público poblano.

Y es que, a este par que hace una década parecía haber sellado pactos irrompibles de lealtad e impunidad, los enfrentó irremediablemente el proceso electoral del 2010.

Las heridas fueron mortales y permanecen abiertas; siguen supurando pus.

Zavala se sintió traicionado.

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La miseria humana de Armenta-Alonso vs Barbosa

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada en Diario Cambio, señala que la cruenta campaña electoral de 2018, pese a tratarse de una guerra sin cuartel a machetazos, nunca cruzó la frontera de la miseria humana, lo que ya está ocurriendo en la campaña 2019. Ni en sus peores horas, ni en los momentos más difíciles, el morenovallismo usó el estado de salud de Luis Miguel Barbosa como una razón de voto.

Lo político es político, lo personal es personal. Lo sabía hasta alguien como Moreno Valle, el liderazgo más autoritario que tuvo Puebla desde Maximino Ávila Camacho. Ni siquiera él llegó a esa ruindad.

Alejandro Armenta, en su loca carrera por conseguir la candidatura de Morena que da pase directo a la gubernatura, ya pisó los terrenos de esa miseria humana innombrable. Ni siquiera tuvo la valentía de hacerlo por sí mismo, sino que envió a su nuevo adicto, Héctor Alonso, a jugar ese execrable papel.

El hombre que cambia de lealtades más rápido que de calzones, Héctor Alonso, se le fue encima a su ex amigo Luis Miguel Barbosa con un argumento inusitado: no puede ser candidato porque los poblanos no pueden arriesgarse a que sufra un “coma diabético” ya en el poder y deban hacerse nuevas elecciones.

Traducción: Barbosa se puede morir. Mejor elijamos a Armenta.

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La Salud de Miguel Barbosa

Mario Alberto Mejía en su columna La Quinta Columna, publicada en 24 Horas Puebla, indica que la salud de un político en vísperas de una elección a la gubernatura es siempre un tema difícil.

Difícil para él, difícil para sus seguidores.

Nadie como ese político conoce el verdadero estado de su salud.

Es el caso de Miguel Barbosa Huerta.

Cuando como senador de la República fue víctima de la diabetes, supo que entraba, inevitablemente, a una zona oscura: severamente complicada.

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