Puebla, primer lugar en agresiones contra candidatas en elección 2018
Puebla, primer lugar en agresiones contra candidatas en elección 2018. Foto: Especial
Puebla, primer lugar en agresiones contra candidatas en elección 2018
Asesinatos de políticos se concentran en Puebla y 5 estados más. Foto: Especial

La correlación más alta en materia de asesinatos en contra de políticos se da en aquellos estados en los que hay mayor porcentaje de pobreza y donde se concentran los mayores niveles de violencia política; como Guerrero, Oaxaca, Puebla, Estado de México, Chiapas y Veracruz.

Así lo advirtió el director de la consultora Etellekt, Rubén Salazar en una entrevista con El Economista.

Explicó que en dichos estados el ingresar a un puesto público es una de las principales oportunidades para que la población escale económica y socialmente, “entonces de ahí la intensidad con la que compite y se puede poner incluso la consideración de atentar contra autoridades en funciones con objeto de desplazarlos”.

Alertó que pese a la prevalencia de la violencia en contra de políticos, aún no hay una estrategia precisa, ni es un tema que se haya centrado en la agenda del nuevo gobierno federal.

Indicó que incluso hay una visión errónea por parte de los asesores del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quienes asocian la violencia política con la actuación del crimen organizado, percepción que, dijo, no es del todo exacta.

“Nos parece un diagnóstico totalmente impreciso (el asociar la violencia política al crimen organizado). Nosotros en nuestro último estudio de violencia política cruzamos nuestra base de agresiones contra políticos con tres datos o variables muy importantes, para precisamente confirmar si se trataba o no (de) un tema del crimen organizado y encontramos que no es así”.

Pese a que el periodo electoral concluyó, la violencia homicida en contra de políticos sigue sumando víctimas. En total, entre el 2 de julio y hasta el 31 de diciembre fueron asesinados 48 políticos y seis autoridades electas, de acuerdo con Etellekt.

Editado por Lorena González Guzmán

Fuente: El Economista