Antes de prenderse fuego, Abderrazak Zorgui, periodista de 32 años de Túnez, denunció la situación precaria de sus compatriotas y llamó a la revolución; su muerte desató protestas que dejaron personas heridas y detenidas.
Mediante un vídeo difundido en redes sociales, llamó al levantamiento de la comunidad tunecina y advirtió: “Por los hijos de Kasserine (su ciudad de residencia), quienes no tienen medios de subsistencia, hoy inicio una revolución”.
Asimismo, denunció que las autoridades calificaron de terroristas a quienes tomaron el espacio público para exigir su derecho al trabajo; puntualizó las condiciones de pobreza en las que vive su comunidad y de dijo desesperado con la corrupción de la clase política tunecina.
Algunos minutos después de haberse prendido fuego, fue auxiliado, pero murió en el hospital, suceso que fue lamentado por el Sindicato de Periodistas, el cual dio a conocer que existía la posibilidad de un estallamiento de huelga.
Sin embargo, la muerte de Zorgui también recuerda un momento clave en la historia del país africano pues es que en diciembre de 2010, Mohamed Bouaziz, un vendedor de frutas, se inmoló y con ello dio inicio a la Primavera Árabe.
Llegan las protestas y víctimas
Con la muerte de Zorgui, también vinieron las protestas las cuales se expandieron por todo el país y la prensa internacional aseveró que seis elementos de seguridad sufrieron heridas, mientras que 18 manifestantes fueron arrestados.
En vídeos se observa que tanto policía como elementos del Ejército trataron de contener las manifestaciones, además de que se confirma el uso de gas lacrimógeno, aunque también cabe aclarar que se distingue mucho humo puesto que los protestantes queman objetos e instalan barricas que dificulten el acercamiento de las fuerzas de seguridad.
Las condiciones que llevaron al surgimiento de la Primavera Árabe siguen presentes: de acuerdo con el Banco Mundial (BM), la tasa de incidencia de pobreza entre la población tunecina en 2015 fue de 15.2 por ciento.
Durante 2018, el 15.2 por ciento de la población económicamente activa no tenía empleo, según el portal de Santander, fuente que afirmó que la condición es aún más difícil para las mujeres pues el 22.9 de ellas no cuenta con un trabajo, aunque en realidad el sector más afectado fue el de la juventud, sobre todo aquel que tiene un grado universitario pues el 32 por ciento no goza de una fuente de ingresos.
