samuel-porras-columnista

¡Me sentí bien mal porque era una viejita, wey! No manches, se pasaron de lanzas estos cabecillas. Como dice Dóriga, si me dicen que el trabajo era para gritarle a una viejita, pos ni vengo cabrón. Pero pus ni modo. Así como están las cosas de jodidas y todo caro, quinientos varos por dos horas es una chamba fácil y bien pagada. -¿Te contratan? No lis, cuando algunos políticos necesitan hacer mitote, te llegan unos güeyes X, igual de desharrapados que yo; y te la cantan ¿qué onda ese, no quieres ganarte una buena feria con un trabajo fácil, rápido y bien pagado? Cuando oyes eso, pues ya piensas mal. Ni conoces al compa que te lo ofrece ni nada; no sabes en qué lío te quieran meter. Tons pus hay que tantear la cosa ¿no? -¿De qué se trata? -Está fácil hermano, dos horitas y te ganas un quinientón nomás por ir de bulto y coro. –A ver, un poco más fácil pa que yo entienda. –Mira, mañana llegas a la Plaza de La Victoria, allá arriba, en Los Fuertes ¿sí ubicas? –Simón. -Va a llegar un buen de gente; luego, luego, vas a ver una valla metálica donde tú ya no puedes pasar; esa nomás la pasan los de tacuche. Buscas dónde acomodarte entre gente que veas más alta que tú; si hay cámaras de televisión, te quitas de ahí a modo que no vayas a salir de actor, carnal ¿me entiendes? O sea, tienes que ser tan discreto que parezca que no estás ahí ¿me entiendes? -Sí, sale, ¿y qué más? –Cuando empieces a oír que alguien grite ¡fuera!, ¡fuera!, o ¡asesinos!, tú nomás haces coro cabrón ¿agarras la onda? Esa es la chamba ¿ta fácil no? Y, pos sí; así platicado se miraba echado.

-¿Y la paga? N’hombre lis, me apantalló el amigo ese; por adela que me deja el billete. –¿Te conocen? -No. –Entonces ¿de dónde la confianza? Pus no sé; yo creo ¿verdad?, yo creo que porque estoy con los de la fosen de los ambulantes; aquí hay de todo, del pri, del pan, del alianza, ciudadanos, pedorristas, de todo encuentra aquí; pero por conveniencias no porque sépamos qué onda con la política. Aquí casi casi como buenos ambulantes vendemos de todo; ¡llévelo! ¡llévelo! ¡Damita! ¡Caballero! ¿Va uste a tener asamblea, mitin, marcha o alguna otra concentración y no tiene gente para llenar? !!Aquí se la conseguimos y se la entrenamos para que su evento político o social sea todo un éxito¡¡ Ja ja ja ja ¿Cómo ve lis? Bueno, creo que ora sí exageré un poco ja ja ja ja.

–Y luego ¿qué pasó? ¿fuiste al acto? Sí lis, no me cambié de nombre el 24 y pos a buena hora del 25 que me arranco pa allá. Hay que cumplir, ser formal; si no, pa otra ocasión ¿sabe cuándo me vuelven a hablar? ¡Nunca, cabrón! Y la lana es la lana ¿quién le dice que no a la lana? Nadie lis, por eso llega tanto trajeado ¿no? ja ja ja. Ah, le decía; que llego y que busco un lugar para estar; ya había un chingo de gente, estaban las vallas metálicas de división; los de trajecito, los bien, que no se quieren rosar con la raspa, yo creo. Al centro había unos cajones con fotos pegadas, no los conozco; nomás reconocí la de Moreno Valle y la de su señora, los otros no. Le digo que no sé mucho de política.

Empezó la cosa, dijeron nombres de gobernadores en el sonido; yo nomás sé de Gali. Luego un güero de barbas se subió al banquito del micrófono y viene de ahí el rollo; todo empezó bien, en silencio. Pero cuando anunciaron el nombre de una señora del DF, no manche, que comienzan los abucheos. Había bolitas de abucheadores en distintos lados; como a mí no me dijeron que abucheara pos que no lo hago; no me contrataron para eso ¿verdá lis? Ja ja ja. Desde mi lugar no pude ver de quién era ese nombre de mujer. Pero pos yo iba a lo que iba, a cumplir mi trabajo. Discretamente le pregunté a uno que, más que abuchear, parecía que aullaba el arrastrado ¿hay que abuchear? -Me dijo, tú nomás sigue los gritos; cuando el barbas que está hablando levante la mano, tú te callas. Ah, pus okey ¿no? Así le hice; mientras habló el barbas –así me dijo el que aullaba- se tuvo una buena compostura. El barbas no se veía agüitado, ni compungido; siendo un funeral se veía normal, sin huellas de que hubiera chillado; se veía bien arreglado eso sí. Y le digo, que empiezan los gritos –digo, tampoco crea uste que eran un chingo; eran pocos, pero como había un buen de silencio pus sí destacaban- y pues que me sumo al pinche coro. Oía yo: ¡fuera! ¡fuera!; y yo como puto eco lis ¡fuera! ¡fuera! El barbas ya había dejado de hablar y los que estaban allá abajo se fueron a poner junto a los retratos para hacer sus guardias mortuorias; y no mames, desde mi lugar, al moverse la gente, veo que camina una viejita a la que agarraba el Gali y otro cuate que no ubico; una señora de cabeza cana, ya bien blanca, que caminaba lento. Y que empiezan otra vez los gritos: ¡asesinos! ¡asesinos! Yo pensé: Pinches ojetes ¿por qué le gritan así a esa cabecita de algodón? No mamen. Lo que nunca me dijo el chavo ese que me contrató era que a quien había que gritarle esas mamadas era a una viejita ya bien canosa, lis, sentí re gacho, pero pos ya cuando camelé, la cosa ya estaba hecha, ¡ni cómo cabrón echarse pa tras! Ni pedo. En ese momento me salió el respeto y amor por mi jefecita, lis. Ni madres, que ya no grito nada, ni aunque me hayan pagado wey.

Luego ya me enteré de cómo estaba la cosa. Esa viejita, que luego supe se llama Olga Cordero, chambea con López Obrador; y, ve uste que se cayó un helicóptero -¿sí sabe, no?- donde iban Moreno Valle y la señora Martha, pus más bien parecía que había que echarle la culpa a ellos del accidente ¿sí me entiende lis? O sea, se pasan estos cuates; todavía ni se sabe nada de por qué se cayó el vehículo y estos weyes como si ya supieran, nos traen aquí pa gritar que fueron ellos los de la culpa; pero así nomás, de güevos, al anónimo, sin dar la cara. Ha de ser pa que no les reclamen ¿verdá lis? Questo, quelotro, que tú dijiste; ellos le sacan al parche con yo ni fui, o yo no dije; a ver compruébamelo ¿verdá? Después ya nomás me desperdigué. Así estuvo la cosa lis.

-¿Cómo te llamas compañero? No es por ser ojeis pero no le puedo decir mi nombre y ni siquiera el apodo; aquí más nos conocemos por el sobrenombre y ni sabemos su nombre de los compas. Si le digo como me llamo, la autoridad me identifica fácil; y si le digo mi apodo, aquí los cuates me ubican rápido; no, ni me pregunte; no hay que chivatear lis, me pierdo de un dinerito de vez en cuando. Oye ¿te puedo hacer una pregunta? –Clarín lis, las que guste; ya sabré yo si se las respondo, pero uste puede hacer las que quiera. -¿Por qué me dices lis? –Ah…pues esa es la abreviatura de licenciado ¿no? –Bueno, la abreviatura en todo caso dice lic. –Y eso qué, ¿a poco es uste lilenciado?

No es un cuento chino. Es, más bien, un cuento costumbrista de fines de la segunda década del siglo XXI; que es cuando en Puebla se registra el suceso aludido. Su importancia literaria radica en ilustrar las inferencias gramaticales que, en ese tiempo, ayudan a describir algunas formas de hacer política.

Heroica Puebla de Zaragoza, a 28 de diciembre de 2018.

José Samuel Porras Rugerio

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