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El nuevo contrato social

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de la República y planteó inmediatamente un nuevo contrato social. La cuarta transformación no se aprecia sólo en el primer plano de su primer discurso como jefe de Estado, el sábado en San Lázaro, sino a través de la forma en la que empaquetó todas sus frases y mensajes de campaña, junto con los golpes de timón que dio durante la transición para establecer claramente el mando nacional. Vista en su árbol, está claro para dónde va. De saque minimizó a quienes piensan que ese proyecto es pretencioso o exagerado, pero escaló. No sólo comenzaba el cambio de gobierno, sino del régimen. Quiere el que existió entre 1930 y 1970, con crecimientos del 6 por ciento, y abolir el que se instaló a partir de 1982, con crecimientos del 2 por ciento. Son los dos mundos de López Obrador que explican el cambio, del neoliberalismo al neonacionalismo.

El discurso de López Obrador, para no perder legitimidad, ignoró la valoración del periodo entre 1970 y 1982, donde el modelo de décadas anteriores chocó con la realidad de un mundo que había cambiado. El gobierno de Luis Echeverría, que siguió el modelo de los cuatro anteriores, llegó a tener una inflación de 26 por ciento y una devaluación de 76 por ciento. El de José López Portillo alcanzó una inflación de 99 por ciento y una devaluación de 582 por ciento. Después de esos 12 años es donde el presidente ubica el principio del neoliberalismo, que controló los fundamentos macroeconómicos (empleo, inflación y tasas de interés), pero produjo crecimientos bajos, producto, según los expertos, de la elevada informalidad, la debilidad de los mercados de crédito, y los altos costos de producción.

Aunque habló de una larga época donde la construcción del sistema político acompañó la bonanza y el fortalecimiento del PRI, López Obrador se refiere específicamente, porque así lo señala, a los años del llamado “milagro mexicano” y del “desarrollo estabilizador”, entre 1956 y 1970, donde no hubo crisis y sí bienestar. El salario mínimo era el equivalente, en valor actual, a 110 pesos, contra el vigente de 88.36 pesos, y la inflación controlada estaba en 3.75 por ciento anual. Ese modelo se aplicó en la cola del cambio de un país agrícola a uno manufacturero, acelerado por la alta demanda de materias primas como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, donde había un mercado cautivo por el modelo de sustitución de importaciones (consumir sólo lo que producía el mercado interno, que es lo que quiere López Obrador) y el proteccionismo del gobierno, que hizo que las empresas perdieran competitividad en el mundo y que la segunda gran industrialización no se consumara.

En aquel México, el gobierno lo era todo. Controlaba las tasas, el tipo de cambio y la inflación, mientras el sector privado, que estaba blindado de la competencia externa, se ocupaba del mercado interno, distribuyendo la riqueza bajo la tutela de la presidencia. Las escaramuzas de López Obrador y sus cercanos durante la transición, buscaron restablecer el orden vertical de aquellos años. La decisión de cancelar el aeropuerto en Texcoco y la amenaza sobre las comisiones bancarias, fueron manotazos sobre la mesa para mostrar quién manda. Cuando anunció el destino del nuevo aeropuerto, sentó a su lado a Alfonso Romo, quien es el jefe de la Oficina de la Presidencia, que días antes había asegurado a los inversionistas que la obra en Texcoco seguiría. Aunque para la mayoría quedó desacreditado ante sus interlocutores, López Obrador le comentó que con esa acción él ya no tendría que ir a buscar a los inversionistas, porque serían ellos quienes acudirían a él. Días después de aquel anuncio, varias empresas involucradas en la obra fueron a ver a López Obrador, lo cual debe haber reforzado su vieja idea de quién debe mandar y qué hay que hacer.

Texcoco no se hará, ha dicho López Obrador, porque hubo corrupción. En su discurso en San Lázaro, cuando habló de no perseguir a los corruptos del pasado, amplió por primera vez su mirada inquisitiva a los empresarios. En el mismo mensaje se refirió a que con los ahorros en corrupción se podrán hacer todos sus proyectos para consolidar la cuarta transformación. Un país de bienestar, como entre 1956 y 1970, donde se distribuye la riqueza mediante un proceso regulado por el gobierno. Si él manda sobre el sector privado y ataca la corrupción, entre líneas, la transferencia de recursos para el país que viene, podría salir de esos capitales.

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El daño está hecho

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, señala que no es ninguna sorpresa, todo mundo lo dijo: la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco acarrearía altos costos económicos. López Obrador tomó esta decisión sabiéndolo, pero le pareció que el precio valía la pena para enviar el mensaje de que, en su gobierno, el poder político estaría por encima del poder económico. Este sábado finalmente tomó posesión como Presidente y tuvo ya que empezar a ejecutar tan delicada decisión. El daño está hecho, habrá altos costos; sin embargo, el primer capítulo, de la que será una larga historia, parece bien diseñado para minimizar los costos con los tenedores de bonos.

El domingo, el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) decidió continuar con la obra del NAIM en Texcoco. Haberla cancelado hubiese generado los argumentos legales para comenzar una serie de demandas en Nueva York de los tenedores de los seis mil millones de dólares de bonos que se colocaron en ese mercado para financiar el NAIM.

Se corrían dos riesgos: que se aplicara la cláusula de pago anticipado por la cancelación del proyecto y/o la percepción de una posible mora (default) de los bonos por la desaparición de la obra que generaría los flujos de efectivo para pagar el capital e intereses del instrumento financiero. Todo esto elevaría el riesgo de los bonos soberanos mexicanos y cuasi soberanos de otras entidades como Pemex y la CFE. El costo financiero para el nuevo gobierno sería altísimo en vísperas de presentar el Presupuesto 2019.

Así que, para evitar este problema, el gobierno de AMLO seguirá temporalmente construyendo el NAIM de Texcoco. Al mismo tiempo, el Fideicomiso del GACM lanzó una oferta para recomprar hasta mil 800 millones de dólares, de los seis mil colocados, en un esquema bien pensado. Con una subasta en reversa, se le ofrecerán a los tenedores de los bonos recuperar entre un 90 y 100% del capital que invirtieron, aceptando una modificación contractual de lo originalmente firmado.

El resto de los inversionistas podrán aceptar, sin vender, dicha modificación y quedarse con los bonos cuyo ingreso estaría asegurado por la Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA) de los usuarios del actual aeropuerto Benito Juárez. Otros, sin embargo, tendrán el derecho de demandar al GACM por incumplimiento, incurriendo en costos legales y esperando que las cortes neoyorquinas emitan una sentencia a su favor.

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Transfigurado e iluminado; místico y cruzado

Joaquín López-Dóriga en nsu columna En Privado, publicada en Milenio, indica que tengo tantas imágenes del día de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador que necesitaré algo de tiempo para asimilarlas.

Son tantos los anuncios, tantas las reacciones, tantos los mensajes, tantos los críticos, tanta la esperanza, que no se puede todo de golpe.

Y empezaría, porque hay que empezar, con algunos apuntes del sábado. Primero no sé por qué el ya ex presidente Peña Nieto se quedó al discurso de AMLO cuando sus antecesores llegaron, entregaron la banda y se fueron.

Pero él decidió permanecer y aguantar acusaciones y críticas: corrupción, impunidad, muertos y desaparecidos, país en crisis y bancarrota, gobierno neoliberal al servicio de la minoría rapaz, y el final de dos de sus reformas clave, la educativa y la energética, a reserva de las que vengan, y la muerte de su obra emblemática, el aeropuerto de Texcoco, que demencialmente seguirán construyendo hasta que el nuevo gobierno llegue a un acuerdo con las empresas y además recompre mil 800 millones de dólares a los tenedores de bonos del NAIM que adquirieron por un total de 6 mil millones de dólares.

Los otros son temas que rebasan este espacio, más lo que se vayan agregando en el día a día.

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El misterio de la elección en Puebla

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, señala que hay en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación quienes buscan estirar la liga en el caso de la resolución sobre los comicios en Puebla, impugnados por Morena. Nos dicen que después de que el magistrado José Luis Vargas hiciera público en Twitter su proyecto que propone la anulación de los resultados, hay magistrados que quieren postergar la discusión y votación. ¿Cuál sería la razón para alargar el fallo cuando el 14 de diciembre debe haber cambio de poderes en el estado? Nos comentan que dos magistrados, Reyes Rodríguez Mondragón y Felipe de la Mata, emprendieron un viaje internacional justo cuando el futuro político de Puebla pende de un hilo y las manecillas del reloj avanzan. Como le decíamos en este espacio, es altamente probable que el caso llegue esta misma semana al pleno, a pesar de la molestia que provocó al interior del Tribunal el tuitazo de Vargas. Lo que sí queda claro, nos indican, es qué quorum habrá en la sesión que desahogue la elección poblana. Tic, tac, tic, tac…

AMLO y gobernadores se ven las caras

Hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador recibirá en Palacio Nacional a los integrantes de la Conferencia Nacional de Gobernadores. Hay dos temas relevantes. El primero, ver cuál será la actitud de aquellos mandatarios que se han rebelado a la decisión presidencial de trabajar con los superdelegados federales, que, a decir de varios gobernadores, atentan contra la soberanía de sus estados. Y la segunda, nos comentan, es que se prevé que en la reunión, que se realizará ya casi por la noche, Claudia Sheinbaum sea presentada ante los mandatarios de los estados como la próxima presidenta de la Conago, una vez que la mañana del miércoles asuma la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, indica que la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, presidida por la panista Patricia Terrazas, se alista para recibir y procesar en un máximo de 10 días la ratificación de Carlos Urzúa como secretario de Hacienda, aunque no deja de inquietar que hasta ayer no había llegado a San Lázaro el nombramiento propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

En ese contexto, Ana Gabriela Guevara solicitó licencia para dejar este martes su curul en San Lázaro y asumir de lleno la titularidad de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, aun cuando la medallista olímpica formalmente inició su gestión al frente de ese organismo el sábado pasado.

QUE como en el caso de Carlos Urzúa, ya pasaron más de 72 horas y hasta ayer no se había ratificado tampoco a Marcelo Ebrard en la Secretaría de Relaciones Exteriores, como establece la reforma política de 2014, y uno y otro ya despachan como si fueran secretarios en pleno.

Por cierto anoche, vía Mario Delgado, AMLO agradeció a la bancada de Morena respaldo, comportamiento, respeto y decoro durante la toma de posesión y le ofreció una reunión en breve para agradecerle a cada uno en persona.

QUE hablando de designaciones, según Santiago Nieto, el ex fiscal electoral y operador de la iniciativa de la Fiscalía General, Alejandro Gertz Manero no está descartado para ser el coordinador general de esa nueva dependencia, por lo que puede ser la mano derecha del próximo fiscal.

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