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Por Carlos Ramírez (*)

Si dicen que sólo se comete un error y los demás son consecuencias, el principal error estratégico del Plan de Paz y Seguridad no tiene que ver con su contenido. Sea bueno o malo, real o ficticio, eficaz o distorsionado, el problema radicará en el hecho de que el jefe de seguridad del país será el presidente de la república.

Los principales operadores del Plan con rango de gabinete presidencial serán meros auxiliares del jefe máximo. Y la contradicción más clara estará en los enfoques: el presidente es un político y los encargados de la seguridad son especialistas; el primero buscará popularidad; los segundos necesitan mostrar eficacia.

Los secretarios del gabinete encargados de la seguridad, en consecuencia, trabajarán para la aprobación de su jefe, el presidente de la república; y como López Obrador es un político dominante, los funcionarios serán sólo administradores de las instrucciones presidenciales.

La presidencialización de la seguridad, en medio de una masacre entre bandas del crimen organizado y de delincuentes contra la sociedad, no hará sino atrofiar el funcionamiento de la seguridad. Porque el dominio presidencial escalará dimensión nacional al convertir a los superdelegados federales en una especie de sheriffs del presidente de la república, pasando por encima de gobernadores y alcaldes.

Para quitarse de problemas, las instancias de seguridad esperarán las instrucciones presidenciales y la falta de resultados se acreditará a la dependencia presidencial.

Los que la tendrán fácil serán los delincuentes. Si racionalizan la nueva estructura de seguridad, tienen ya el punto débil de la estrategia del Estado: el dominio presidencial. Y mantener los márgenes de inseguridad y violencia porque, además, las ofertas de estabilización son menores a los beneficios que obtienen hoy, entonces sabrán que bastará seguir igual para debilitar al adversario.

El riesgo de presidencializar la seguridad se vio en los foros: López Obrador, Alfonso Durazo y Olga Sánchez Cordero fueron apabullados por las quejas de las víctimas de la violencia; y resultó que el Plan de Paz no resuelve las exigencias de las víctimas.

Lo peor que le puede pasar a cualquier estrategia de seguridad es la burocratización centralizadora. Porque las críticas contra los resultados negativos no serán contra los funcionarios responsables, sino contra el presidente de la república.

Los responsables de seguridad tendrán ahora que luchar contra el crimen organizado y además contra la supervisión presidencial regañona, porque el presidente habrá de suplir resultados con reprimendas públicas mañaneras.

Barandilla

● Y peor comienza el plan de seguridad si se vieron desacuerdos en enfoques entre los secretarios de Seguridad, Gobernación, Defensa y Marina.

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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@carlosramirezh

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

Periodista desde 1972, Mtro. en Ciencias Políticas (BUAP), autor de la columna “Indicador Político” desde 1990. Director de la Revista Indicador Político. Ha sido profesor universitario y coordinador...