Tras el triunfo de Morena en las elecciones del 1º de julio y los ataques frontales del Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, contra el Movimiento Antorchista (“Antorcha mundial”, nos llamó con sorna, ante sus seguidores en distintas plazas públicas del país), las amenazas de muerte, los asesinatos y los “accidentes” que le han quitado la vida a integrantes de nuestra organización se han multiplicado y convertido en la constante. Me parece que jamás, en los 44 años de lucha de nuestra organización, habíamos sufrido un ataque tan brutal como ahora. Sólo un loco establecería una relación directa, pero sólo un ciego político negaría que los discursos del Presidente Electo contra Antorcha han servido como pararrayos del odio asesino de nuestros enemigos políticos, que han desatado una ola de terror que ha dejado como saldo crímenes contra los antorchistas de todos los niveles en varios estados del país. Para confirmar que, desde lo más alto del poder político en México se inició con esta guerra que pretende darnos la imagen de “enemigos públicos”, hace unos días el columnista Enrique Laviada escribió: “Por estos días (finales de septiembre de 2018), esta organización ha sido blanco recurrente de los discursos de López Obrador (…)”. Y no hay que olvidar que las campañas liquidacionistas de los “enemigos públicos” siempre iniciaron con su desprestigio público.

Sobre esto, me parece muy ilustrativa la columna de Carlos Loret de Mola que, en la parte que me interesa, dice: “Al presidente electo se le han hecho muchos y muy respetuosos llamados para que modere su lenguaje. Para que entienda que las palabras cuentan, que las expresiones de desprecio a quienes piensan diferente a él sólo acarrean violencia verbal que puede traducirse en violencia física. Hasta ahora, no parece importarle: sigue lanzando injurias, infamias, estigmatizando, haciéndose el gracioso con dichos y términos que buscan a quien lo cuestione”.

Pues bien. Por estos días, el Movimiento Antorchista Nacional ha sufrido la muerte violenta y el asesinato de 9 de sus integrantes: seis antorchistas de base, dos activistas y una líder. En todos los casos, como lo hemos probado, se trata de crímenes políticos y en ninguno hay la mínima intención de hacer justicia para encarcelar a los autores materiales e intelectuales. Cada mes, en promedio tres antorchistas han perdido la vida de forma violenta, algo inusitado para nosotros y que abona al ya muy enrarecido clima político de México.

Pero el asunto se torna más grave por lo siguiente: el primer discurso del señor Andrés Manuel López Obrador contra nosotros fue pronunciado el día 21 de septiembre, en una plaza pública de Mexicali, Baja California; después, la agresión del Presidente Electo hacia nosotros fue constante durante su llamada “gira de agradecimiento”: Guaymas, Sonora; Mérida, Yucatán; Toluca, Estado de México, y muchas otras ciudades más atestiguaron la ráfaga de odio durante varios días. A partir de esa fecha, las agresiones criminales contra Antorcha se dispararon durante todo el mes de octubre: tres amenazas de muerte (una en Yucatán contra la exitosa líder antorchista Aleida Ramírez, otra contra el dirigente de Texcoco, Doctor Brasil Acosta, y una más lanzada frente a cámaras de televisión en Tehuacán, Puebla), tres antorchistas “accidentados” y cuatro más asesinados o muertos de forma violenta. Por estos días, Laviada dixit, hemos sufrido un total de 10 actos criminales: o sea, uno cada tres días. Prácticamente, no hubo semana en que los antorchistas no tuviéramos que ir al panteón a enterrar a un compañero. No es una locura decir que el acoso constante del Presidente Electo alentó a quienes son enemigos de la educación y organización de las masas empobrecidas del país: es decir, se tornó mortal. Y éstos son los hechos:

1. Oaxaca. El primer ataque de esta nueva oleada de violencia se produjo el día 8 agosto, cuando fueron masacrados dentro de un taxi tres mujeres, una jovencita de 16 años y un niño, todos ellos miembros de Antorcha. El odio asesino de los sicarios dejó un cuadro dantesco: el auto recibió tantos impactos de bala como para dejar irreconocibles a algunas de las víctimas.

2. Sinaloa. La noche del 6 de octubre, un automóvil embistió a tres jóvenes activistas de nuestra organización que circulaban por la banqueta de una calle céntrica de Sinaloa. Se trató de una embestida literal y no de un atropellamiento, ya que las víctimas no iban por el arroyo vial. Murieron ahí la excelente bailarina y declamadora Berenice Bonilla López, de 23 años, y el maestro de artes Omar Abit Lugo Espinoza. Además, Marina Laurean Piña, quien iba con ellos, sigue en el hospital luchando por su vida.

3. Oaxaca. Un día después, el domingo 7 de octubre, fue asesinado a tiros el antorchista Apolinar Ventura Paz cuando recogía leña junto con su esposa. El crimen ocurrió en la Mixteca Oaxaqueña, en donde hemos denunciado el asesinato de 22 campesinos antorchistas por parte del grupo criminal que gobierna en San Juan Mixtepec, mismo que les quiere arrebatar mil 700 hectáreas de tierra.

4. Hidalgo. El jueves 11 de octubre, en la carretera Huejutla-Atlapexco, un camión embistió de frente a una motocicleta en la que viajaban los activistas Mario Bautista y Valente Pérez.

5. Tlaxcala. La madrugada del domingo 14 de octubre fue ultrajada y asesinada de forma brutal la líder antorchista Nancy López García, de 27 años. Nancy, una jovencita menuda y valiente, austera y trabajadora, era líder del seccional Huamantla en Tlaxcala. Fue violada, torturada y asesinada al interior de su casa y su cadáver fue arrojado a un sembradío contiguo a su vivienda.

A estos crímenes se suman tres amenazas de muerte contra dirigentes antorchistas destacados, todas lanzadas durante la última semana y que parecen sincronizadas. La primera de ellas contra la líder estatal de Antorcha en Yucatán, Aleida Ramírez Huerta, y dice a la letra: “No kreas ke porke estas en el estado más seguro jajajajajaja#%$#$ tu tambien lo estas y aunke kreas que estas segura en tu bunkerr te tenemos chekadita no te puedes eskapar”, seguido de una serie de injurias en las que se advierte a nuestra dirigente que sufrirá agresiones fatales en caso de continuar con su actividad política. La carta amenazante fue enviada a su domicilio y arrojada por debajo de la puerta.

La segunda amenaza de muerte tuvo como destinatario al líder antorchista en Texcoco, Estado de México, Dr. Brasil Acosta Peña, a través de una llamada a su teléfono celular. Como se sabe, el Doctor Brasil encabeza a un numeroso grupo de colonos y campesinos humildes de aquel municipio mexiquense al que las autoridades morenistas le han negado todo tipo de servicios y apoyos desde que llegaron al poder.

La tercera la hizo, ¡ante las cámaras de televisión!, el zar del transporte en Tehuacán, Puebla, Santiago Mendoza Tierra. Como lo denunciamos hace unos días, a raíz de que varios transportistas de Tehuacán buscaron al Movimiento Antorchista para que los respaldase en su demanda de abrir una ruta con seis combis que transportan niños para llevarlos a sus escuelas, Mendoza Tierra salió a los medios de comunicación a decir, por sus pistolas, que nadie puede pedir nuevas concesiones de transporte público sin su autorización. El señor se siente con tanto poder y presume el respaldo de tan poderosos padrinos políticos, que se da el lujo de amenazar públicamente a los antorchistas y advertirles que, si osan entrar a defender a los choferes humildes, correrá sangre. Transcribo a continuación sus declaraciones ante la televisión: “No permitiré que Antorcha Campesina entre al transporte, no vamos a permitirlo, no importa que caiga alguien (es decir, que asesine a alguien), no importa si voy al panteón o a la cárcel”. Así la rabia y el cinismo de Santiago Mendoza Tierra, pero ¿quién le dice algo? Nadie. ¿El Gobierno morenista de Tehuacán investiga penalmente estas amenazas? No. ¿El Gobierno del estado? Tampoco. Lo que demuestra que Santiago Mendoza Tierra tiene, en efecto, poderosos padrinos que le aseguran impunidad total. ¿Y los pobres y sus derechos? Esos no valen. Sólo merecen la muerte por intentar organizarse. Nosotros, desde esta tribuna, le exigimos al Ayuntamiento de Felipe Patjane que ponga un alto definitivo a la política agresiva de Mendoza Tierra; es su deber y nuestro derecho.

Desde el triunfo de López Obrador el 1º de julio, la postura pública de Antorcha ha sido de cero confrontaciones: no oponer obstáculos a la gestión del nuevo poder, así como evitar a toda costa críticas prematuras, descalificaciones adelantadas y pronósticos infundados de fracasos. Es decir, un respeto absoluto a las medidas que, desde ya, ha comenzado a poner en práctica el Gobierno que entrará en funciones dentro de un mes. Sin embargo, del otro lado la postura ha sido radicalmente distinta y nos hemos visto atacados gratuitamente un día sí y otro también.

Antorcha no es un mal para este país y no es atacándola y asesinando a sus integrantes como se resolverán los graves problemas que padece México. Por tanto, exigimos alto inmediato a la política liquidacionista, venga de quien venga. Exigimos respeto a los derechos de organización, petición y lucha pacífica. Atacar a las organizaciones sociales, repetir y multiplicar las mismas prácticas de los gobiernos más oscuros que ha tenido México sólo enfurecerá a un pueblo que pide a gritos un cambio radical en la política gubernamental y no más atole con el dedo. Por nuestra parte, seremos los primeros en proteger el derecho del pueblo a organizarse para la defensa pacífica de sus legítimos intereses, porque es la única forma de salvar a la patria del abismo en que está a punto de caer. Por tanto, las estructuras de prensa y las masas dispuestas a lucha deben estar listas y aceitadas para el llamado de Antorcha en caso de ser necesaria una defensa nacional de nuestro derecho a existir. Una vez más: la defensa del pueblo, el pueblo mismo.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.