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El error de Texcoco

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que con el avance de una tercera parte del nuevo aeropuerto internacional en Texcoco, parece un sinsentido que una consulta ciudadana donde participará menos del uno por ciento de la población, muchos de los cuales ni utilizan ni les importa el destino de la nueva terminal, definiera un modelo de desarrollo nacional. La construcción trunca quedaría en la memoria como el recuerdo lastimoso de la principal obra de infraestructura, que nunca fue, del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, y la más importante desde que se construyó Ciudad Universitaria, en 1952. En el corto plazo, la cancelación de Texcoco significaría la pérdida de 100 mil millones de pesos ya invertidos, más las multas y las pérdidas futuras al cambiar, a valor de mercado, al decidirse por un proyecto conceptualmente enano.

La derrota de Texcoco en una consulta ciudadana sería una victoria política del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, que desde que andaba en campaña dijo que era una obra “faraónica”. La paradoja es que Texcoco está en una trampa retórica. Aun si la consulta ciudadana o él, decidieran que Texcoco es la mejor alternativa, la obra no dejaría de ser faraónica. El problema no está en lo que falta por construir y el vestido con los acabados de la terminal, sino en el origen de la asignación del ganador del concurso por su diseño y construcción. La ambición estrambótica del gobierno de Peña Nieto lo llevó al predicamento de lo que podría ser el colapso estrepitoso de una obra necesaria.

El error de Texcoco no es su ubicación o que haya mejores alternativas. Desde hace casi 50 años en que se ha hablado de un nuevo aeropuerto, Texcoco siempre ha figurado como la opción preferida. El error radica en que el aeropuerto se concibió más como un proyecto arquitectónico que como una obra de ingeniería civil. Esta diferencia conceptual provocó que los costos se elevaran significativamente. El secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, ha comentado que entre los diferentes proyectos que entraron a la licitación, no hubo mucha diferencia en costo. Pero pensar en lo que se vería sobre la superficie, en lugar de funcionalidad pura, que optimizaría costos, llevó el proyecto a una inversión total superior a los 285 mil millones de pesos. Pudo haber costado menos.

El punto central de la elevación de costos es que el reconocido arquitecto británico Norman Foster presentó un diseño que evoca el aeropuerto de Beijing, o emula al de Hong Kong y al “Queen Alia”, en Amman, que al igual que otros proyectos arquitectónicos que ha desarrollado, refleja su proclividad a la alta tecnología encerrada en arte de acero y vidrio, con futuristas formas a base de curvas que parecen olas o espigas que tocan el cielo. El diseño Foster significó la elaboración de un millón de planos de obra, cuya dimensión se alcanza a ver al comparar que la Línea 12 del Metro, la más sofisticada de todo ese sistema de transporte, tuvo 12 mil planos de obra. Esto significa que por cada plano de obra se tuvieron que construir las piezas exactas para irlas ensamblando, porque muy pocas pueden repetirse con el mismo molde.

El nivel de costo se disparó en la medida que el diseño produjo una complejidad en la construcción. Se puede argumentar que el costo de la obra habría sido inferior si se hubiera recurrido a otro diseño, igual de funcional que el planteado por Foster, pero donde los planos de obra para una terminal pudieran haber sido replicados para las terminales subsiguientes, sin generar costos adicionales. El espectacular aeropuerto de Nueva Delhi, el “Indira Gandhi”, por ejemplo, tiene tres terminales con un diseño e ingeniería idéntica, como también el aeropuerto internacional de Denver, cuyo diseño general incluye lo que en el nuevo aeropuerto en Texcoco denominan la “ciudad aeropuerto”.

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López Obrador y los sindicatos

Leo Zuckerman en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, señala que algo importante está pasando en el mundo sindical en México. Las aguas están muy movidas. Napoleón Gómez Urrutia ha regresado al país con toda la intención de seguir dominando el principal sindicato minero. Elba Esther Gordillo ha salido de la cárcel con toda la intención de regresar a liderar el principal sindicato magisterial. Carlos Romero Deschamps está organizando comicios para reelegirse como dirigente nacional de los petroleros. El nuevo gobierno de López Obrador, por su parte, está en el proceso de definir cuál será su política frente a los sindicatos. ¿Apoyará a líderes charros y corruptos que aseguren estabilidad política o promoverá un proceso de democratización real de los sindicatos?

En Shaping the political arena, los politólogos norteamericanos Ruth y David Collier realizaron un estudio fundamental sobre la relación entre los movimientos obreros y los regímenes políticos en América Latina. Los autores argumentan que la modernización capitalista de principios del siglo XX trajo consigo la formación de una clase trabajadora radicalizada y organizada en movimientos laborales. La reacción de los distintos Estados nacionales latinoamericanos a estos movimientos determinó, según ellos, el tipo de régimen político de cada uno de los países.

De acuerdo con los Collier, las reacciones de grupos conservadores hacia los movimientos obreros derivaron en un sinnúmero de golpes de Estado en América Latina. En México, en cambio, la incorporación del sector obrero a un partido de Estado, el PRI, permitió canalizar y resolver el conflicto entre las fuerzas conservadoras del capital y las fuerzas progresivas del movimiento laboral. El sistema priista fue eficaz para negociar la lucha de clases lo cual, en comparación con otros países latinoamericanos, dio mucha estabilidad a la vida política del país. Esto no es ninguna menudencia si se toma en cuenta los horrores que significaron las diversas dictaduras militares en Latinoamérica.

La relación del Estado mexicano con el sindicalismo oficial fue funcional para ambas partes. Por un lado, se consiguió paz y estabilidad política. Por el otro, los obreros mexicanos lograron ciertos derechos en su seguridad laboral y social. Los mayores beneficiarios de este pacto fueron los líderes sindicales, quienes recibieron jugosas rentas económicas y poderosos puestos políticos. Eventualmente, la complacencia se apoderó de estos dirigentes, quienes cada vez más estuvieron dispuestos a acomodarse que a luchar.

En los años ochenta se dieron una serie de acontecimientos que tuvieron un efecto directo sobre el sindicalismo mundial y mexicano. El sistema comunista, supuesto defensor de los intereses de la clase trabajadora, cayó. El mundo se convirtió en un lugar predominantemente capitalista donde comenzó una despiadada lucha —no de clases— sino de países por conquistar mercados. En esta implacable globalización, los capitales se dirigieron a los lugares donde el trabajo era más barato, productivo o preparado. Esto significó un nuevo reto para los sindicatos acostumbrados a una concepción anacrónica de la lucha de clases.

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Aeropuerto, yo ya no sé

Joaquín López-Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, indica que no deja lugar a la indiferencia. Florestán

El martes por la noche, en la mesa de Si me dicen no vengo, de Foro Tv, volvió a salir el tema ineludible de los cuatro aeropuertos, Benito Juárez, Santa Lucía y ahora Toluca, contra el nuevo de Texcoco, y el método que decidió Andrés Manuel López Obrador para decidir su futuro.

Debo apuntar que por sus declaraciones, y las de sus cercanos, que no pueden ser otra que las de él mismo, están contra el NAIM.

Así lo sostuvo rotundamente como candidato presidencial, así lo han seguido sus designados colaboradores en el gobierno de transición.

El encuentro que encabezó Alejandro Encinas con los machetes de Atenco, y rechazo al proyecto Texcoco, les potenció fuerza y presencia, al punto de convertirlos en el principal argumento para cancelar la obra que se desarrolla en esos rumbos que reivindican suyos.

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Velasco, el jilguero de López Obrador

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, señala que el que no se cansa de cantar, de celebrar cual jilguero, es el político Manuel Velasco Coello. A pesar de sus múltiples actividades —senador con licencia, gobernador de Chiapas y presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores— don Manuel se la pasa de gira canturreando las acciones del presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Nos comentan que Velasco hizo lo propio en una visita a la Cámara de Diputados. En la instalación de la Comisión de Desarrollo Social en San Lázaro, nos dicen, se puso a decir palabras bonitas a favor de los programas sociales que se preparan para el sexenio lopezobradorista. Vaya, nos comentan, solo hay que esperar a que el mandatario chiapaneco y senador con licencia no se agote mucho en esta tarea para que llegue con bríos y con su cachucha de legislador a la toma de posesión de López Obrador, el próximo primero de diciembre.

El hijo de La Quina

Por cierto, Andrés Manuel López Obrador se encontró este miércoles con el hijo de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, el diputado local del PAN en Tamaulipas Joaquín Hernández Correa. Nos comentan que durante una reunión que sostuvo don Andrés Manuel con el gobernador de Tamaulipas, el panista Francisco García Cabeza de Vaca, estuvo también el legislador panista, hijo del ex líder del sindicato petrolero. Y habrá que recordar que López Obrador ha dicho recientemente que no encarcelará a políticos para legitimarse. De paso, en gira por Tamaulipas, nos aseguran que el presidente electo fumó la pipa de la paz con el mandatario García Cabeza de Vaca y hasta se dio un fuerte abrazo con él. ¡Faltaba más!

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, indica que el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, se reunió con la bancada del PRI en la Cámara de Diputados para analizar los temas de su comparecencia este jueves en comisiones, pero no solo eso.

En el salón Alfonso Reyes del CEN del PRI, pidió a los liderados por René Juárez Cisneros llegar a un acuerdo con las demás fracciones para tener una comparecencia de trámite y evitar shows como el de Gerardo Fernández Noroña ante la titular de la Sedatu, Rosario Robles.

Que más tardó el panista Gustavo Madero en subir a Twitter su provocadora pregunta sobre si AMLO está haciendo la consulta sobre el aeropuerto porque es un demócrata o porque es un cabrón, señalando “manipulación” y asegurando que hay gato encerrado, que en tener respuesta.

Y en los mismos términos, por cierto, de parte de Tatiana Clouthier, quien escribió que “se puede ser cabrón sin chingar a nadie, pero hay manipuladores que nunca llegan a ser cabrones”, a lo que el ex líder del PAN lanzó una contrarréplica: “No entendí. Es cabrón, ¿pero no va a chingar a nadie? ¿O va a manipular, pero no va a ser cabrón?”

Así se llevan.

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