Antorcha canta, porque Antorcha es arte. Así, el próximo domingo 26 de agosto, el Movimiento Antorchista Nacional realizará su Concurso Nacional de Coros en Huitzilan de Serdán, un municipio enclavado en un hermoso valle de la agreste serranía poblana que, curiosamente, visto de noche desde la altura, forma con sus luces, un bello colibrí. Es, también, un pueblo en el que sus habitantes ganaron el progreso a fuerza de duras batallas, que han librado organizados y conscientes desde hace 34 años. El crisol de la lucha por la liberación de los pueblos exige sacrificio: y Huitzilan ha pagado, con muchos dolores, su respectiva cuota. Ahora es, sin lugar a duda, un municipio indígena modelo de progreso en México.

Una historia de valentía y arrojo, de hombres y mujeres bravos, de jóvenes inteligentes y aguerridos (como el valeroso y muy querido Manuel Hernández Pasión), que ha dado frutos que se pueden tocar y ver y admirar, llevó a la Comisión Cultural Nacional de nuestra organización a elegir a Huitzilan como la sede de este importante concurso que reunirá a coros de todo el país. Huitzilan tiene mucho que enseñar a los pueblos de México, su ejemplo debe ser cantado, divulgado y, siempre que se pueda, visto y palpado por los desheredados de la patria para infundirles ánimo y valor en las batallas por la liberación de sus propios pueblos, que tanto lo necesitan, como lo demuestran las estadísticas oficiales sobre pobreza y marginación. No es que a Huitzilan ya no le falte nada, pero puede mostrar un impresionante avance en las condiciones de vida de los habitantes. Aún hay largo camino por recorrer, pero el tramo avanzado le hace honor a cada gota de sangre derramada en la búsqueda del progreso.

Huitzilan ahora es un municipio de paz, que trabaja para ganarse el pan de cada día, y que ha desarrollado para beneficio de sus habitantes una buena infraestructura urbana.

Hasta este municipio, pues, esperamos la llegada de coros formados por niños, jóvenes, universitarios, campesinos, obreros y colonos, para mostrar el trabajo cultural que todos los días realiza Antorcha en las zonas en donde hace trabajo político, porque arte y política no pueden vivir separadas cuando son auténticas. Sabemos que la pobreza material acarrea, por fuerza e inevitablemente, pobreza cultural. El que no tiene para comer, no puede disfrutar de las grandes creaciones artísticas de la humanidad. El que no sabe leer, no puede paladear las letras de poetas y escritores. El que debe trabajar de sol a sol por mísero mendrugo, no puede practicar ballet, o el baile folclórico, o las danzas mexicanas, o la música nacional e internacional, o la declamación y la dramaturgia. No, no puede, porque el trabajo excesivo, el cansancio sumo, se lo impide. Pero en esta cadena de fatigas, un eslabón debe romperse para comenzar a crear a un mexicano nuevo, orgulloso, multifacético, contento, libre y con pensamientos elevados. Eso es lo que busca Antorcha. Nuestro trabajo cultural busca quebrar las cadenas intelectuales que mantienen sumiso a un pueblo entero, para convertirlo en un gigante de aspiraciones elevadas.

En efecto, Antorcha es la única organización política de México que se ha preocupado por crear, en serio, una corriente cultural pensada para masificar el arte, para limpiarle la polilla que le imprimen las élites “intelectuales” del país y el mundo, y llevarla a vivir plenamente entre los corazones de las mayorías desheredadas de este mundo. ¡Hay que salvar al arte del manoseo intelectualoide y entregarlo a las masas, en donde hallará buen cobijo! Eso es lo que hace Antorcha con su política cultural, que a propios y extraños asombra. Estamos orgullosos de ella y cada día trabajamos para hacerla crecer y levantarla cual gigantesca ola que refresque el ánimo y el intelecto de quienes deben aprestarse a luchar por un mundo mejor, armonioso, justo y equitativo.

Por eso organizamos este Concurso Nacional de Coros, así como cada año organizamos con entusiasmo el Concurso de Folclor Internacional en Oaxaca, el Concurso Nacional de Declamación en Tabasco, el Encuentro Nacional de Teatro en SLP, el Concurso Nacional de Voces en Hidalgo, o nuestras ya famosas y admiradas Espartaqueadas, la perla cultural antorchista, que son la suma y síntesis de un colosal trabajo de educación popular y que se han colocado, hoy por hoy, como el encuentro cultural no gubernamental más importante del país.

En el quehacer cultural nacional, al pueblo mexicano se le ha relegado a la tarea de ser un mero consumidor de la cultura de moda con que nos bombardean noche y día -y hasta en la sopa- los medios de comunicación, y que es parte de un proceso de colonización intelectual que nos tapa los ojos ante los problemas del mundo. Al statu quo no le interesa que el mexicano practique arte y conozca la cultura, por lo menos no de manera general. No se le siembra en las escuelas -ni en ningún lado- la curiosidad por el arte y tampoco se le dan las condiciones, ya no para su práctica (sería mucho pedir), sino cuando menos para su disfrute. Hay más de 100 millones de trabajadores que jamás han acudido a un teatro, porque los boletos son caros, por ejemplo. Las grandes compañías de ballet del mundo, por lo menos en Puebla, se presentan en foros semivacíos. Las salas de concierto están desiertas. El disfrute y la práctica del arte se ha reservado para una élite que se enclaustra y vigila con celo lo que consideran “su” herencia, así como pasa con la riqueza que creamos todos los mexicanos. El arte, pues, está secuestrado.

Creemos que el hombre, para que pueda aspirar a una vida mejor y justa para todos, debe tener horizontes amplios de pensamiento. Y en esta tarea, las creaciones artísticas de México y el mundo, desarrolladas a lo largo de miles de años, son una pieza clave, fundamental. Es necesario enseñar a los pueblos a disfrutar y practicar las artes. Vladimir Ilich Lenin, jefe de la Revolución Rusa, dijo en octubre de 1920 ante el congreso de las juventudes: “hay que enriquecer indefectiblemente la memoria con los conocimientos de todas las riquezas creadas por la humanidad”. Y eso es, ahora, más necesario que nunca si queremos cambiar la mentalidad de un pueblo entero para que sea el protagonista de su propia liberación.

Antorcha no hace arte sólo porque sea estético y bien visto por la sociedad. Antorcha hace arte porque así lo demanda nuestra labor política, nuestra labor de organización y educación de un auténtico movimiento que pueda dirigir los derroteros de este país en un futuro ya no muy lejano. Por eso, qué grato será ver, en este Concurso Nacional de Coros, a los niños, estudiantes, campesinos y colonos, ensamblando lo mejor de sus voces para fundirse en una sola voz fraterna, potente y bella. Antorcha, como dijo en su “Juventud mexicana” el poeta Antonio Guzmán Aguilera: “Canta, canta a la vida… que allí está la victoria”. ¡Enhorabuena!

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