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El tatiasca de los traidores del PRI

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, indica que el sábado pasado tuvieron un desayuno los miembros del llamado Grupo Plural que encabeza el ex diputado federal Jaime Alcántara Silva, el cual tuvo propósito analizar la situación en que queda el PRI poblano después de los comicios del 1 de julio.

Al encuentro, que tuvo lugar en un restaurante de la 16 de septiembre y 41 Oriente, acudieron 18 de sus integrantes, quienes discutieron sobre la campaña de Enrique Doger Guerrero a la gubernatura, las deserciones y traiciones de algunos de sus militantes y dirigentes, y el rumbo que debe tomar el PRI si quiere subsistir.

En general, todos coincidieron que el PRI debe reestructurarse y cambiar de dirigentes, aguardando, por un lado, los ajustes que seguramente se darán en su dirigencia nacional y, por otro lado, la o las corrientes que intentarán tomar sus riendas para refundarlo.

Punto controversial en el encuentro fue la propuesta que hizo Armando Díaz Arteaga, en el sentido de que el Grupo Plural se pronunciara por la expulsión de priístas francamente traidores como el dirigente estatal de la CTM, Leobardo Soto Martínez, y el ex gobernador Melquiades Morales Flores.

Los que se fueron se fueron, pero los traidores que siguen adentro son los más peligrosos, dijo.

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Porros vs mapaches

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, señala que nada más válido y justificado que defender lo que consideras una injusticia social.

Las acciones y reacciones de los líderes de Morena en Puebla están acompañadas por un presunto fraude electoral, sustentado en lo sucedido la tarde-noche del día de la elección.

Exigir que a través de los tribunales se resuelva una elección tan cuestionada como la de Puebla era un tema natural y obligado.

Sin embargo, un error de cálculo de la dirigencia de Morena, los llevó a tomar como bandera la supuesta mapachera del hotel MM, cuando el tema de fondo debió centrarse en los violentos hechos de la jornada electoral y no en el laboratorio de delitos que pensaron descubrir.

Sin darse cuenta, desviaron el tema mediático que les daba un bono a favor, porque los muertos, las balaceras, el robo y quema de urnas, el uso de autos oficiales y la presencia de comandos armados y encapuchados era suficiente para generar la solidaridad ciudadana.

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Personal del IEE habría distribuido el material clonado de la elección de gobernador

Fermín Alejandro García en su columna Contracara, publicada en La Jornada de Oriente, indica que de acuerdo con la ruta que en Morena se ha trazado del timo en la elección de gobernador, habría sido desde el área de Organización del Instituto Estatal Electoral (IEE) donde se mandaron a clonar actas y boletas, se hizo la logística para cambiar la papelería original por la apócrifa y se elaboraron los cálculos para hacer cuadrar las cifras a favor del morenovallismo.

El área de Organización del IEE depende fundamentalmente de dos personajes: Dalhel Lara Gómez, la secretaria ejecutiva del organismo, y el consejero Federico González Magaña, cuya presencia en el instituto viola los principios rectores de un proceso democrático de imparcialidad y legalidad, ya que este personaje ha sido un morenovallista destacado desde el año 2010.

Y en el caso de Dalhel Lara, ella es quien realmente controla el funcionamiento del IEE, apoyándose de un funcionario llamado Julián Corona Cabañas. El presidente del organismo, Jacinto Herrera Serrallonga, está supeditado a lo que deciden los dos anteriores personajes.

Se dice que desde las oficinas de Organización del IEE se habría comisionado a un tal Gerardo, quien viajó a la Ciudad de México unas semanas antes de las votaciones para imprimir miles de boletas, sábanas y actas de escrutinio, que son clones de la documentación oficial.

Eso quiere decir que hay toda una industria de la falsificación de material electoral, que se trafica a cambio de muchos cientos de millones de pesos.

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El rector Esparza salta del barco morenovallista

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, señala que el primero en abandonar el barco morenovallista es Alfonso Esparza, el rector de la BUAP.

Ninguna felicitación a la gobernadora electa, Martha Érika Alonso. El Tío Poncho lleva semanas alejado de la órbita del poder.

En la recta final de las campañas, dio luz verde para respaldar desde El Carolino a los candidatos de Morena en la capital.

Particularmente se enfocó hacia la hoy alcaldesa electa, Claudia Rivera Vivanco.

Es más, el domingo 1 de julio operadores de la BUAP apoyaron una casa de seguridad por la zona de la 46 poniente.

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Puebla, el Macondo nacional

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que hay que reconocerlo: desde su asunción como grupo hegemónico, el morenovallismo inauguró el “realismo mágico” como sello característico en el ejercicio del servicio público y la política poblana.

Aquí, se vive en un microcosmos que se rige bajo leyes particulares y una lógica muy específica que, siempre, invariablemente, acaba jugando a favor de los intereses de los suyos.

Sí, habitamos una especie de macabra isla de lo bizarro y lo grotesco.

Ejemplos sobran y pueden ser conjugados en pasado y presente.

Aquí, los números se mandan solos y la matemática elemental de plano no aplica.

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El lazo sobre el cuello

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada en Diario Cambio, señala que otra teoría del fraude electoral en Puebla cayó ayer: luego de terminar los cómputos distritales y municipales, el Instituto Estatal Electoral definió su cálculo sobre la asignación de diputados plurinominales, y oh, sorpresa, le dio la mayor cantidad a Morena, con lo que la coalición Juntos Haremos Historia tendrá mayoría en el Congreso local: 22 diputados de 41.

Aunque los ‘barbosistas’ nos habían advertido que los consejeros fraguaban una ‘machincuepa’ para darle vida artificial a los partidos morenovallistas, resultó una mentira más: PSI, PRD y Compromiso por Puebla no tuvieron asignación, y eso abrió la puerta para que el cálculo beneficiara de forma contundente a Morena, que se llevó cinco diputados de representación proporcional, muchos más que el PAN o el PRI.

La mayoría en el Congreso para Morena perfila un sexenio infernal para Martha Erika Alonso, quien vivirá un asedio permanente, día a día, a lo largo de seis años, y en un futuro inmediato no habrá forma que Puebla encuentre paz o estabilidad. El odio, la crispación, se ha instalado entre nosotros de forma permanente.

El asedio a la gubernatura de Martha Erika ocurrirá desde distintos frentes. La civilidad no parece argumento suficiente para frenar la ola de mentiras con las que Barbosa construye una posverdad ayudado por algunos medios de comunicación que bañados en pureza ocultan sus intereses, pero también por un ánimo social adverso hacia el morenovallismo, resultado del desgaste de ocho años en el poder.

El asedio, por supuesto, comenzará en el Congreso local, donde aprobar cuestiones que requieren mayoría simple como leyes o el presupuesto será difícil, pero aprobar las que requieren mayoría calificada de dos terceras partes —reformas constitucionales, designación de magistrados o comisionados— será imposible, pues los dos bandos se encuentran lejos de sumar los votos necesarios.

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Los Hijos de la Impunidad que Pronto Tendrán Fuero

Mario Alberto Mejía en su columna La Quinta Columna, publicada en 24 Horas Puebla, indica que si México ya cambió, ¿entonces por qué Miguel Barbosa y los agresores de panistas, funcionarios de la FEPADE local y un septuagenario se amparan en los argumentos más inverosímiles para evitar que la justicia caiga sobre ellos?

Luego de que trascendió que había órdenes de aprehensión en contra de los rijosos que encabezaron la toma del Hotel MM, responsables absolutos de la violencia desatada en todas sus modalidades, los influyentismos afloraron.

Lo curioso es que quienes se victimizaron y terminaron apelando la cultura de la impunidad son los mismos que llevan días repitiendo que México ya cambió.

En el México de antes del 1 de julio la impunidad y la inmunidad eran las cartas de un régimen caduco.

Tras la victoria brutal de López Obrador, ese México se fue al caño.

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