Columnistas-AlbertoHidalgoMontes

El pasado día 5 de julio, tras el cierre del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), en el estado mexicano de San Luis Potosí se despertaron con la noticia que ha tomado una mediatización inesperada, Pedro Carrizales Becerra, alias “el Mijis” era virtual ganador de la contienda por la diputación del distrito electoral número 8 de esa entidad.

Este personaje de origen humilde, ajeno a la política, tatuado, que aún vive en una colonia popular, que ha estado en prisión y que hoy en día hace trabajo comunitario con pandilleros ha sido blanco de miles de críticas tanto buenas como malas, incluso, algunas comparándolo con el abogado, artista y político checo Valdimir Franz (quien tiene tatuado el 95 por ciento de su cuerpo), quien saltó a la fama a finales de 2012 cuando cerca de 90 mil personas firmaron para solicitar su candidatura a la presidencia en un país en el que los votantes están cada vez más cansados de sus políticos a los que acusan de corruptos y de no cumplir sus promesas, más de dos décadas después de la caída del comunismo. Sin embargo, la anterior aseveración se muestra hasta un punto fuera de contexto debido al contexto social, cultural y educacional.

El discurso del Mijis es claro, el luchar contra la discriminación e integrar a todos los sectores de la sociedad. Los comentarios están más que polarizados en cuanto a su persona, sin embargo, no hay que perder de vista ciertas situaciones

1. El problema no es que esté tatuado, tan delincuente puede ser una persona tatuada como que carezca de ellos, lo mismo ocurre con la posición socioeconómica. En lo personal como persona que tiene tatuajes, me da pena ajena que a estas alturas de la civilización, esta clase de estigmatización siga viva.

2. El problema no es que haya estado en prisión. ¿Qué no siempre hablamos de reinserción social y de segundas oportunidades?

3. El problema no es que sea ajeno a la política, ya que muchos de los que se han dedicado a la política por años dan pena ajena y han sido una decepción para sus votantes

Coincido con el actor Héctor Suárez que sostiene que para ser un buen político hay que tener, antes que nada, un gran amor por nuestro país, sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, pese a decir que ahora solo trabaja con niños banda sigue afiliado a su pandilla como ha sido demostrado en imágenes recientes, estimado lector dirá usted ¿y qué probablemente el no hace nada? Recordemos que la diferencia entre una tribu urbana y las pandillas es el factor delincuencial, es decir, la organización a la que pertenece si tiene nexos delincuenciales de alguna forma.

San Luis Potosí es un estado que tiene grandes problemas de pandillas debido a la deportación de connacionales que al llegar a su lugar de origen continúan siendo parte de la organización pero al estar lejos de ella generan filiales de la misma llamados “crews”, es común que, aparte de generar violencia y delincuencia generen un punto de exportación de drogas a los EUA a través de personas afines a estas organizaciones y a su regreso a México traigan consigo dólares para blanquear así como armas (situación que ocurre en muchas comunidades de México y Latinoamérica).

El caso del “Mijis” es sin precedentes en el país, si se investiga a fondo y no tiene nada que esconder será muy interesante que lo dejen trabajar y medir su desempeño, sin embargo, si sus nexos con los grupos delincuenciales persiste es importante señalarlo y poder actuar en consecuencia ya que las organizaciones pandilleras estarían infiltrando al de por sí ya jodido (no se me ocurre otra palabra) sistema político mexicano.

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*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

Experto en el tema de seguridad y pandillas.