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Qué tonto plan

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, señala que si alguien pensaba que ya habían terminado las ocurrencias en materia de seguridad y combate al crimen organizado con el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, que revise la prensa para descubrir que el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador se encamina a rebasarlo por izquierda y derecha. La última pincelada de la improvisación la dio la doctora Loretta Ortiz, exdiputada de Morena y una muy reconocida especialista en derecho internacional, enfocada a los derechos humanos, particularmente de migrantes, al proponer en una entrevista que como parte de la pacificación del país, el nuevo gobierno va a servir de mediador entre las bandas criminales para que hablen entre ellas y para que las persuadan de regresar al orden legal, que por las buenas claudiquen a su lucrativo negocio del narcomenudeo y el narcotráfico, y que dejen de pelearse entre ellas porque están causando zozobra en el país. La cuarta transformación de la República que propone López Obrador, también pasa por el arrepentimiento de los criminales y su redención.

Para frenar la violencia en estados como Guerrero o la Ciudad de México, le dijo a Carlos Marín, director de Milenio, “hay conflictos, incluso entre grupos (a quienes) se puede ofrecer la mediación comunitaria que, de hecho, ya se ofrece, por ejemplo en el caso de Tepito (donde) se actúa a través de esa mediación comunitaria”. ¿Y cómo se establecería esa comunicación? Ortiz respondió: “Hay un facilitador y el que viene a representar a un grupo y el otro representante de grupo, o los grupos integrados. Entonces tiene que haber una voluntad obviamente de arreglar las cosas”.

O sea, un gobierno legalmente constituido convoca a los líderes de los cárteles o las bandas criminales, que deberían de estar siendo perseguidas, para que se decrete una tregua a fin de que un facilitador del gobierno federal los siente en una mesa de conciliación –como donde se dirimen los conflictos laborales entre patrones y trabajadores– y les haga ver que su reinserción a la vida legal es lo mejor que existe para que haya paz en México. “Si vamos a llegar a acuerdos de pacificación –agregó la doctora Ortiz– se tienen que retirar del campo de la ilicitud; o sea, no van a ser acuerdos para llegar a un resultado de que se metan en actos ilícitos”. No se van a meter, ya están.

Más allá del galimatías de la doctora, hay que revisar la complejidad de la realidad frente a la ligereza de su solución. Lo primero es la convocatoria. ¿Cómo llamarlos a una reunión de esa naturaleza? No lo dice, pero ¿cómo se hace? En 1989, al entonces secretario de Gobernación, el policía político por excelencia, Fernando Gutiérrez Barrios, se le acercó a pedir consejo para combatir la delincuencia el primer procurador capitalino nombrado por el entonces presidente Carlos Salinas. Lo primero, le dijo, era llamar a sus jefes de policía y decirles que no quería ningún robo, ni el más mínimo, en el Poniente de la Ciudad de México, porque es donde se encuentran las personas que tienen acceso a los medios de comunicación y cualquier acto delictivo tiene enorme repercusión. Que delinquieran en el Oriente, pero que no cruzaran la línea porque los aplastarían. ¿Y cómo se enterarían los delincuentes?, preguntó el bisoño funcionario. No se preocupe, respondió, sus comandantes les informaran a los delincuentes. El procurador entendió que eran lo mismo y al mes renunció.

La doctora Ortiz, si no sabe cómo van a llamar a la mesa a los criminales, ahí está esa vieja recomendación que en muchas partes del país, se puede argumentar, sigue vigente. Pero entraría en un espacio de complicidad delincuencial antes de enfrentar el segundo problema. ¿Cuáles son los incentivos para ellos? No perdamos el tiempo en busca de explicaciones. No existe ningún incentivo. Las bandas criminales no responden a llamados de paz salvo que, por acuerdo entre ellas, dejen de pelear y se repartan el mercado para evitar la confrontación con fuerzas federales. Pero voluntariamente, como cree la integrante del Consejo de Asesores de Seguridad de López Obrador, imposible.

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Las dudosas señales de AMLO sobre la inseguridad

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, indica que he argumentado por qué me parecen positivas las primeras señales enviadas por el nuevo gobierno de AMLO sobre la política económica y negativas las relacionadas con el combate a la corrupción. Hoy toca el tema de la inseguridad, donde las señales dejan dudas.

Me gusta, y mucho, cambiar el discurso sobre la violencia que está en su peor momento de los últimos veinte años. Desterrar la idea de la “guerra en contra del crimen” para empezar con una de “pacificación”. No creo que sea un mero asunto retórico. Implica una nueva visión del problema. Tanto Calderón como Peña fracasaron en este asunto. Si seguimos haciendo lo mismo, continuaremos teniendo los mismos malos resultados. Hay que buscar y encontrar nuevas políticas públicas que efectivamente funcionen.

En este sentido, me encanta la idea de legalizar la mariguana con fines recreativos, algo que apoya la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. Ya es hora de aceptar que la prohibición ha fracasado para resolver el consumo y adicción de las drogas. Éste no es problema policiaco, sino de educación y salud pública. Estados Unidos y Canadá ya lo están haciendo. Nos toca. En lugar que las policías se dediquen a perseguir el consumo de drogas, mejor que le den prioridad a los delitos que más agravian a la sociedad: Homicidio, secuestro y extorsión.

También es positiva la idea de legalizar la producción de amapola para medicamentos opiáceos. En el mundo hay una gran demanda por estos productos y México es un país donde se da muy bien esta planta. En Guerrero existe una gran producción que se usa para drogas ilegales que se exportan a Estados Unidos. El crimen organizado ha sido el gran beneficiario de esta situación. Es una buena propuesta que México consiga una mayor cuota de producción de amapola para opiáceos legales. Sería un gran negocio para regiones como Guerrero, donde existen municipios muy pobres hoy controlados por los delincuentes.

Otra señal buena es que el próximo Presidente tenga reuniones “todos los días con su gabinete de seguridad y justicia para revisar avances, definir estrategias, tomar decisiones ejecutivas y coordinar y alinear esfuerzos”. Eso hizo AMLO cuando fue jefe de Gobierno del DF con buenos resultados.

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Los detalles de aquel domingo

Joaquín López-Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, señala que no voy a descansar porque nunca me he cansado. Florestán

El viernes 29 de junio, en vísperas de las elecciones del domingo, el presidente Enrique Peña Nieto y José Antonio Meade comieron solos en Los Pinos.

Y allí hablaron de todo. De los días pasados, de las campañas, de lo que vendría el domingo, dominando en el anfitrión la idea del triunfo.

En un momento dado, el invitado le habló del plan B: derrota, respuesta y tiempos, cómo salir a reconocer, cuándo y qué decir.

Meade le dijo que si la ventaja de Andrés Manuel López Obrador era muy amplia, saldría de inmediato a conceder; que si en las encuestas de salida perdía de 2 a 4 por ciento, esperaría al conteo rápido de Lorenzo de Córdova, a las 11 de la noche, pero que de lo contrario saldría antes, esto, claro, en caso de una derrota.

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AMLO no se subirá al avión presidencial

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que pese a que es un invitado del presidente Enrique Peña Nieto, el virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, no viajará a la cumbre de la Alianza del Pacífico, en Puerto Vallarta, Jalisco, a bordo del avión presidencial. Nos dicen que don Andrés Manuel realizará su primer viaje luego de la elección en aerolínea comercial. El tabasqueño afirmó que su viaje será austero y que se hospedará en el mismo hotel que acostumbra. Y ya metidos en temas de política exterior, AMLO dio ayer un apapacho a Marcelo Ebrard, a quien propondrá como canciller. Algunos malquerientes de don Marcelo han argumentado que su trabajo en la pasada campaña presidencial de la candidata del Partido Demócrata de Estados Unidos, Hillary Clinton, quien compitió por la presidencia de aquel país y fue derrotada por Donald Trump, podría afectar la relación bilateral. Sin embargo, López Obrador ayer defendió su decisión de designar a Ebrard como encargado de la política exterior y le refrendó su confianza.

Morena ahora es amigable con el nuevo aeropuerto

Cosas de la política y de los nuevos tiempos: en las filas de Morena salieron amigos al proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Así ocurrió en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, cuando la senadora Carmen Ojesto Martínez Porcayo, suplente de Layda Sansores, pidió desechar una proposición con punto de acuerdo que planteaba la cancelación de la mayor obra del sexenio. La legisladora alegaba eventuales daños al medio ambiente por la construcción emplazada en lo que fue el Lago de Texcoco, pero hubo un repliegue al trámite legislativo. Nos dicen que este pasito atrás es armónico con el apoyo del equipo de Andrés Manuel López Obrador a las nuevas instalaciones. ¿Será el impacto de los resultados en las elecciones del 1 de julio?

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que aunque al futuro canciller, Marcelo Ebrard, no le parece que requiera “medidas extraordinarias” la visita de cuatro secretarios de primer nivel del gobierno de Estados Unidos y una comitiva adicional de seis funcionarios, al final la administración federal actual tendrá que garantizar la seguridad de los invitados, que también se reunirán con Enrique Peña Nieto.

La calle de Chihuahua, entre Insurgentes y Monterrey, tendrá que estar cerrada el próximo viernes, además de que el Estado Mayor Presidencial acudirá a supervisar las instalaciones, más allá de que el equipo de AMLO insista en que no permitirá a los militares tomar el control y que la seguridad al interior será su responsabilidad.

Que a pesar de que hasta hace unos cuantos días todos los panistas lo buscaban, se querían retratar con él y pasar a la posteridad con la tradicional selfie, hoy muchos no solo repudian a Ricardo Anaya, sino que hasta la confianza le han perdido.

No contentos con el anuncio de que no regresará a la dirigencia del partido, exigen la creación de una comisión plural conformada por notables militantes de Acción Nacional para que se encargue del proceso de renovación de la ahora vapuleada dirigencia.

Bueno, el colmo es que ayer el ex candidato presidencial salió solo y su alma del restaurante Los Canarios de Reforma, donde comió y vio el partido Francia-Bélgica del Mundial.

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