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Odiosas comparaciones electorales

Rodolfo Ruiz en su columns La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, señala que los datos que arrojó el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del Instituto Electoral del Estado (IEE) con el 98% de las actas de escrutinio capturadas, nos permite hacer algunas comparaciones sobre el comportamiento de los votantes de Puebla a nivel estatal y municipal.

En esta ocasión vamos a revisar cuál de los dos partidos punteros de la contienda resultó más competitivo, qué candidatos fueron mejores en la capital considerando a Martha Erika Alonso y a Eduardo Rivera Pérez por un lado, y por otro a Luis Miguel Barbosa Huerta y a Claudia Rivera Vivanco.

¿Quién obtuvo más sufragios en la Angelópolis: Martha Erika Alonso o Miguel Barbosa?

Haciendo un recuento de la votación registrada por el PREP en los siete distritos locales que tienen por cabecera la ciudad de Puebla, la respuesta es Miguel Barbosa.

El abanderado a la gubernatura de la coalición Juntos Haremos Historia obtuvo con el respaldo de tres partidos nacionales (MORENA, PES Y PT) 246 mil 559 votos, contra 228 mil 908 de su contrincante más cercana.

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Habría sido un funcionario del IEE al que ocultaron en la mapachera del PAN

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, señala que el misterio de quién era el personaje, o los personajes, que durante casi 10 horas estuvo oculto (a) en la mapachera electoral del PAN en el MM Grand Hotel no se ha podido esclarecer, pero ha surgido la versión de que no era Martha Érika Alonso Hidalgo la que estaba ahí, sino que se pudo haber tratado de algún integrante del Consejo General del Instituto Estatal Electoral (IEE), siendo esa la causa por la cual se mandó al secretario de Seguridad Pública, Jesús Morales Rodríguez, a montar personalmente un operativo para sacar a escondidas a esa figura secreta.

Si se hubiera constatado la presencia de Martha Érika Alonso, desde el punto de vista jurídico, no habría pasado nada. Al final el PAN admitió que en el hotel MM tenía un centro de operación política. Pero si se hubiera descubierto a algún integrante del IEE se habría derrumbado el sistema electoral local y por ende, la estrategia de fraude del morenovallismo, ya que con la mano en la cintura el Instituto Estatal Electoral habría sido declarado incompetente para concluir con el proceso comicial.

Para nadie es un secreto que el IEE está actuando con total parcialidad a favor del PAN y su candidata Martha Érika Alonso, por lo que no hubiera sido raro que alguien de ese órgano hubiera estado este martes en el hotel MM ayudando a cuadrar las cifras con que se quiere proclamar a la coalición Por Puebla al Frente ganadora de la contienda por la titularidad del Poder Ejecutivo.

Poco antes de las 12:30 de la noche del martes, en un cuarto de servicio del hotel MM permanecía resguardada una persona por militantes del PAN y policías estatales vestidos de civil. Al sitio llegó Jesús Morales a dialogar con quien estaba ahí encerrado. Minutos más tarde salió de ese espacio el presidente estatal del PAN, Jesús Giles, quien fue seguido por todos los presentes y lo custodió Morales Rodríguez. Ese fue una distracción para que otros agentes de seguridad pública, que no vestían de uniforme, sacaran a toda prisa a otra persona, a quien ocultaron en el tercer piso del inmueble.

¿Era posible que hubiera alguien del IEE? Si había en la mapachera un magistrado del Tribunal Superior de Justicia, Israel Mancilla, era posible que también estuviera alguien del órgano regulador de las elecciones locales. La mejor prueba de que este asunto genera mucho nerviosismo en el instituto es la respuesta que dio su presidente Jacinto Herrera, quien ayer reaccionó evasivo e irascible con la prensa cuando le preguntaron del tema. Cuando alguien actúa de esa manera, es que algo oculta.

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Barbosa se bebió en un solo día su resistencia civil

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada en Diario Cambio, indica que desde las oficinas centrales del INE el caso Puebla se mira con horror. Es el ‘negrito en el arroz’ de la organización perfecta de los comicios presidenciales más complejos en la historia del país, concurrentes además con decenas de procesos locales y nueve gubernaturas, y que Lorenzo Córdova Vianello está a punto de sacar con nota perfecta.

Ese ‘pero’ es la negativa de Luis Miguel Barbosa a aceptar el resultado y la deriva en violencia poselectoral que se vivió en el Hotel MM cuando los aliados del candidato, encabezados por José Juan Espinosa, Gabriel Biestro y Alejandro Armenta, dejaron imágenes que los perseguirán para siempre en su carrera política.

Un día después de la violencia, como casi siempre ocurre, llega la cruda, pues en el frenesí nunca pensaron dejar tantas huellas en video, pero ya en frío la mayoría de ellos captan el costo político, entre ellos Armenta, que declara concentrarse mejor en su llegada al Senado.

Todos excepto José Juan —que ya no es activo y es solamente tóxico— y el propio candidato, que ante las cámaras de Imagen Televisión dice que los hechos ocurridos en el Hotel MM son “actos de dignidad del pueblo” y no violencia. “¿Qué querían, que aplaudiéramos?”, dice el candidato Barbosa, que envió a su infantería pero evitó hacer acto de presencia.

La violencia, lo sabe cualquier teórico medianamente informado de la política, es el recurso más efectivo, pero que implica un gran desgaste del combustible denominado legitimidad. El gobierno de Moreno Valle fue uno antes de Chalchihuapan y otro después, como el sistema priista fue uno antes de 1968 y otro después.

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Académico de Día / Carnicero de Noche

Mario Alberto Mejía en su columna La Quinta Columna, publicada en 24 Horas Puebla, señala que Roberto Elí Esponda Islas, profesor de Derecho Electoral y futuro regidor del ayuntamiento de Puebla, dio una cátedra pública de su cultura política junto con José Juan Espinosa —porro legislativo permanente— durante el asalto a un cuartel panista registrado ante el INE.

Ambos tienen un pandillero dentro.

El de José Juan es permanente.

El de nuestro personaje, inédito.

Y los dos lo demostraron a plenitud.

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