Los días posteriores al 9 de Julio de 2014 constituyeron una de las más peligrosas crisis del gobierno de Rafael Moreno Valle. El caso del niño asesinado en San Bernardino Chalchihuapan estuvo a punto de provocarle el golpe más severo a su gobierno e impedir el avance de sus proyectos presidenciales.

Derivada de la ausencia de contacto con la realidad que se vivía, manoseada por Luis Maldonado Venegas y Facundo Rosas la información del cierre de la Atlixcáyotl por los pobladores de Chalchihuapan ofendidos por haber perdido la posibilidad de registrar a sus muertos y a sus vivos por una concentración administrativa del gobierno, el gobernador ordenó “castigo ejemplar” a los revoltosos. Las consecuencias son conocidas por todos.

El escenario electoral que se avecina es muy similar. La información de la realidad que vive el morenovallismo a la puerta del 1º de Julio está manoseada y la prueba letal ha sido la magna concentración de los seguidores de López Obrador y todos sus ahijados en busca de posiciones electorales por Puebla, con Luis Miguel Barbosa a la cabeza.

Las fotografías y videos recogidos por los drones y los reportes de los infiltrados no hicieron más que aumentar el ruido interno en el cuarto de guerra y provocar el incremento de campaña negra contra el candidato a gobernador, minado ciertamente en unos dígitos por el tema de la corrupción.

La llamada operación “Detectados” con estudiantes que verifican las listas de los presuntos votos comprometidos ha venido arrojando datos que encienden los focos amarillos. Un porcentaje nada despreciable indica que varios de ellos no están dispuestos a votar por la continuidad del morenovallismo, por lo tanto, donde se presuma que los resultados serán negativos se inició la operación para inhibir el voto, sembrar el temor de que habrá violencia, que es peligroso salir a votar.

Otro elemento que empieza a permear es que la mayoría de los presidentes de casillas ha sido cooptada y se tiene la seguridad de que al final del día su participación será al tono que les pidan.

El morenovallismo apuesta su último esfuerzo a dos estrategias, aumentar la campaña negra contra Barbosa, la figura más susceptible de Morena e incrementar los recursos económicos necesarios para que nadie se quede fuera del reparto.

Mientras, los seguidores de López Obrador apuestan a conseguir tener representantes en el cien por ciento de las casillas y a levantar imágenes de los incidentes.

A estas alturas, Barbosa debería tener al menos 10 puntos de diferencia con Martha Érika, y no es así, la diferencia se reduce, sí, y ratifica que la elección estaría empatada, la diferencia tal vez radique en la capacidad de movilización y operación, pero sobretodo en la cantidad de dinero que se tenga para ello, o la pasión y entrega para frenarla. Finalmente, el trabajo de tierra.

O por lo menos, así me lo parece.

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Video en: https://youtu.be/h1ciI688I14

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