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Votó Rico McPato

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, señala que siempre se mete uno en problemas cuando hace cosas buenas que parecen malas. Pero se pone peor cuando uno hace cosas que piensa buenas para todos porque lo son para uno, sin decirle al resto lo que piensa hacer. Esto es lo que le sucedió a Alejandro Ramírez, director general de Cinépolis y presidente del Consejo Mexicano de Negocios, que tiene ascendencia e influencia sobre 29 por ciento del Producto Interno Bruto. Sus manejos sibilinos a favor de Ricardo Anaya en la lucha por la presidencia, sin consensuar con la mayoría de sus pares en ese grupo selecto, le estalló, como se pudo apreciar en la prensa política desde el jueves pasado, donde lo señalaron de manipulador de encuestas para favorecer a quien, no sólo de corazón, sino de convicción militante, está ayudando.

Ramírez ha estado engañando a muchos con un doble juego. La primera señal de que el exitoso empresario tenía una agenda oculta para la mayoría de sus pares, fue la publicación de un desplegado en varios periódicos de la Ciudad de México, el 3 de mayo, titulado ‘Así No’, en el cual respondía los calificativos de López Obrador contra cinco miembros del Consejo, a los que acusó de hacer campaña en su contra. El Consejo condenó las palabras de López Obrador y dijo que era preocupante que denostara a quienes no compartían sus ideas. Varios miembros del Consejo se enteraron del manifiesto cuando lo vieron publicado, porque nunca les pidieron su autorización para suscribirlo.

López Obrador no se amilanó. ‘Para ser claro’, añadió como réplica al desplegado, “no quieren dejar de robar y no quieren perder el privilegio de mandar. No es sólo hacer negocio, sino se sienten los dueños de México. Tienen confiscadas las instituciones, tienen secuestrado al gobierno”. La iniciativa de Ramírez agudizó el encono a niveles inéditos y provocó que 10 días después se reuniera Ramírez con Alfonso Romo, coordinador de estrategia de la campaña de López Obrador y enlace con los empresarios, para despresurizar el conflicto, que comenzó a desactivarse días antes, durante una comida del jefe de Cinépolis con Gerardo Esquivel, el asesor externo económico del candidato, con quien coincidió en los 90 en Harvard, cuando ambos estudiaban en aquella universidad.

Las garantías de que el Consejo no apostaba por ningún candidato y trabajaría con quien resultara electo presidente, siempre fueron mentiras de Ramírez, quien llevaba meses apoyando discretamente de Anaya. Amigo cercano del expresidente Felipe Calderón, luchó para evitar que Margarita Zavala dejara el PAN, y le pidió al presidente Enrique Peña Nieto que declinara su candidato José Antonio Meade a favor de Anaya. Cuando los líderes de la coalición anayista presentaron una queja en la Organización de Estados Americanos en marzo por el uso faccioso de la PGR en contra de él, Ramírez también viajó a Washington para cabildear en los tanques de pensamiento de esa capital contra el gobierno peñista por el manejo político de la justicia en detrimento de su candidato. El doble juego que mantuvo durante meses llegó a su fin la semana pasada.

La columna Bajo Reserva en El Universal reveló el jueves que Ramírez escondió a los miembros del Consejo una encuesta donde Anaya estaba en tercer lugar, para impulsar entre sus miembros de la Coparmex, donde aparecía en segundo lugar. La columna no dio mayores detalles, pero esa encuesta fue elaborada por la empresa de Gabriela de la Riva, a quien, desde el año pasado, le comisionó el Consejo estudios de preferencia electoral, para tomar mejores decisiones para sus apoyos y financiamientos. La primera encuesta fue en noviembre, donde López Obrador tenía 30 por ciento de preferencia de voto, seguido de Anaya con 24 por ciento y Meade con 20. La siguiente fue entregada el 18 de enero, donde López Obrador y Anaya mostraban un incremento de 2.o por ciento en las preferencias, mientras que Meade estaba estancado en 20.

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El adversario contra el que AMLO no pudo

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que contagiado por la fiebre del futbol, Andrés Manuel López Obrador se vio obligado a recortar la duración de un acto de campaña que tenía a la misma hora que el partido entre México y Alemania, en un mitin en la plaza Silverio Pérez, de Texcoco. Para que la gente no fuera a dejar solo a don Andrés Manuel, Morena mandó instalar pantallas para que los simpatizantes vieran el encuentro. Al final, AMLO no le pudo ganar al futbol: redujo su discurso de 50 a sólo 20 minutos, y dejó un poco de lado su agenda para ver el encuentro. Contra este adversario no pudo el candidato presidencial de Morena, quien, según la mayoría de las encuestas, encabeza hoy las preferencias electorales.

La campaña al estilo Bronco

Mientras los demás candidatos presidenciales se dieron una pausa de dos horas en sus campañas para poder ver el partido de México contra Alemania, Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, se lo tomó con calma y decidió no hacer actos proselitistas a sólo dos domingos de la elección. Nos dicen que desde que arrancó campaña, el candidato independiente le dejó muy claro a su equipo de trabajo que necesitaba un día de la semana para descansar y atender su rancho. En esta ocasión el pretexto del Día del Padre y el juego de la selección mexicana de fútbol fueron la combinación ideal para que don Jaime se bajara momentáneamente de la contienda presidencial y se echara una carnita asada en su rancho de García, Nuevo León. Nos hacen ver que lo peor no es que El Bronco esté en el sótano de las preferencias electorales, sino que, al parecer, le tiene sin cuidado.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, presidida por el legislador priista Édgar Romo, recibió ya la notificación del tribunal colegiado con sede en Tamaulipas que ordenó crear una “comisión de la verdad” para el caso Iguala, y como parte de la sentencia prevé que el Poder Legislativo asigne presupuesto a esa instancia investigadora.

No obstante, el área jurídica en el Palacio de San Lázaro analiza los alcances de la resolución judicial y las vías para, en su caso, atender el mandato de los magistrados, que por cierto ha sido cuestionado por la Procuraduría General de la República, a cargo de Alberto Elías Beltrán.

Que Andrés Manuel López Obrador hizo todo lo posible por no empalmar su mitin en Texcoco con el partido de la selección mexicana contra Alemania: primero adelantó el acto proselitista una hora, después redujo su discurso a 20 minutos, y hasta se colocaron pantallas en el deportivo donde se llevó a cabo para que los fanáticos no se perdieran ni un minuto.

Al final el tabasqueño solo pudo ver el segundo tiempo del juego comiendo barbacoa en un restaurante de ese municipio con los candidatos al Senado Delfina Gómez e Higinio Martínez, además del dirigente de Morena en el Estado de México, Horacio Duarte.

Que varios en el equipo de campaña de José Antonio Meade cambiaron de playera, pues dejaron la blanca de los actos proselitistas por la verde de la selección nacional y a la gran mayoría se le vio este domingo en el dorso el número 1 y el nombre del candidato.

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