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Las tribulaciones de Jiménez Espriú

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que quienes conocen a Andrés Manuel López Obrador notaron su sorpresa cuando en el tercer debate presidencial, José Antonio Meade afirmó que la familia de Javier Jiménez Espriú, designado como eventual secretario de Comunicaciones y Transportes, es socia de una empresa vinculada con la constructora brasileña Odebrecht, que repartió sobornos por años en México. López Obrador se fue ligeramente para atrás y levantó las cejas. Se recompuso rápidamente y sonrió, pero el golpe estaba dado. Jiménez Espriú dijo inmediatamente que era una mentira, pero ayer admitió la relación de su familia, como se había dicho, con una empresa asociada con una filial de Odebrecht, que también formó parte del esquema de corrupción trasnacional del conglomerado.

López Obrador conoció a Jiménez Espriú cuando estudiaba en la Facultad de Ciencias Políticas en la UNAM a principio de los 70. Era secretario general administrativo en la rectoría de Guillermo Soberón, y desde su oficina manejaba a los porros que le ayudaban a la gobernabilidad en el campus universitario. Luego fue director de la Facultad de Ingeniería –donde lo recuerdan como uno de los mejores que hayan encabezado la escuela–, y a principio de los 80 luchó sin éxito con Octavio Rivero Serrano por suceder a Soberón.

Tras esa derrota, Jiménez Espriú pasó al ostracismo en la vida pública, y en 2005, cuando López Obrador preparaba su primera campaña presidencial, lo incorporó en su equipo. Cuando Meade vinculó a su familia con una empresa asociada a Odebrecht, quienes conocen a López Obrador observaron que acusó el golpe por la sorpresa. La corrupción de la constructora brasileña ha provocado la captura y detención de presidentes y políticos en varios países latinoamericanos, pero en México y Venezuela, los casos de soborno han corrido en cámara lenta, lo que ha llevado denuncias de impunidad en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

Uno de los funcionarios que han sido señalados como parte del entramado de corrupción es Meade, a partir del hecho de que como secretario de Hacienda y presidente del Consejo de Administración de Pemex, avaló en 2011 el contrato de suministro de etano el año anterior entre Pemex Gas y Petroquímica Básica, con la empresa brasileña- mexicana Braskem Idesa, para construir la planta Etileno XXI, en Veracruz. Idesa es una empresa mexicana fundada hace más de medio siglo, que se asoció con Braskem, que es una filial de Odebrecht. Braskem era dirigida por el exdirector de finanzas de Odebrecht, Carlos Fadigas, quien de acuerdo con testimonios en la Fiscalía brasileña en Curitiba, que tiene el caso de la corrupción del conglomerado, dijo en 2013 en una reunión con inversionistas, que habían acompañado la campaña presidencial de Peña Nieto en 2012 “de tiempo completo”.

Braskem y Odebrecht admitieron en diciembre de 2016 haber participado en un esquema de corrupción internacional y reconocieron su culpabilidad y pago de una multimillonaria multa al Departamento de Justicia de Estados Unidos, que intervino porque mucho dinero pagado pasó por el sistema bancario de ese país. En uno de los documentos del Departamento de Justicia, Braskem reconoció que proveyó fondos a la División de Operaciones Estructuradas –“el Ministerio de la Corrupción”, describieron las autoridades estadounidenses– de Odebrecht, para canalizar recursos a paraísos fiscales para esconder sobornos a funcionarios y partidos políticos extranjeros entre 2002 y 2014. Idesa se ha desvinculado de los actos de corrupción de Odebrecht y de Braksem, alegando que fue una asociación estratégica la que forjaron.

Jiménez Espriú ha buscado neutralizar el haber sido desnudado por Meade. En un breve comunicado dijo que era una acción desesperada y mentirosa del candidato. En el debate, Meade señaló: “En el tema de Odebrecht, la pregunta no debería ser para mí Ricardo (Anaya). Debería ser para Andrés Manuel porque el socio de Odebrecht en México es la familia de Jiménez Espriú”. La afirmación, técnicamente, es correcta. Idesa, socia de Braksem, fue fundada por su suegro, Pascual Gutiérrez Roldán, y dirigida actualmente por uno de sus hijos, Patricio, sobrino de su esposa y hermano del embajador de México en Estados Unidos, Gerónimo Gutiérrez, entrañable amigo del secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray. El secretario de Comunicaciones y Transportes designado, aseguró que ninguno de los proyectos en los cuales participa con López Obrador, está relacionado con Idesa. Sin embargo, es un conflicto de interés. Si bien el proyecto donde trabajó la empresa familiar con Braksem trató con Pemex y el área de Comunicaciones y Transportes no está directamente involucrada, hay puntos de contacto en materia de transportación y utilización de puertos que le tocaría manejar en la Secretaría donde despacharía, de ser presidente López Obrador, pero sobre todo, porque es miembro del Consejo de Administración, donde comparte asiento con inversionistas estadounidenses ligados a la industria petrolera y egresados del ITAM –ambas figuras estigmatizadas por López Obrador.

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Tercer debate presidencial

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, señala que Creo que lo destacado del tercer debate presidencial fue la disputa entre el candidato de las ideas y el del sound bite. Por un lado, José Antonio Meade, sin duda, demostró ser el que tiene las mejores propuestas de políticas públicas. Su análisis es impecable en cuanto a diagnóstico, datos y soluciones. No es gratuito, en este sentido, que su lenguaje haya sido el más sofisticado de todos. Por otro lado, López Obrador, quien, ante cualquier cuestionamiento, respondió que el problema del país es la corrupción y la solución, luego entonces, es combatirla. Es el candidato de un sound bite: frasecita pegajosa que se utiliza en una campaña mediática. Su lenguaje, por tanto, es tan simplista como poderoso.

A un nerd como el que escribe estas líneas, le gusta más un candidato con las cualidades de Meade que uno como AMLO. Reconozco, sin embargo, que, en la lucha de ideas contra sound bite, la efectividad electoral puede estar del lado de la frasecita pegajosa. En este sentido, es posible que a muchos les haya gustado más López Obrador que Meade.

En cuanto a Anaya, su punto fuerte es el ataque directo. Trató de hacerlo en dos temas. Con la supuesta relación sospechosa entre López Obrador y el constructor José María Riobóo y el presunto pacto entre el presidente Peña y el propio AMLO. Dos buenos lances, pero que, por culpa del formato del debate, se diluyeron.

Lo cual me lleva precisamente a hablar de este tema. Hay que felicitar al Instituto Nacional Electoral (INE) por la voluntad de cambiar los formatos de los debates presidenciales. Mucho se ha ganado durante este proceso electoral. Sin embargo, no nos conformemos con tan poquito. La realidad es que los debates, sobre todo el del martes pasado, siguen siendo bastante rígidos y, por tanto, cómodos para los candidatos. El chiste es que el electorado vea cómo reaccionan los que pretenden gobernarnos en una situación incómoda.

El martes vimos con toda claridad cómo se sigue protegiendo a los candidatos. Cuando Anaya se lanzó a atacar a López Obrador, por los contratos que su administración en el Distrito Federal le adjudicó directamente a Riobóo, el morenista, desequilibrado, estaba a punto de responder. En ese momento, uno de los moderadores interrumpió porque se terminaba el tiempo y había que contestar una pregunta que, si no mal recuerdo, tenía que ver con paneles solares. Lo salvó la campana.

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Más allá de las elecciones

Joaquín López-Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, indica que insisto: la vida es una bicicleta.
Si dejas de pedalear, te caes.
Florestán

El país ha sido tomado por el proceso electoral, suave, lenta, inexorablemente, desde el pasado 8 de septiembre hasta llegar al actual momento de crispación y polarización que vivimos hoy a 16 días de las mayores elecciones que se han vivido en México.

Pero eso no quiere decir que el mundo se haya detenido, sigue girando en su propio eje, aunque aquí lo hayamos ignorado.

Si hacemos un recuento de lo que no hemos registrado, debo apuntar en primerísimo lugar el desastre de la Cumbre del G7, donde Donald Trump rompió con los otros seis, como había sido disruptivo en el G20, la OTAN y con el acuerdo climático de París. En Montreal, chocó con el premier Justin Trudeau, al que amenazó con una guerra comercial y lo descalificó en lo personal mientras volaba a Singapur a abrazarse con el dictador norcoreano Kim, mientras que Angela Merkel se agrupaba con los europeos para contraatacar a Trump y forjar un frente unido.

Este capítulo vino a confirmar que estamos en el inicio de la guerra mundial comercial, cuando está en medio gran parte del destino nacional con el aplazamiento, y más que posible final del TLC, como ha reforzado tras su violento desencuentro con Trudeau, el otro socio.

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Meade molesto con el dueño de Cinépolis

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, señala que una molestia, por decir lo menos, generó en el equipo de José Antonio Meade una jugada atribuida al empresario Alejandro Ramírez, presidente del Consejo Mexicano de Negocios. ¿Qué ocurrió? Nos relatan que los hombres de negocios más importantes del país mandaron hacer encuestas sobre los candidatos a la Presidencia y les entregaron dos resultados: una que daba a Meade en segundo lugar y otra, de la Coparmex, que lo colocaba en tercer lugar, después del panista Ricardo Anaya. Don Alejandro, aseguran, ponderó la segunda y operó entre los empresarios para que esa tuviera la difusión y el aval de la organización patronal, a cargo de Gustavo de Hoyos. Con esta acción, nos dicen, el también director de Cinépolis, parece haber tomado bandera por la causa anayista. ¿En qué va a parar todo esto?

Buscan el amor de Margarita, con golpes

A Margarita la quieren enamorar a cachetadas, es lo que algunos concluyen luego de conocer lo que sucedió en el Comité Ejecutivo Nacional del PAN. Nos comentan que en la sede nacional del partido descolgaron de la pared la foto de Margarita Zavala. Aunque nos dicen que podrían argumentar que el motivo de remover su retrato es que dejó el PAN, la versión sería poco creíble pues el de doña Margarita, quien presidió la Secretaría de la Mujer, es el único retrato que fue bajado del lugar en que estaba colgado junto con otros que pertenecen, en al menos un par de casos, a mujeres que ya no están en el PAN, incluso una de ellas es hasta candidata de Morena. ¿Será que ya perdieron toda esperanza de que Zavala apoye la candidatura del candidato presidencial panista, Ricardo Anaya?

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, indica que a quien se le vio muy a gusto en la casa de campaña del candidato de la coalición Todos por México, José Antonio Meade, fue al secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio González Anaya, justo antes de que el candidato decidiera dar un mensaje a medios para retomar el tema de Odebrecht y Javier Jimenez Espriú.

Lo extraño de esta visita fue que pidieron a los reporteros no grabar y cuando se le preguntó al candidato a qué se debía la reunión con González Anaya en horas laborales, Meade respondió: “la investigación completa, en todos sus términos, está en el INE”.

Que el equipo de Ricardo Anaya, aspirante presidencial de la coalición Por México al Frente, aún no define dónde será el cierre de campaña, pues puede ser en el lugar tradicional perredista, el Monumento a la Revolución, o en el típico del PAN, el Ángel de la Independencia.

En tanto, tras encabezar un mitin en el deportivo Plan Sexenal en la delegación panista Miguel Hidalgo, Anaya bailó con las aspirantes al Senado y a la Cámara, Xóchitl Gálvez y Mariana Gómez del Campo, respectivamente, a ritmo de banda.

Que entre los diputados integrantes de la Comisión de Vigilancia de la ASF, encabezada por el perredista Luis Maldonado, ha tomado fuerza la preocupación por el choque entre el auditor superior, David Colmenares, y su antecesor, Juan Manuel Portal, quien denunció el supuesto desmantelamiento del órgano de fiscalización tras el despido de dos de sus más cercanos colaboradores: Javier Pérez Saavedra y Muna Dora Buchahin.

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