La confrontación del candidato López Obrador con la élite más poderosa del sector empresarial lo llevó a la derrota antes de ganar las elecciones.

La reunión del martes de López Obrador con el Consejo Mexicano de Negocios fue promovida por el empresario salinista Alfonso Romo como jefe de gabinete de López Obrador. Y la razón fue muy simple: las acusaciones de “traficantes de influencias” y “rapaces” de López Obrador a los miembros del CMN pintaron al tabasqueño como un político autoritario, dictatorial, necio y estatista y ahuyentaron las inversiones.

En lugar de una estrategia política para neutralizar a los empresarios con razones y suma de esfuerzos y desde el poder asumido, López Obrador los insultó como candidato. Y Romo le demostró al candidato de Morena que el Estado, la economía y el próximo presidente necesitan más a los empresarios que éstos a aquél.

Lo malo fue que López Obrador perdió una gran oportunidad para salir del neoliberalismo empresarial sin conflictos, mostró que carece de un proyecto integral de desarrollo con distribución de la riqueza, probó que su populismo es asistencialismo de tercera clase y quedó mal parado en el mundo por el nivel de insulto en sus relaciones con el empresariado.

El fondo del conflicto populistas-empresarios radica en el papel del Estado y del gasto público en el sexenio 2018-2024: administrar un modelo de economía de mercado o regresar al Estado intervencionista como agente productivo. Cárdenas, López Mateos, Echeverría y López Portillo demostraron que las empresas públicas no funcionan porque carecen del detonador de la utilidad; si no se hacen negocios productivos, las pérdidas van a las finanzas públicas; en tanto que las empresas privadas quiebran y las pérdidas afectan a la riqueza privada.

Por lo demás, también paradójicamente todos los empresarios del CMN quedaron blindados por López Obrador al insultarlos y ponerlos en la mira del Estado. Cualquier cosa que les haga ya como presidente en funciones será asumida como venganza personal. Y los empresarios tendrán razones para no participar en los planes estatales. Peor aún, cualquier retiro de concesión o de contrato será asumido como un acto de autoritarismo gubernamental irracional y vengativo.

El delirio populista de López Obrador supone que el Estado durante su gobierno será suficiente para reactivar la economía, pero necesitaría sólo 20 mil millones de dólares, más de 400 mil millones de pesos, para su proyecto asistencialista… y no los tiene y de tenerlos serían inflacionarios. Y López Obrador carece de enfoque para llevar a México a un Estado socialista de economía pública exclusiva.

La confrontación populista de López Obrador con los empresarios antes de ganar las elecciones le va a reducir margen de viabilidad a su asistencialismo de dinero regalado. El pre-presupuesto para 2019 está acotado por la inflación, las devaluaciones y la falta de inversión privada. Y a la inversión extranjera directa no le importa si el presidente es populista o neoliberal, sino que se mueve por la tasa de utilidad.

Por ello fue que la reunión del martes de López Obrador en el CMN fue su derrota política frente al poder de la plutocracia por pelearse antes de tener el poder presidencial.

Política para dummies: La política es, en el estilo del presidente español Mariano Rajoy destituido por la oposición, “no moverse cuando no te toca”.

Si yo fuera Maquiavelo: “Siempre fue opinión y creencia de los hombres prudentes, como decía Tácito, que nada hay más débil e inestable como la fama del poder que no se apoya en las propias fuerzas”.

Sólo para sus ojos:
· Recuerde revisar todos los días el sitio www.seguridadydefensa.mx para enterarse de los juegos geopolíticos de poder.

· Antes de votar tiene que informarse de los enfoques de los candidatos presidenciales leyendo el libro La silla endiablada, de Carlos Ramírez, de venta en las tiendas Sanborns.

· Luego de Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Chihuahua, Quintana Roo, Baja California Sur y Guanajuato, ahora se suma Jalisco como territorio en disputa por las bandas criminales, ante la impotencia-incapacidad-desidia-confusión del gobierno federal.

· En palabras sencillas, loa aranceles de los EE.UU. y los de México como represalia han enterrado al Tratado de Comercio Libre, mientras el secretario de Comercio de Mexico, Idelfonso Guajardo, sigue pasmado y con lenguaje cantinflesco.

· Famosas últimas palabras: “Hubo acuerdo y conciliación con empresarios”: López Obrador sobre su reunión con los traficantes de influencias y rapaces empresarios.

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