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La traición de Del Mazo

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, señala que la alianza que forjaron a nombre del presidente Enrique Peña Nieto el líder del PRI, Enrique Ochoa, y Aurelio Nuño, coordinador de la campaña presidencial de José Antonio Meade, con el Partido Verde y Nueva Alianza, les dolió a varios gobernadores priistas que consideraban que había resultado onerosa. Varios de ellos desfilaron por Los Pinos para quejarse y plantear que se modificara. Peña Nieto se mantuvo en lo acordado. Si abrigaba alguna posibilidad el PRI de mantener el poder, sería imposible hacerlo sin aliados que le pudieran dar votos que no estuvieran tan contaminados como el de los tricolores. La alianza se mantuvo como compromiso de honor hasta que, el menos esperado de todos, el gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo, la rompió.

La semana pasada impugnó en el Tribunal Electoral del Estado de México 62 planillas para diputados del Verde y 22 candidatos a alcaldías y regidurías de Nueva Alianza. El argumento del PRI, el viernes pasado, fue que “hicieron la solicitud de registro para participar como aspirantes a miembros del PRI”. Si bien en algunos casos es cierto, la alianza con esos partidos, a cambio de apoyar como candidato presidencial a Meade, era que aún en aquellos cargos donde corrieran priistas bajo sus colores, tendrían que renunciar a su militancia priista, afiliarse al partido que los cobijó y comprometerse a que una vez en sus cargos, de ganar, se mantuvieran dentro de esos partidos.

A Del Mazo le pareció muy costoso y como en Los Pinos lo ignoraron, se fue por la libre. El PRI estatal impugnó el acuerdo que habían suscrito ante el Instituto Electoral del Estado de México, con el propósito de romperlo. El líder del PRI en el estado, Ernesto Nemer, quien fue uno de los precandidatos al gobierno mexiquense, no hizo nada por frenar la acción de Del Mazo, que coloca en riesgo la alianza general con Meade.

La explosión hacia el interior de la alianza es fuerte, porque no es un tema menor. De proceder la impugnación, el Partido Verde no sólo perderá sus 62 planillas, sino que quedará completamente fuera de la elección en el Estado de México, con lo que es probable que pierda el registro en aquella entidad. Nueva Alianza no llegaría a ese extremo, pero toda la estrategia diseñada para que a través de sus candidatos a alcaldías y regidurías contribuyeran a mantener el registro y elevar su peso político, tendría merma en detrimento del partido y del propio Meade.

La decisión de Del Mazo es una ruptura con el presidente Peña Nieto y con los liderazgos dentro del PRI y la campaña presidencial, que incluye al exgobernador mexiquense, Eruviel Ávila, vicecoordinador de la campaña de Meade, que en este caso se ha mantenido al margen. También desconoce el esfuerzo que hicieron los dos partidos para que ganara la gubernatura el año pasado. Sin el apoyo de ellos, habría perdido por 56 mil votos ante Delfina Gómez, la candidata de Morena. El PRI no pudo con Morena en las elecciones, pero el Verde, Nueva Alianza y Encuentro Social le dieron poco más de 280 mil votos para que alcanzara la victoria.

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Ni el PRI ni el no-PRI lo hicieron suyo. ¿Y ahora?

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, indica que a estas alturas de la contienda, queda claro que la arriesgada jugada de poner a un no-priista como candidato priista a la Presidencia no funcionó. El día de su destape, José Antonio Meade le solicitó a los miembros del PRI que lo hicieran suyo. Desde entonces fue evidente que el candidato tendría un enorme problema para ganar. Como dijimos en ese momento, para ganar, Meade necesitaba el voto duro del PRI más el voto de indecisos, ciudadanos sin identificación partidista e incluso algunos de otros partidos como el PAN. Los priistas tendrían que verlo como uno de los suyos, aunque fuera externo. Los otros votantes tendrían que verlo como un externo, aunque fuera el candidato del PRI. No estaba nada sencillo. Corría el riesgo de que sucediera lo contrario: que los priistas lo acabaran viendo como externo y los externos como priista. Es, me parece, lo que está ocurriendo: ni el PRI ni el no-PRI lo hicieron suyo. El peor de los mundos.

Así lo demuestran las encuestas. Desde su destape en noviembre, Meade no ha salido del tercer lugar en la gran mayoría de las encuestas en vivienda. En el Modelo Poll of Polls de oraculus.mx, actualizado con la encuesta que publicó ayer Reforma, el candidato del PRI tiene el 20% de las intenciones de voto efectivas (descontando la no respuesta a la pregunta electoral). Está a nueve puntos porcentuales de Anaya (quien cuenta con el 29% de las preferencias) y a 24 de López Obrador (44%). A dos meses de que se lleve a cabo la elección, es prácticamente imposible que rebase a ambos. El modelo de predicción de oraculus.mx le da un 1% de probabilidad de ganar si las elecciones fueran hoy.

El PRI es un partido diseñado para ganar. Lo trae en su ADN. Surgió para poner de acuerdo a los caciques de la Revolución Mexicana y pacificar, así, el país. Luego se transformó en un partido de masas organizado corporativamente. Era el brazo electoral del gobierno cuyo objetivo era legitimar al régimen político nacido de las cenizas de la Revolución.

Desde 1929, el PRI siempre ganó las elecciones presidenciales hasta el año 2000 en que finalmente perdió. Sobrevivió a esta derrota porque todavía tenía mucho poder en los estados. Desde ahí, con una asociación de gobernadores, el PRI recuperó su capacidad de ganar elecciones. No es gratuito que en 2012 haya recuperado la Presidencia con un candidato que había sido el gobernador del estado más poblado del país.

Peña es el hijo de ese nuevo partido y nieto del viejo. Durante su sexenio, recuperó los usos, costumbres y liturgias
del pasado. Pero ese PRI era un partido diseñado para la victoria, no para la derrota.

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Ochoa, ¿el relanzamiento de Meade?

Joaquín López Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, señala que ya no tienen nada que perder ni que ganar. Florestán

El miércoles pasado, día 25, le contaba a usted aquí que el resultado poco favorable de José Antonio Meade en el debate del domingo 22 podría ser lo que faltaba para que se tomaran decisiones en su equipo y campaña.

Al día siguiente, abundaba aquí mismo al referirme al regreso esa misma madrugada del presidente Peña Nieto de su visita a Alemania, Holanda y España: Hoy se sentará (Peña Nieto) a revisar el tema de la campaña y equipo (de Meade). Luego habrá decisiones.

El viernes 27 me refería al diagnóstico favorable que el equipo de Meade tenía de la campaña y mandos y le insistía: estos días en Los Pinos no son de puente, son de reflexión y decisiones. Y dependiendo de eso, de ajuste de estrategias, equipos y hasta generales.

Así, ayer por la mañana se comunicó a Enrique Ochoa Reza su salida de la presidencia del PRI y el arribo de René Juárez, ex alcalde de Acapulco, ex gobernador de Guerrero y subsecretario de Gobernación en tiempos de Miguel Osorio.

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¡Miedo, odio y votos…!

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Milenio, indica que está claro que en la contienda presidencial asistimos a una competencia de malas y muy malas estrategias de comunicación.

El mejor ejemplo es la fallida campaña “del miedo” que emprendieron los estrategas de José Antonio Meade, quienes elaboran spots de baja calidad técnica, escasa creatividad y reducido impacto mediático, sobre todo si se toma en cuenta que los adversarios de Meade “se pintan solos” para sembrar miedo.

Es decir, no se requiere de malos spots para ilustrar el miedo frente a las decenas de videos violentos y sembradores de odio por parte de Morena y sus aliados.

Resultan ridículos los spots del miedo elaborados por los estrategas de la alianza Todos por México —mal actuados, acartonados y con líneas argumentales nada creíbles— frente al miedo real que provocan los videos de Producciones Taibo II, en donde el historiador asume el papel de realizador de los mejores mensajes de miedo contra Morena.

Lo cierto, sin embargo, es que la campaña del candidato Meade está lejos de la creatividad, profundidad e impacto logrados por sus adversarios, que han dado golpes de genialidad como el “ya sabes quién”.

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El “no se hagan bolas” de Peña Nieto

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, señala que muy clarito debió haber quedado para los senadores y diputados del PRI el mensaje, orientación, definición y línea del presidente Enrique Peña Nieto para apoyar a su candidato presidencial, José Antonio Meade. Nos comentan que en las recientes reuniones del mandatario con los legisladores el mensaje ha sido directo e incontrovertible: con Pepe Meade hasta la victoria. Por eso, nos dicen, cuando en Los Pinos se preguntó sobre la supuesta presión de algunos empresarios para que don Pepe Toño decline en favor de Ricardo Anaya, la respuesta del mexiquense fue elocuente y contundente: es más factible que Anaya se vea obligado a declinar, que Meade decida hacerlo por el panista. Es la versión del “no se hagan bolas” de Peña Nieto, nos comentan. Al mensaje del Presidente se suma la llegada a la dirigencia nacional del PRI de René Juárez Cisneros, hombre cercano a Meade y que, nos dicen, también se encargará que las bases priístas tengan muy claro a quién deben apoyar.

Los verdes se alejan del PRI

La dirigencia nacional del Partido Verde está encabezando tremendo berrinche por las candidaturas a diputados locales y federales en todo el país, nos cuentan. En realidad, consideran algunos priístas, ha iniciado un alejamiento del partido en el gobierno tal y como lo hicieron en 2006. De lo contrario, comentan, nadie se explica por qué están dinamitando la coalición con sus históricos aliados en Chiapas, Oaxaca, Ciudad de México y ahora planchan todo el escenario para romper en el Estado de México. En el PRI consideran que los verdes están tratando de utilizar el cambio de dirigencia en el PRI para ver si logran los espacios que le garanticen mantener el registro en varios estados o de lo contrario harán todos los acuerdos que sean necesarios. La pregunta es si esto va a tocar al candidato presidencial José Antonio Meade. Si es así, el berrinche verde llega en el peor momento.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, indica que dicen en los círculos del poder que la llegada de René Juárez Cisneros al PRI fue una decisión que se tomó en Los Pinos la semana pasada y entre las virtudes que destacaron los equipos del canciller Luis Videgaray y del candidato presidencial, José Antonio Meade, está que el guerrerense fue subsecretario de Gobierno de Miguel Ángel Osorio Chong en la Segob, con quien tiene una “gran relación” y ayudará de una vez por todas a que el priismo en los estados, y sobre todo el hidalguense, “jale hacia el triunfo”.

Al que no le irá tan mal será a Enrique Ochoa Reza, pues en los pasillos de la sede nacional del PRI lo perfilan como coordinador de los diputados tricolores en la próxima legislatura “por su disciplina partidaria”.

Que a un mes del arranque de campañas, el candidato presidencial de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya, visitó por primera vez su estado natal, Querétaro, y fue en el palenque de San Juan del Río donde encabezó un mitin acompañado por su esposa Carolina.

Mientras esperaba su turno aprovechó para tomarse selfies con los militantes y una de las invitadas especiales fue Iridia Salazar, ganadora del bronce olímpico de taekwondo en Atenas 2004.

Que esta tarde en la sede de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior se inicia la pasarela de los candidatos a la Presidencia, quienes conocerán la propuesta Visión y Acción 2030 de 191 instituciones asociadas para mejorar calidad y cobertura educativas en el mediano y largo plazos.

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