El Movimiento Antorchista de Puebla ha denunciado, por todos los medios que nos ha sido posible, la ya larga campaña de terror desatada contra nosotros desde hace varios años. Los crímenes y aspavientos mediáticos para inculparnos tienen larga data; sin embargo, conforme hemos crecido y representamos una gran fuerza de masas la campaña se ha recrudecido. Así, la última ola de terror se enmarca entre dos demostraciones de la fuerza de Antorcha en el estado: el festejo del 40 aniversario, en el que llenamos dos estadios de manera simultánea, y el 43 aniversario, cuando los antorchistas de la capital reunieron a 100 mil militantes en el Estadio Cuauhtémoc. Coincidentemente, ambas concentraciones de masas se llevaron a cabo previo a las elecciones de 2015 y 2018, en las que varios líderes de nuestra organización fueron seleccionados para concursar por un cargo de elección popular.

Son, en total, 18 crímenes políticos, todos denunciados ante la justicia de Puebla, sin que hasta el momento haya detenidos, salvo los asesinos materiales de Manuel Hernández Pasión, por presión e insistencia nuestra ante el Gobierno estatal; aunque los autores intelectuales del artero asesinato siguen libres. De esta larga lista de operaciones criminales contra los antorchistas poblanos, sólo me referiré a los más graves: a) Sierra Negra de Puebla: en abril de 2015, el equipo de campaña de la entonces candidata a diputada federal por Ajalpan, Edith Villa Trujillo, sufrió balaceras, allanamientos de casa y el secuestro de tres jóvenes antorchistas el día de las elecciones. b) Mixteca de Puebla: Nibardo Hernández Sánchez, actual candidato a diputado local por el Distrito 23, fue víctima de un atentado a balazos, precedido por varias amenazas de muerte en Cuayuca de Andrade; además, la alcaldesa de Tecomatlán, Inés Córdova Aguilar, también denunció amenazas de muerte. c) Zona Poniente de Puebla: en mayo de 2017 un grupo armado allanó la casa del líder antorchista Aristóteles Campos y en octubre de 2017 las oficinas antorchistas en el tianguis de San Martín fueron desalojadas violentamente por un grupo de sicarios bajo las órdenes de Martín Gallo y Manuel Valencia; el saldo fue de un herido y tres desaparecidos, además de daños al inmueble. d) Sierra Norte de Puebla: el 10 de octubre de 2017 fue asesinado a balazos el joven antorchista y edil de Huitzilan de Serdán, Manuel Hernández Pasión; previo al crimen La Jornada de Oriente fue mensajera de las amenazas de muerte lanzadas por el cacique Alonso Aco. Los dos detenidos por el asesinato son parientes cercanos de Guillermo Lobato Toral, edil de Zacapoaxtla, y se sabe que fueron sus trabajadores en el ayuntamiento. e) Capital del estado: en mayo de 2017 fueron allanadas las oficinas de Antorcha en Balcones del Sur y, en febrero de 2018, se llevó a cabo el intento de linchamiento de 10 jóvenes antorchistas en Zacachimalpa. Los medios poblanos inventaron las mentiras más ridículas para “justificar” el crimen bestial contra los 10 jóvenes activistas, estudiantes universitarios la mayoría de ellos, y para dejar en la sombra a quienes orquestaron la agresión. A un mes de los hechos, algunos de ellos siguen recibiendo amenazas de muerte y advertencias “anónimas” para que abdiquen de su honesta labor social, y ésta es la prueba más clara de que el linchamiento en Zacachimalpa no fue un acto “espontáneo de la población”, sino una operación perfectamente planeada por sicarios profesionales.

Lo primero que salta a la vista es que los ataques, vistos geográficamente, comprenden a todo el estado: no hay zona de Puebla en la que no hayamos sufrido, por lo menos, una amenaza de muerte o una agresión directa. No estamos, pues, enfrentando a caciques de rancho inconexos entre sí, sino a gente muy poderosa, capaz de orquestar una campaña de terror a nivel estatal, para lo cual se necesita mucho dinero e influencias para salir impune. O, ¿cómo se explica que todas las demandas penales que hemos presentado se atoren precisamente cuando ya sólo es necesario liberar la orden de aprehensión contra los responsables directos? O, ¿cómo se explica que la gran mayoría de nuestras denuncias se topen con la indiferencia de la justicia?

Pero no sólo debemos sufrir la agresión, además, debemos soportar las operaciones mediáticas que nos señalan, a nosotros, los agredidos, de autoatentados, “rencillas internas” o que nos hacen reos de delitos que no cometimos, inventando para darle “sustento” a sus embustes mentiras tan ridículas que avergonzarían a cualquiera que tenga un poco de decencia. Dije en mi última colaboración que lo grave de esta campaña mediática es que busca pintarnos como bestias proclives a los delitos de sangre, con el criminal objetivo de justificar, ante la opinión pública, nuevos asesinatos y crímenes contra los antorchistas poblanos de cara a las próximas elecciones; en una palabra, busca igualarnos a los delincuentes y exigir que el gobierno nos trate igual. A la campaña de denostación de los antorchistas se ha sumado todo aquel que ve a nuestros candidatos como enemigos invencibles, en buena lid, en las elecciones de este año, y esto es así porque los acusadores no tienen, ni por casualidad, el arrastre y el trabajo de los antorchistas. Ante la falta de argumentos sólidos contra Antorcha, la prensa venal y la impudicia intelectual; ante la carencia de mejores resultados a los de Antorcha, el crimen y el asesinato.

Como para comprobar mi tesis, el domingo 11 de marzo por la noche, el candidato morenista a la gubernatura de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, volvió a lanzarse contra nosotros. Transcribo, pues, un fragmento de la nota de la reportera Claudia Lemuz, publicada en el portal nacional lasillarota.com: “Huachicol, narcotráfico y organizaciones violentas, un riesgo para la elección: Barbosa. PUEBLA (La Silla Rota).- El candidato a la gubernatura de la coalición “Juntos Haremos Historia”, Luis Miguel Barbosa Huerta al inscribirse ante el Instituto Electoral del Estado (IEE) advirtió que el huachicol, narcotráfico y organizaciones violentas (Antorcha Campesina) representan un riesgo en el Triángulo Rojo, la Sierra Norte y la Mixteca”. Hasta aquí la nota. El que acusa está obligado a probar y Barbosa no lo hace; prefiere darle la vuelta a la grave acusación que lanza y poner pies en polvorosa. Entonces, aquí sólo hay dos posibilidades: o Barbosa cree que la opinión pública poblana es un niño de pecho al que se le puede engañar con cualquier mentira y que no exigirá una explicación, lo que deja ver su verdadero sentir por el pueblo al que le pedirá su voto, o Barbosa es un idiota de cabo a rabo que, enredado en sus propias afirmaciones, no atina cómo justificarlas. El notable escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia escribió en un artículo hace muchos años: “es más fácil dar un berrido que expresar un razonamiento”. Y eso es, justamente, lo que hace Barbosa. Un berrido, nada más. ¿Razones para que la autoridad nos investigue? ¿Argumentos que demuestren nuestra beligerancia? ¿Ejemplos de nuestros múltiples delitos? Nada. Un berrido llano y agudo. Barbosa se suma, con esta grave acusación, a la misma operación mediática de que hablo: ¡cárcel para los asesinos antorchistas! Pero no es muy inteligente como para darse cuenta de que comete el mismo error infantil de todos los que nos llaman verdugos sanguinarios o nos comparan con ellos: de los verdaderos asesinos, de esos que son realmente el terror de las gentes, nadie habla y nadie los denuncia so pena de venganzas y reprimendas terribles. ¿O no es cierto?

La acusación de Barbosa Huerta confirma que los grupos de poder en Puebla, aquellos que se sienten dueños por herencia de los cargos públicos y a quienes les molesta nuestra participación en las elecciones (quizá porque eso vislumbra su derrota futura), han desplegado una campaña de odio contra Antorcha que no sabemos aún en dónde va a parar, pero que tiene como objetivo golpear la imagen de Antorcha entre la población y justificar nuevas olas de terror y asesinatos contra nosotros. ¿Se harán cargo de sus palabras cuando los antorchistas tengamos un muerto más que llorar?

Nosotros solo decimos una cosa: la defensa de nuestros derechos, el derecho a la vida misma si es preciso, será defendido, aunque en el marco de la ley, con toda la energía y fuerza de que seamos capaces. De eso no les debe quedar ninguna duda.

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