Como lo anunció la semana pasada, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, oficializó la imposición de aranceles a importaciones de acero (25 por ciento) y aluminio (10 por ciento); México y Canadá están exentos hasta que acabe la renegociación del Tlcan.
Lo anterior, en la Casa Blanca, donde, tras firmar el decreto correspondiente, dio un mensaje en el que señaló que si su gobierno logra un “buen acuerdo” con sus dos vecinos, para reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), no habrá necesidad de dichos impuestos.
No obstante, advirtió que si el Tlcan se termina, la negociación de las tarifas arancelarias tendría que iniciar “desde cero”, como en el caso de todos los países que, a partir de ahora, quieran buscar “alternativas”.
Y es que, según el magnate, en la Unión Americana, las importaciones de acero y aluminio a precios por debajo de sus costos de producción (práctica conocida como “dumping”) han provocado el cierre de plantas y el despido de “millones de empleados”, lo cual representa “una amenaza a la seguridad nacional” y a la economía estadounidense.
Asimismo, ante la posibilidad de que las naciones afectadas por los aranceles repliquen con medidas semejantes, aseveró que implementará una política de “impuestos espejo”, de forma que “si ellos nos cobran 50 por ciento (por la impostación de un producto estadounidense), nosotros les cobramos 50 por ciento”.
Editado por Luis Alberto Palacios
