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La granja de los troles

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que la evidencia que en México consideran inexistente de la intervención rusa en el proceso electoral en este país quedó expuesta, de manera fragmentada, de una manera inesperada: la acusación de un gran jurado del distrito de Columbia en contra de 13 rusos, con vinculaciones al Kremlin, por haber interferido en el sistema político de esa nación y en las elecciones presidenciales de 2016. En la acusación de un gran jurado en el Distrito de Columbia se ubica como el núcleo de la intervención una ‘granja de troles’ creada en San Petersburgo, desde donde lanzaron una guerra cibernética contra varios países. Los fiscales estadounidenses no mencionaron a México, pero en el último año, de acuerdo con pruebas que tiene el Instituto Nacional Electoral, cuentas desde San Petersburgo han intentado subvertir el proceso electoral mexicano. Y, hasta este momento, no se conoce de ninguna granja de troles adicional en esa ciudad, que esté buscando polarizar, enfrentar y romper sociedades democráticas en el mundo.

Los detalles de cómo lo han hecho en México durante todos estos meses no han trascendido, pero la acusación del Departamento de Justicia dibuja un esfuerzo colosal que llegó a costar un millón 250 mil dólares mensualmente, mediante el cual no sólo reclutaron un ejército de personas en Rusia que introducían mensajes y memes a través de cuentas falsas o de cuentas de identidades robadas, sino que acompañaron la guerra cibernética con la organización de manifestaciones y protestas en Estados Unidos, articuladas a través de sus redes y con activistas estadounidenses que no sabían que eran manipulados para servir a los intereses políticos rusos, luego de infiltrar a sus organizaciones sociales y, en varios casos, a oficinas de campaña regionales del entonces candidato Donald Trump.

El gran jurado aceptó las pruebas presentadas por los fiscales del Departamento de Justicia sobre la interferencia rusa en el sistema político estadounidense, incluida la elección presidencial, en lo que describieron como “una guerra de información contra Estados Unidos”, con el objetivo de “diseminar la desconfianza hacia los candidatos y al sistema político en general”. La acusación muestra que la injerencia se dio antes incluso de que Trump anunciara su candidatura presidencial, y que, si bien durante 2016 trabajaron para que ganara a costa de desacreditar a Hillary Clinton, una vez electo también organizaron grupos de activistas y manifestaciones en varias ciudades de la Unión Americana para repudiarlo. El propósito no era la victoria de un candidato, sino el desmantelamiento del sistema.

“La acusación sirve como recordatorio de que la gente no es siempre lo que parece ser en internet”, dijo el procurador general adjunto, Rod Rosenstein, al presentar el fallo del gran jurado. “La acusación argumenta que los conspiradores rusos quisieron promover la discordia en Estados Unidos y minar la confianza pública en la democracia. No podemos permitir que eso suceda”. El caso criminal revela todo un sofisticado entramado que comenzó a funcionar a principio de 2014 con la Agencia de Investigación en Internet, localizada en Olgino, en San Petersburgo, cuya granja de troles –una fábrica que genera contenido en red que busca afectar a la opinión pública a través de desinformación y mentiras– llegó a tener hasta 300 troles, de los cuales 80 se enfocaron en Estados Unidos.

La granja, llamada en la acusación sólo como la “Organización”, estaba financiada por Yevgeny V. Prigozhin, quien ha sido descrito en la prensa estadounidense como un exatleta que fue encarcelado por robo, que al colapsar la Unión Soviética, a principio de los 90, comenzó un negocio de hot dogs que fue creciendo con tiendas de autoservicio y restaurantes, a través de los cuales se conectó con el presidente Vladimir Putin, a quien le proporcionaba servicio de catering para sus cenas de Estado, lo cual le valió el peyorativo de “el cocinero de Putin”. La operación montada por la Agencia de Investigación de Internet utilizó más de tres mil cuentas de Twitter, a través de las cuales se escribieron 175 mil 993 tuits, según reveló la empresa en enero. Facebook también encontró cientos de cuentas vinculadas a los rusos, mediante los cuales alcanzaron, con mensajes en su plataforma y en Instagram, a alrededor de 146 millones de personas.

Aquí la columna completa

Anaya, Meade y el combate a la corrupción

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, señala que el lunes presenté los datos que comprueban que México es uno de los países más corruptos del mundo. No por nada, entonces, este tema será uno de los centrales en las próximas campañas rumbo a la elección del primero de julio. En este sentido, ayer, martes, describí las propuestas para combatir la corrupción de López Obrador. Hoy lo hago de los otros dos candidatos partidistas: Ricardo Anaya y José Antonio Meade.

Lo primero que hay que decir es que, a diferencia de López Obrador, quien ya publicó un libro y un plan de gobierno sobre lo que piensa hacer si gana la Presidencia, no hay muchos detalles aterrizados en las propuestas de Anaya y Meade. En ambos casos, no tienen ni libros publicados ni planes de gobiernos articulados. Sus propuestas, en el tema de combate de la corrupción, vienen de lo que han dicho en diversos eventos desde que comenzaron las precampañas el año pasado.

Comienzo con el candidato que, según el Modelo Poll of Poll de oraculus.mx, va en segundo lugar en este momento: Anaya. Como Andrés Manuel López Obrador, el candidato del PAN-PRD-MC ha dicho que el combate a la corrupción será una prioridad. ¿Cómo piensa hacerlo? En un rápido repaso en la prensa, esto ha prometido Anaya:

Eliminar el fuero.

Prohibir el uso de moneda en efectivo en transacciones gubernamentales. En su lugar, habrá transferencias bancarias que serán públicas.

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Anaya: lo tiene el PRI donde lo querían tener

Joaquín López Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, indica que es la guerra, pendejos. Florestán

El caso de Ricardo Anaya, como el de cualquier candidato a la Presidencia de la República, es digno de estudio.

Y no me refiero a su ambición de poder, legítima en un político, sino a la práctica constante de que el fin justifica los medios, donde se pierden los márgenes y se separa de la imagen que ha querido proyectar.

Una vez más aludo a aquel joven maravilla que deslumbró en la primera legislatura del gobierno de Enrique Peña Nieto y en el debate de la noche de las elecciones del 5 de junio de 2016 en Noticieros Televisa. Así, lo vi hacerse de la presidencia de la Cámara de Diputados, de la presidencia del PAN y el control del partido, desde donde empezó a construir, vía millones de spots, su candidatura presidencial y dejar a Gustavo Madero en la estacada de la coordinación parlamentaria por lo que se llamó traicionado, pues, aseguró, se la había garantizado.

Anaya avanzaba en la construcción de su proyecto presidencial por encima de todo y todos, al tiempo que lo negaba provocando un rompimiento al interior del PAN, primero, la escisión de la bancada en el Senado y luego con las renuncias de Margarita Zavala, que buscaba la misma candidatura, Javier Lozano, Gabriela Cuevas, Roberto Gil y más. Y no solo pasó encima de ellos, sino de los esquemas de selección partidista del candidato presidencial. Para ello se alió con el PRD, lo nunca pensado, asegurándose la candidatura presidencial y para Alejandra Barrales, su presidenta, la de CdMx, como al final ocurrió, después de negarlo por meses.

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UNAM: ¡Agua bendita contra el ‘narco’!

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Milenio, señala que ¿Por qué el negocio del crimen organizado y del narcotráfico llega a niveles extremos de violencia? La respuesta está en los elevados porcentajes de rentabilidad económica del crimen y el narco.

Es decir, el tamaño del negocio de las drogas es del tamaño de la guerra de quienes lo disputan.

Por ejemplo, todos saben que la UNAM es un mercado cautivo para la venta de drogas, igual que un estadio de futbol es un mercado cautivo para la venta de cervezas.

En el segundo ejemplo —la cerveza— las empresas pelean por esos mercados y ofrecer dádivas y concesiones por la exclusividad, al tiempo que sus estrategas de mercado reciben fuertes compensaciones por cada territorio ganado.

En el negocio criminal ocurre algo parecido. Las bandas que regentean la venta y distribución de droga, como en el caso de la UNAM, están en permanente disputa, todos los días tratan de ganar mayor mercado y territorio, compiten en precio, calidad y diversidad de las drogas que ofrecen y, en el extremo, se disputan el mercado a balazos.

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Margarita quiere dos dígitos

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que bajo el emblema de Manuel Gómez Morín, uno de los fundadores del PAN, Margarita Zavala pretende arrancar a finales de marzo la campaña electoral con dos dígitos en las encuestas presidenciales. En el equipo de la aspirante presidencial independiente manejan el escenario de un empate técnico con el tercer lugar para tener un despegue competitivo. Nos dicen que el segundo objetivo es ir por el voto azul, bastante conocido por Zavala, para luego ir a la caza del electorado general. Desde el cuartel general de doña Margarita se observa que el pleito por asuntos de presunta corrupción entre el aspirante panista Ricardo Anaya y el candidato del PRI, José Antonio Meade, puede beneficiar muchísimo la causa de Zavala, quien está dirigiendo sus primeros mensajes con la nueva imagen hacia los militantes azules.

Se quedaron sin hueso los “superhéroes”

¿Dónde están —nos preguntan— esos campeones de la lucha anticorrupción, esas desinteresadas organizaciones protectoras de la democracia, cuando la patria necesita de su ayuda para ser salvada? En días pasados el PAN acusó al candidato del PRI, José Antonio Meade, de tener responsabilidad en el desvío de 500 millones de pesos durante su gestión como secretario de Desarrollo Social. Es verdaderamente extraño que los superhéroes fake de la lucha anticorrupción que han estado tan cerca del panista Ricardo Anaya, ahora que los necesita, no han salido a apoyarlo en las denuncias por presuntos actos de corrupción cometidos por parte de su adversario político. Aunque tampoco han dicho gran cosa sobre los nombres de personajes de dudosa reputación en las listas plurinominales de Morena, y menos aún de los señalamientos de presuntas prácticas de lavado de dinero por parte del aspirante del frente PAN-PRD-MC. La respuesta de esta inacción de los inmaculados quizá tenga que ver con que varios de ellos y ellas se quedaron fuera de las listas de candidatos plurinominales del PAN al Senado, y así como que pierde chiste eso de la lucha anticorrupción. En otras palabras, sin hueso el caldo ya no sabe bueno.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que bajo el emblema de Manuel Gómez Morín, uno de los fundadores del PAN, Margarita Zavala pretende arrancar a finales de marzo la campaña electoral con dos dígitos en las encuestas presidenciales. En el equipo de la aspirante presidencial independiente manejan el escenario de un empate técnico con el tercer lugar para tener un despegue competitivo. Nos dicen que el segundo objetivo es ir por el voto azul, bastante conocido por Zavala, para luego ir a la caza del electorado general. Desde el cuartel general de doña Margarita se observa que el pleito por asuntos de presunta corrupción entre el aspirante panista Ricardo Anaya y el candidato del PRI, José Antonio Meade, puede beneficiar muchísimo la causa de Zavala, quien está dirigiendo sus primeros mensajes con la nueva imagen hacia los militantes azules.

Se quedaron sin hueso los “superhéroes”

¿Dónde están —nos preguntan— esos campeones de la lucha anticorrupción, esas desinteresadas organizaciones protectoras de la democracia, cuando la patria necesita de su ayuda para ser salvada? En días pasados el PAN acusó al candidato del PRI, José Antonio Meade, de tener responsabilidad en el desvío de 500 millones de pesos durante su gestión como secretario de Desarrollo Social. Es verdaderamente extraño que los superhéroes fake de la lucha anticorrupción que han estado tan cerca del panista Ricardo Anaya, ahora que los necesita, no han salido a apoyarlo en las denuncias por presuntos actos de corrupción cometidos por parte de su adversario político. Aunque tampoco han dicho gran cosa sobre los nombres de personajes de dudosa reputación en las listas plurinominales de Morena, y menos aún de los señalamientos de presuntas prácticas de lavado de dinero por parte del aspirante del frente PAN-PRD-MC. La respuesta de esta inacción de los inmaculados quizá tenga que ver con que varios de ellos y ellas se quedaron fuera de las listas de candidatos plurinominales del PAN al Senado, y así como que pierde chiste eso de la lucha anticorrupción. En otras palabras, sin hueso el caldo ya no sabe bueno.

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