El periódico El País acaba de enredar más el asunto de las encuestas que había complicado el Instituto Nacional Electoral con su reglamento de elecciones.

Explicado de manera sencilla el problema estaría así: yo quiero comprar un auto específico que venden armadoras diferentes: entonces tomo los precios del mismo auto y lo paso por una calculadora para sacar un promedio, por así decirlo, de 150 mil pesos. Entonces voy a la empresa del que más me gusta y le digo que le pago esa cantidad por el auto, pero ahí me dicen que el precio es de 175 mil. Yo me quejo en la Profeco porque creo que me están timando. No escucho las razones del vendedor: cada auto tiene un costo diferente.

Desafiando el rigor de las matemáticas, El País sacó un promedio de todas las encuestas y pronosticó la victoria de López Obrador. Sin embargo, cada encuesta tiene su metodología y su forma de interpretar los cuestionarios. Por tanto, un promedio estadístico de encuestas es como mezclar peras con gasolina.

Una revisión técnica de la encuesta de El Financiero y la encuesta de encuestas de El País revela errores metodológicos: no contabilizan indecisos ni los que no votaran y esos votantes los reparte proporcionalmente entre los candidatos, como si los que aún ni deciden fueran a votar como los demás; por tanto, el argumento de preferencias efectivas –repartidos decididos e indecisos– elevan artificialmente las cifras; en la de El Financiero hubo un 51 por ciento de ciudadanos que rechazaron ser encuestados.

La encuesta de encuestas de El País suma doce sondeos y con ellas hace un omelete de metodologías diferentes, el error estándar lo eleva a más-menos 7 puntos, cuando la media es 2.5. Las cifras de las encuestas licuadas por El País los porcentajes de López Obrador van de 23 a 42 por ciento.

En los hechos, de nada ha servido el intervencionismo autoritario del INE en encuestas, porque todas han sido registradas en el instituto, aunque sin tener ninguna utilidad. Lo grave es que en todas hay errores de metodología y de interpretación.

La incapacidad del INE lo lleva a formalizar el papel desinformador de las encuestas, justo lo que quería evitar. Todas las encuestas han perdido su sentido de indagación temporal de un instante político –ahora es etapa sin candidatos registrados y la campaña formal comienza el primero de abril– y se han convertido en propaganda política y estrategia de confusión social.

Lo peor ha sido el caso de López Obrador que llegó a difundir personalmente dos encuestas falsas y el INE, como siempre, miró hacia otro lado por el temor de hacer enojar al precandidato morenista, a pesar de violar regulaciones oficiales. Eso sí, usando el modelo licuadora de El País y la encuesta sin indecisos de El Financiero, López Obrador ya se da por ganador.

Sólo queda recordar el pasado: en las elecciones del 2006 López Obrador arrancó el año con 32 por ciento de voto en encuestas y Calderón con 24 por ciento, y el saldo oficial fue de 35.2 por ciento para el perredista, contra 35.9 del panista. En el 2012 Peña Nieto comenzó el año con 49 por ciento en encuestas y López Obrador con 26 por ciento y el resultado oficial fue de 38.2 por ciento para el priísta y 31.5 por ciento para el perredista.

La interferencia del INE está llevando la elección a un caos como el de 2006.

Política para dummies: La política es el arte de complicar la interpretación de la realidad para ganar en ese río revuelto.

Sólo para sus ojos:

· Graves descuidos de seguridad en Acapulco llevaron al asesinato de dos sacerdotes. Y esos errores son más graves si en el fondo se prueba que esos prelados tenían relaciones peligrosas con el crimen organizado. Uno de los instrumentos de la seguridad es la recopilación de información privilegiada –se llama inteligencia–, sobre todo de los aliados formales e informales de las bandas delincuenciales.

· Parece que nadie quiere discutir si la película de Guillermo del Toro rumbo al Oscar es o no un plagio. Pero el documental original de doce minutos es el mismo que Del Toro desarrolla en su obra: el monstruo, la señora de la limpieza, el secuestro y el amor. En redes circula el documental de doce minutos para quien quiera y decidir si la película de Del Toro es o no un plagio.

· Poco efecto en la campaña tuvo el discurso oficial del presidente Peña Nieto por los 101 años de la Constitución: fue un alegato a favor de sus reformas y una advertencia contra quienes quieren derogar las once reformas estructurales. Inclusive, López Obrador abanicó ese mensaje presidencial. Y el candidato priísta ni se enteró.

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Periodista desde 1972, Mtro. en Ciencias Políticas (BUAP), autor de la columna “Indicador Político” desde 1990. Director de la Revista Indicador Político. Ha sido profesor universitario y coordinador...