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¿Sustituir a Meade?

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, señala que no bien había pasado un mes después del destape, cuando comenzó a circular el rumor de que el PRI estaba considerando sustituir a José Antonio Meade como su candidato presidencial. Debido a que el exsecretario de Hacienda no subía en las encuestas, las alarmas se habrían prendido en Los Pinos y el presidente Peña (quien es el que puso a Meade como candidato y es el único que tiene el poder en su partido para quitarlo) ordenaría su reemplazo. Incluso se le puso nombre y apellido al sustituto: Aurelio Nuño, exsecretario de Educación Pública, ahora coordinador de la campaña de Meade. Muchos me han preguntado, desde entonces, qué pienso sobre este rumor. Mi respuesta es que se trata de un rumor de muy mala leche, típico de una contienda electoral.

Recordemos que Meade no es priista y que ésta es la primera vez en la larga historia del PRI, desde su fundación como PNR, en 1929, que este partido lanza a un candidato que no es miembro de esta organización. Está tan desprestigiada la marca del PRI, por culpa del gobierno de Peña, que el Presidente tuvo que tomar la muy audaz decisión de ponerle una “cara bonita” —más bien una “cara decente”— al frente de un partido que la mayoría del electorado considera como corrupto.

La decisión de poner a un externo como líder nunca cae bien dentro de las filas de un partido, empresa, organización o club privado. A menos, desde luego, que sus miembros lo vean como una especie de salvavidas. Los priistas tienen que estar convencidos que Pepe (así le dicen) “es el único que nos puede hacer ganar” para que lo acepten y trabajen a su favor. De lo contrario, si existe la percepción de que Peña puso a un “perdedor”, inevitablemente comenzarán las protestas, deslealtades y defecciones en la campaña.

Por eso, para el PRI y Peña era muy importante que Meade arrancara muy bien, posicionándose rápido como el candidato con más capacidad de ganarle a López Obrador. Hasta ahora no ha ocurrido por una razón. Meade venía de muy abajo: era poco conocido por el electorado. Su reconocimiento de nombre era bajísimo comparado al de AMLO y Ricardo Anaya. El primero lleva años haciendo campaña, el segundo meses, ambos utilizando miles de spots para darse a conocer.

¿De dónde salió el rumor de la sustitución de Meade? Quizá de dentro de grupos del PRI interesados en presionar a Peña para obtener candidaturas de senadores, diputados, gubernaturas y alcaldías. Quizá de la campaña de Anaya, a quien le convenía el mensaje de que, como Meade no prendía, él se posicionaba como el candidato con mayor capacidad de competirle a AMLO. Quizá, incluso, de la campaña de López Obrador, para atraer votos de priistas desilusionados con su candidato. Vale la pena mencionar que tanto Anaya como AMLO, públicamente, salieron a propagar la idea del reemplazo. El panista, incluso, con un pésimo chiste, tomando en cuenta la trágica historia del relevo que tuvo que hacer el PRI en 1994 por el asesinato de Colosio.

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Corral, ¿ganó o perdió…?

Joaquín López Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, indica que el reto no es solo jugártela, es ganártela. Florestán

El 28 de enero en Zacatecas, en una escala de su marcha hacia Ciudad de México, Javier Corral declaró rotundo: El gobierno de Chihuahua no negociará con el gobierno federal la impunidad ni por 900 millones de pesos ni por el presupuesto total anual de la entidad.

Eran los días en que su caravana avanzaba con sus ausencias y presencias y con un ánimo opositor que se leyó de apoyo a Ricardo Anaya, como éste y los suyos dejaron correr con sus asistencias y declaraciones. No hay que olvidar que Corral fue central, afirma, en esta coalición.

Así, el movimiento carretero recibió, como es lógico y más en tiempos electorales, el apoyo de los simpatizantes del frente de Anaya y los políticamente correctos, y el rechazo de sus opositores.

Corrieron los días entre, le decía, presencias y ausencias del gobernador hasta Cuernavaca, cuando a las puertas de la capital, el sábado por la noche, se formalizó en el despacho del secretario de Gobernación lo que Alfonso Navarrete Prida había operado por instrucciones del presidente Peña Nieto, el acuerdo que Corral negó desde Zacatecas, seis días antes: la extradición de su antecesor, el priista César Duarte, el traslado del también priista Alejandro Gutiérrez, ex secretario general adjunto del PRI a un penal federal, que solicitó en un principio y después negó, y el retiro de la controversia constitucional contra el convenio con Hacienda, para recibir los 900 millones de pesos reclamados que aceptó, y se fue de regreso el domingo, después del mitin en la columna de la Independencia.

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Anaya, el retrato

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Milenio, señala que con una buena dosis de ironía, los estrategas del PRI utilizaron un discurso de Ricardo Anaya —en el que elogia sin límite cualidades y capacidades de José Antonio Meade—, para sugerir que hasta el candidato de la alianza PAN, PRD y MC “sabe que el PRI ganará” la elección presidencial.

En el mensaje, difundido en redes a manera de spot —titulado “Esto piensa Anaya de Meade”—, el ex presidente del PAN aparece empeñado en elogiar sin límite al que en ese momento era su aliado y amigo.

Por eso, Anaya dice que Meade “es un mexicano del que nos sentimos profundamente orgullosos, de los poquísimos mexicanos que han ocupado tres secretarías de Estado, el único habiendo participado en dos gobiernos emanados de distintos partidos políticos” y por eso “no nos sorprende, porque es una consecuencia de su preparación y solidez técnica”.

Y remata con el elogio de elogios a Meade: “Pero es, sobre todo, una consecuencia natural de su verticalidad y de su extraordinaria calidad humana”.

¿Habían imaginado a Anaya en tal nivel de admiración? Lo cierto es que luego de escuchar lo anterior, cualquiera podría decir que Anaya no es candidato presidencial y que el verdadero aspirante a Los Pinos se llama José Antonio Meade, actual candidato presidencial del PRI.

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¿Dónde anda Margarita?

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que extrañeza y cejas levantadas ha ocasionado el silencio de la aspirante presidencial independiente, Margarita Zavala, en el caso de su contrincante panista, Ricardo Anaya, quien utilizó un esquema de triangulación inmobiliario —documentado por el semanario Proceso—. Nos dicen que ella se ha hecho a un lado en este caso y que su esposo, Felipe Calderón, tuvo que salir al quite para criticar la operación de don Ricky que, como en otros casos sobre su patrimonio inmobiliario publicados en esta casa editorial, resulta, por decir lo menos, sospechosa. Es un “bombón”, nos comentan, que le han regalado a doña Margarita y que lo está dejando pasar, como lo hizo la primera vez, cuando el propio Anaya le pidió que no hablara de su abundante patrimonio familiar. Zavala es la que quiere estar en la boleta electoral para la Presidencia y el que sale es don Felipe. ¿Dónde anda, políticamente hablando, doña Margarita?

Cómo va la famosa 3de3

La Secretaría de la Función Pública y el Inai están a la espera de que el Comité de Participación Ciudadana, el CPC del Sistema Nacional Anticorrupción, entregue los formatos que deberán llenar todos los servidores públicos para las declaraciones patrimoniales, de interés y fiscal. Usted recuerda que la famosa 3de3 fue una de las exigencias de la sociedad civil que se incluyó en la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, y el CPC tuvo un año para completar estos formatos. Nos dicen que lo más probable es que sean presentados en la próxima sesión del Sistema, una vez que Mariclaire Acosta sea la nueva presidenta del CPC. De otra manera, nos comentan, no se explica la demora en uno de los temas insignia en el combate a la corrupción.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que este martes será el último que pase Mauricio López al frente del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, pues se incorpora de refuerzo a la campaña de José Antonio Meade.

Como despedida, el directivo deja un convenio con Compartamos Banco para apoyar a mujeres que tomen cursos con el INEA y, junto con otros que se hicieron con Bancomer, el gobierno de Japón y TransCanada, entre otros, suman cerca de 5 millones de dólares en donativos que nunca tuvo antes ese instituto.

Que en los Conversatorios con militantes de Nueva Alianza, uno de ellos quiso poner en una encrucijada a su abanderado presidencial, José Antonio Meade, al cuestionarle quién era mejor artista, si su madre, Lucía Kuribreña, o su esposa, Juana Cuevas.

El ex secretario de Hacienda capoteó la provocación diciendo que tan buena es la relación de ambas que suelen pintar juntas: “Mi mamá tendía a hacer el planteamiento general del cuadro, y Juana era muy buena para el juego de los colores y de la composición”.

Que Andrés Manuel López Obrador prendió más con su tuit sobre un texto de Jesús Silva-Herzog Márquez y otro de réplica a Enrique Krauze que con su discurso sobre el huachicol en Palmar de Bravo y Acatzingo, dos de los municipios que conforman el llamado Triángulo Rojo por la extracción ilegal de combustible, en Puebla.

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