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El Informe de Resultados 2017 de la prueba Planea, publicados recientemente por el INEE, permite visualizar contextos que están presentes y que condicionan la formación de las y los estudiantes de educación obligatoria y, aunque pudiesen catalogarse como exógenos al proceso de enseñanza aprendizaje que se realiza en las aulas, influyen de manera directa. La inversión pública estatal en escuelas, laboratorios, organización escolar, formación y condición en la que desempeñan su función maestras y maestros, el origen étnico, la marginación y la pobreza, la escolaridad previa de padres y madres y el tipo de financiamiento del sistema educativo o de escuela a la que se asiste, median en los resultados obtenidos por las alumnas y alumnos. Valdría la pena rescatar algunos de ellos.

Los resultados nacionales de Planea, 3º de Secundaria y de Educación Media Superior

publicados recientemente, ilustran al lector. En la página 1, presentan los “propósitos” de la prueba Planea y en la 3, aquello que definen como “los niveles de logro“. Expuesto a través de gráficas, distinguen “porcentajes en los niveles de logro”, puntajes alcanzados en diversas variables, resultados por entidad, comparaciones con resultados de la aplicación en 2015 y consideraciones finales. PLANEA son la siglas bajo las que se abrevia el “Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes” realizada bianualmente con el objetivo de evaluar “el desempeño de los alumnos del último grado de (secundaria y de) bachillerato en dos campos disciplinares: Lenguaje y Comunicación y Matemáticas. Evalúa por lo tanto “aprendizajes clave”, concepto que engloba a aquellos “aprendizajes” que son indispensables para la adquisición de nuevos conocimientos y sirven de base para el “dominio del campo curricular”. Conocimientos que permanecerán “en el tiempo con cierta independencia de los cambios curriculares”, define Planea.

Pero, ¿y cómo “se expresan los resultados” de la evaluación? La publicación del INNE es muy clara. Se expresan mediante una escala de “200 a 800 puntos con una media de 500“, divididos en 4 niveles. Escala que nos indicaría que, quienes se encuentran por debajo de la media establecida, carecen de los aprendizajes clave que se requieren. En secundaria el 73.9 por ciento de quienes sustentaron la prueba Planea se encuentra en el área de Lenguaje y Comunicación, en los niveles I y II; lo que equivaldría a 3.2 de cada 5 alumnas y alumnos tendrían que esforzarse más, ya que se ubican por debajo o cerca de la media y carecerían por lo tanto, de los aprendizajes clave. En media superior las cosas no son tan diferentes aunque serían 11.9 por ciento menos dramáticas. Los resultados establecen que el 62 por ciento (3 de cada 5) a nivel nacional, se ubican en los niveles I y II y carecen de “aprendizajes clave” en este campo del conocimiento. En Matemáticas, los resultados no son mejores. En secundaria, el 86.2%, (4 y fracción de cada 5 alumnos) no pueden “resolver problemas que implican combinar números fraccionarios y decimales”, problemas con fracciones, números enteros o “describir en lenguaje coloquial, una expresión algebraica” y en Media superior, la situación se agrava, El 89.5 por ciento (9 de cada 10), no pueden, entre otras cuestiones, “analizar situaciones de proporcionalidad y no dominan “las reglas para transformar y operar con el lenguaje matemático” requeridos para ubicarse en los niveles I y II de la escala Planea.

Y, aunque en las conclusiones de la publicación se establece que los resultados de Planea 2017 no son comparables con los resultados de otras evaluaciones -entre ellas PLANEA 2015- realizadas respectivamente por el INEE y por la SEP, los resultados de Planea 3º de Secundaria incluyen una comparación entre de estos dos años de referencia en el que el puntaje promedio en el área de Lenguaje y Comunicación no varió, estableciéndose en 503 puntos, mientras que en Matemáticas pasó de 501 en 2015 a 504 puntos en 2017.

El diferencial de la calidad de los servicios educativos que presta el Estado, incluidos materiales y métodos educativos, organización escolar, infraestructura educativa e idoneidad de los docentes y de los directivos, establece un diferencial de 161 puntos en Lenguaje y Comunicación en 2017 (590, 429 respectivamente) y 114 en 2015 (574, 460 respectivamente), entre el promedio de quienes asisten en secundaria en instituciones privadas y quienes lo hacen en escuelas comunitarias (429 puntos). En Matemáticas sucede algo similar, la brecha entre los resultados obtenidos por las y los estudiantes, se habría ampliado al pasar de 116 puntos en 2015 contra los 154 que obtuvieran en 2017, evaluación en la que el promedio de quienes asistieron a escuelas comunitarias se estableció en 431 puntos (449 en 2015) mientras quienes asistieron a particulares lograron en promedio 585 puntos (565 en 2015). La media nacional se estableció entre 501 y 504 puntos respectivamente.

Una gráfica similar realizada para ilustrar el “Puntaje promedio de los estudiantes por tipo de servicio”, establecería una diferencia de 100 puntos en 2017, entre la media que obtienen en Lenguaje y Comunicación, quienes asisten a lo bachilleratos autónomos (541) y quienes asisten a los tele bachilleratos comunitarios (441). En matemáticas, la diferencia de puntaje sería tan sólo de 72 puntos en 2017. El “Puntaje promedio de los estudiantes por condición de habla indígena de los padres” muestra una diferencia contraría de 60 puntos en Lenguaje y Comunicación para quienes sí cuentan con esta condición y de 42 puntos en Matemáticas.

Culpados directamente al inicio de la administración por los malos resultados que obtienen alumnas y alumnos en diversas evaluaciones nacionales e internacionales, maestras y maestros habrían señalado que cuestiones ajenas a su labor, condicionaban los “malos” resultados. Habrían hecho referencia a la asistencia de niñas y niños a la escuela sin probar alimento alguno y, de la misma manera, alertado sobre las malas condiciones de las instalaciones escolares -incluidas las sanitarias, la falta de agua, luz, internet y materiales didácticos- y la publicación de los resultados de la evaluaciones Planea, parecerían sugerir que tenían razón. Se requiere de algo más que contar con el personal docente idóneo. Se precisa revertir las condiciones de pobreza y marginación en la que viven -oficialmente- más del 40% de la población mexicana.

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