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No hay nada para nadie en el arranque de las precampañas

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, indica que si algo dejan en claro las candidaturas que hasta el momento se han confirmado es que los comicios locales serán altamente competidos, duramente reñidos y que nadie a estas alturas puede cantar victoria o darse por ganador.

Lo que hoy reflejan las encuestas locales seguramente se modificará, sobre todo por el escenario nacional. Así como Andrés Manuel López Obrador catapulta a todos los candidatos de Morena, el estancamiento de las campañas de Ricardo Anaya Cortés y José Antonio Meade Kuribreña puede convertirse en un ancla para los candidatos a gobernador tanto del PAN como del PRI.

El diseño de las coaliciones puede significar para Martha Erika Alonso Hidalgo un error, pese a que su candidatura vaya a ser respaldada por cinco partidos políticos: PAN, PRD, Movimiento Ciudadano (MC), Compromiso por Puebla (CPP) y Pacto Social de Integración (PSI).

La estrategia de fragmentar el voto en la esfera municipal para favorecer a José Antonio Meade y al PRI puede terminar siendo perjudicial para su causa o capitalizada por Morena, si los simpatizantes del PAN se dan cuenta del engaño.

De entrada Martha Erika Alonso y sus operadores ya tendrían que haberse percatado que la nominación de Eduardo Rivera Pérez no fue bien recibida en algunos sectores del PAN y la sociedad que han puesto en entredicho su supuesto distanciamiento con el morenovallismo, y que algunos aspirantes del PAN a presidentes municipales no están nada contentos que sus partidos aliados a la gubernatura sean sus rivales en los comicios por las alcaldías o con las posiciones que les están cediendo de más al PRD y a MC para garantizar su “lealtad”.

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Doger, ¿credibilidad en medio del desastre?

Jorge Rodríguez en su columna A Puerta Cerrada, publicada en El Sol dePuebla, señala que Enrique Doger Guerrero asume la candidatura al gobierno del estado en el peor de los escenarios posibles para su causa: un PRI ubicado en tercer lugar de las preferencias electorales, el aparato político-gubernamental en contra, Morena en medio del camino para enfrentar al PAN y un compañero de partido como candidato presidencial –José Antonio Meade Kuribreña—incapaz de acarrear simpatías para sí mismo.

La primera incursión del ex rector de la BUAP en la lista de suspirantes del PRI al gobierno del estado ocurrió en 2004.

Vencido en la interna por Mario Marín Torres, perdió la posibilidad de ir a unos comicios de trámite, facilones pues, en contra del panista Francisco Fraile García.

Eran los últimos años de algodones y miel para el priismo poblano.

Un sexenio después fue descarrilado de nuevo por Marín, pero esta vez a la mala.

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Las cartas están echadas

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, indica que el primero en definir candidato fue Morena, en virtud a un acuerdo político entre Andrés Manuel López Obrador y el senador Luis Miguel Barbosa, quien le dio una prueba de su amor, al incorporar a una docena de senadores a la bancada de Morena. En respuesta, AMLO le correspondió con la candidatura, apoyada de una encuesta fantasma.

Apenas la semana pasada, el PAN decidió cumplir sus acuerdos con Rafael Moreno Valle, respaldando la aspiración gubernamental de su esposa Martha Erika, quien ahora exige se le quite el apellido de casada.

Y en el PRI, la cúpula nacional del tricolor —léase Peña y Meade— apostó por el mejor posicionado de su encuesta, sin dejar a un lado al dueño de la estructura y con una figura fresca a la alcaldía.

Ante la complicada elección que se le avecina al PRI, con números que no les cuadran por ningún lado y con un candidato presidencial que no termina de arrancar, la apuesta es por Doger, Lastiri y Deloya.

Con un Jorge Estefan obligado a darle cuando menos 800 mil votos a Meade, para que —en caso de ganar— se incorpore a un puesto de gabinete.

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Doger aterrizó: que Dios nos agarre confesados

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada en Diario Cambio, señala que la contienda por Casa Puebla, ya con la incorporación de Enrique Doger Guerrero como candidato tricolor, luce cardiaca y sin favorito. A diferencia de lo ocurrido en 2010 y 2016 cuando tuvimos una carrera de dos, en 2018 serán tres corredores con niveles de posicionamiento semejante que los hace arrancar en empate técnico.

Por supuesto, cada bando tiene sus pros y sus contras.

Marta Erika Alonso tendrá a su favor el aparato de gobierno, las instituciones electorales, el apoyo de varios partidos, la ingeniería electoral y mucho mucho dinero. Pero la marea social del descontento contra la reelección marital está en su contra. Moreno Valle es una losa que carga sobre su espalda.

En 2010 también Javier López Zavala tenía todo a su favor, pero con la marea en contra de la corrupción marinista terminó por hundirse cuando un discurso efectivo catalizó el descontento. Y eso que Zavala sólo era el hijo putativo de Mario Marín.

Su desempeño como candidata, además, es un enigma pues nunca ha sido abanderada ni siquiera a regidora o presidente municipal. Javier Lozano le disparó el primer dardo envenado: no tiene experiencia en la administración pública.

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El Factor Doger en la Estrategia de López Obrador

Mario Alberto Mejía en su columna La Quinta Columna, publicada en 24 Horas Puebla, indica que uno de los damnificados del proceso interno del PRI para elegir candidatos a Casa Puebla, el Senado, el Congreso local y la alcaldía de la capital del estado es MORENA.

La historia es tan vieja como sus ambiciones.

Vea el hipócrita lector:

Primero buscaron a Eduardo Rivera Pérez, a través de Alejandro Armenta Mier, y le ofrecieron la candidatura a la alcaldía.

No le cayó mal la propuesta a quien venía sufriendo embestidas y acosos de todo tipo.

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