A pesar del silencio casi absoluto de la Fiscalía General del Estado de Puebla sobre las investigaciones del asesinato del expresidente municipal de Huitzilan de Serdán, el joven y destacado antorchista Manuel Hernández Pasión, a estas alturas la opinión pública poblana y nacional sabe ya, con alto grado de certeza, quiénes fueron los actores principales, tanto materiales como intelectuales, en este crimen político, ocurrido el 10 de octubre de 2017 en las goteras de Zacapoaxtla, un municipio de la Sierra Nororiental de Puebla.

Sabemos, por ejemplo, con toda seguridad, quiénes accionaron los rifles R-15 y las pistolas 9mm que mataron a nuestro compañero y quiénes conforman toda la banda de asesinos que orquestó este horrendo crimen político. También sabemos a quiénes se debe investigar de forma exhaustiva y rápida por la probable autoría intelectual del asesinato. Sobre el morenista Alonso Aco Cortés y el padre Martín Hernández hemos aportado ya las pruebas, públicas todas, que los incriminan en la campaña de terror desatada en las páginas de La Jornada de Oriente contra Manuel Hernández Pasión, desde que tomó posesión del cargo de presidente municipal, campaña que terminó en el homicidio del presidente de Huitzilan; por eso, no me ocuparé del asunto esta vez. Sí quiero decir, en cambio, que de todas las amenazas y agresiones hicimos denuncias públicas y el Gobierno estatal las conoció puntualmente, en tiempo y forma.

Pero hay otros datos que han salido a la luz: la prensa poblana puso de manifiesto la relación de cercano parentesco, laboral y de vieja amistad de los sicarios con el presidente municipal de Zacapoaxtla, Guillermo Lobato Toral, sobre quien Antorcha ha pedido una investigación criminal en forma con base en hechos concretos, de los cuales daré sólo cuatro: A) La Fiscalía General del Estado tiene pruebas irrefutables de que uno de los vehículos que participó en el crimen se hallaba escondido en un inmueble que es propiedad de familiares muy cercanos a Guillermo Lobato Toral. B) La Fiscalía General del Estado también debe tener pruebas contundentes y testimonios imparciales de que Lobato Toral llegó al lugar del crimen en el momento en que comenzaban las diligencias para levantar el cadáver de Manuel, exigiendo se le permitiera el paso por el cordón de seguridad establecido, y esto se contextualiza con el hecho de que uno de los asesinos abandonó su vehículo en la escena del crimen, como también lo sabe la Fiscalía y la opinión pública, y debió huir a pie por las montañas; de donde no es necesario ser un Hércules Poirot superdotado para darse cuenta de que el alcalde no “iba de paso por otro asunto”, sino para ayudar a quien se escondía entre la maleza a que escapara con seguridad. C) También se sabe que, cuando Lobato Toral se hizo cargo de la presidencia de Zacapoaxtla, uno de los asesinos purgaba condena y que fue la posición de su pariente y sus relaciones de poder las que le abrieron las puertas de la prisión. D) Hay testigos, que ya han declarado en la Fiscalía General, que sostienen que ese mismo asesino no sólo era pariente de Lobato Toral, sino que era de quien echaba mano para trabajos de esa índole. Todas estas afirmaciones tienen sustento en investigaciones, pruebas materiales y periciales documentadas por la autoridad judicial.

Pero Guillermo Lobato no actuó motu proprio, sino como la cabeza más visible de una mafia que, desde hace muchas décadas, ha mantenido un férreo control sobre los campesinos de la Sierra Nororiental porque se enriquece explotando la mano de obra indígena y gracias a la ignorancia en que la mantiene. A esa mafia también pertenecen Alonso Aco y el cura Martín Hernández. A los intereses de este cacicazgo paleolítico le estorbaban Manuel Hernández Pasión y su gran trabajo de organización, educación y lucha por una vida mejor entre las capas más empobrecidas de aquella zona del estado. Por eso lo mataron.

Como informamos a la prensa poblana, desde los primeros días posteriores al crimen los encargados de la seguridad en el estado aseguraron en una reunión en la que estuvo presente el Gobernador, José Antonio Gali Fayad, que tenían plenamente identificados, vigilados y cercados a los autores materiales del asesinato y que su detención era cuestión de días. Nada de eso sucedió.

Este 10 de enero de 2018 se cumplieron tres meses del asesinato de Manuel Hernández Pasión y no hay un solo detenido. La Fiscalía General del Estado ha guardado un silencio casi criminal y con cada día que pasa crece la sospecha de que desde el Gobierno estatal de Puebla hay protección abierta para los asesinos, lo que agravaría el carácter político del crimen. ¿Estamos ante un acto de terror orquestado desde el Estado mismo? ¿La violencia contra el Movimiento Antorchista es, si no prohijada, por lo menos sí consentida por el Gobierno poblano? ¿La inacción de la justicia es un alarde del gran poder que tienen quienes planearon el asesinato y un indicio que nos dice de dónde vino la orden de matar a Manuel? La respuesta la tiene el Gobierno del estado. Nosotros nos limitamos a recordar que, desde agosto de 2014, ya en los gobiernos panistas, hemos documentado al menos 15 crímenes políticos contra líderes y activistas de nuestra organización en Puebla y en ningún caso hay un solo detenido. Todos fueron denunciados penalmente. Todos los conoce a detalle la Fiscalía General del Estado y el Gobierno de Puebla. Y todos, absolutamente todos, siguen impunes.

El próximo lunes 15 de enero, 40 mil antorchistas vamos a salir a las calles de la ciudad de Puebla, en el marco del Informe del Gobernador José Antonio Gali Fayad, a protestar por estas injusticias contra los antorchistas y para advertir que, dado este clima de terror e impunidad, nuestros líderes corren peligro de muerte. Será la primera marcha multitudinaria y es muy probable que esta lucha sea larga y difícil, pero Antorcha sabrá darla con la acción de todos sus militantes poblanos y el apoyo de todos nuestros hermanos a nivel nacional.

Por ello, aunque en esta ocasión solamente marcharemos 40 mil, el Comité Estatal de nuestra organización en Puebla convoca a los 300 mil antorchistas poblanos a que estén pendientes al llamado de Antorcha y a que acudan combativos y aguerridos, como siempre, a las acciones de protesta que acordemos: volanteos masivos, pintas, marchas multitudinarias, cadenas humanas, eventos culturales, etc. No olvidemos jamás que la lucha por justicia para Manuel Hernández Pasión es una lucha contra nuevos asesinatos, por la libertad y en defensa de la organización y la lucha popular en México, derechos otorgados por nuestra Constitución para evitar que el poder se erija en juez de sí mismo y abuse del pueblo.

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