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Revive Plataforma México

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que el mundo mexicano está al revés. Quienes iban a acabar con la violencia en los primeros 100 días de la administración de Enrique Peña Nieto, se encaminan a ser el gobierno donde mayor número de muertos por homicidios dolosos se haya registrado, a un ritmo actual de cuatro cada 60 minutos. Y quien vio en el gobierno de Felipe Calderón el origen de todos los males en materia de seguridad, decidió que para la pacificación del país, cuando llegara a la presidencia, recurriría a la estrategia que precisamente desarrolló el gobierno anterior. Qué paradoja. La némesis mexicana, como identificaron al gobierno de Calderón, resultó tener una estrategia que funcionaba mejor.


Al presentar su plan de gobierno el lunes pasado, el proyecto de López Obrador pasa por el rediseño institucional del área de la seguridad, la coordinación y profesionalización de los cuerpos de seguridad. Prioriza la inteligencia por sobre la fuerza y por el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de los miembros de los cuerpos policiales. “Ha sido un error reducir la estrategia de seguridad a una correlación de la capacidad de fuego entre los cuerpos policiales y el crimen organizado con el único fin de capturar a los grandes capos del narcotráfico”, dice en el proyecto del plan de gobierno. “Llevamos más de 10 años aplicando esa lógica centrada únicamente en descabezar cárteles, sin desmantelar su infraestructura financiera. Los resultados han sido efímeros y pobres”.

Tiene razón López Obrador, pero en lo cosmético. El documento que le prepararon sus asesores en seguridad toca los linderos del problema de la seguridad pública, pero no lo ataca de fondo. El problema de la última década obedece a otros factores más complejos. La violencia en el sexenio de Calderón escaló por el cambio de incentivos en la lucha contra el crimen organizado de los gobiernos anteriores. Previamente, la racional era que sexenalmente se atacaba a un cártel, máximo dos, con lo cual las organizaciones criminales pactaban entre sí plazas y territorios, sin enfrentarse entre ellas y así evitar que al llevar la violencia en las calles, la respuesta del Estado fuera equitativamente violenta.

El viejo esquema –que algunos han caracterizado como un pacto con los cárteles– se rompió por la incompetencia del gobierno de Vicente Fox en la lucha contra el crimen organizado, que en Michoacán, Guerrero y Tamaulipas pasaron a jugar el rol de autoridad, apoderándose de municipios en esas entidades. Esa pérdida de control territorial llevó a Calderón a dejar de combatir con discrecionalidad e iniciar una guerra de 360 grados, con lo que el incentivo criminal de no pelear entre ellos cambió a la guerra de aniquilación para evitar perder el negocio y la vida. La estrategia de Calderón fue similar a la que se siguió en otros países para enfrentar a las organizaciones criminales, como en Palermo, Medellín, Nueva York o Miami, donde el costo de vidas iba a subir. La estrategia era de velocidad: qué tan rápido podía el gobierno descabezar a los cárteles y desarticularlos operativamente, versus qué tan veloz pudieran remplazarlos las organizaciones criminales para no sufrir en sus estructuras.

El índice de violencia comenzó a bajar en mayo de 2011, pero el equipo de Peña Nieto descalificó por completo la estrategia –porque no la entendió nunca– y señaló que sería mediante la prevención como lograrían bajar la violencia. Dejaron de combatir ocho meses a los cárteles, y ante la pasividad, se fortalecieron. La prevención se redujo a minucias –como repartir lentes a los niños para que pudieran leer y no dejaran la escuela y se integraran a las pandillas– y durante los dos últimos años dejaron de dar presupuesto a ese rubro. Desmanteló Plataforma México, que aportaba inteligencia criminal, y con una visión torcida de la seguridad, la Secretaría de Gobernación absorbió a la Secretaría de Seguridad Pública. El resultado es que en el gobierno de Peña Nieto la violencia se incrementó a niveles nunca antes vistos y la expansión criminal cubre prácticamente todo el país.

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Nada nuevo de López Obrador para resolver la inseguridad

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, señala que octubre de 2017 fue le mes más violento desde que comenzaron a recabarse estadísticas sobre inseguridad en México en 1997. Este tema será uno de los más importantes en las campañas de 2018. La ciudadanía demandará respuestas a los candidatos de qué hacer para revertir las tasas delincuenciales al alza. Ya tenemos lo que propone hacer López Obrador quien, este lunes, presentó su programa de gobierno. La gran mayoría de las propuestas ya fueron planteadas, y algunas implementadas, en el pasado.

Fox creó una nueva Secretaría de Seguridad Pública (SSP) integrando en ella a la Policía Federal (PF) que le quitó a la Secretaría de Gobernación (SG). Calderón continuó con este esquema. Peña, sin embargo, cerró la SSP y regresó a la PF a la SG. Hoy resulta evidente que el cambio fue negativo. La seguridad se politizó y pasó a un segundo plano detrás de otras prioridades de la SG. AMLO propone hacer lo mismo que Fox: crear una SSP, que propondrá las políticas y estrategias en esta materia, y llevar ahí a la PF.

De Calderón, AMLO retoma la idea de capacitar y profesionalizar los cuerpos policiacos y el uso de bases de datos criminales. Propone crear un “Colegio Nacional de Seguridad Pública para formar mandos y cuadros policiales profesionales, altamente capacitados, honestos y dedicados exclusivamente a proteger a la sociedad”. Esa escuela ya existe en San Luis Potosí desde el sexenio de De la Madrid.

Calderón le invirtió muchos recursos para modernizarla. De ahí han salido varias generaciones de los mejores policías que tiene el país: los federales. En cuanto a las bases de datos, Calderón también gastó una fortuna en la llamada Plataforma México que funcionaba razonablemente bien.

La idea de mejorar las condiciones laborales y de vida de los policías es muy vieja. Varias organizaciones sociales, en particular la de María Elena Morera, han empujado esta idea desde hace mucho. Calderón fue el Presidente que más avanzó en esta materia con la PF. En su proyecto de gobierno, AMLO propone esto mismo.

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Insisto, el dedo es de todos

Joaquín López Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, indica que primero su discurso, luego la realidad. Florestán

Ya he hablado en este espacio de que para la selección de candidatos presidenciales, todos los partidos recurren al dedazo, su método de designación natural, aunque todos lo nieguen.

En Morena será autodedazo de Andrés Manuel López Obrador, que lo fue desde que creó Morena, en julio de 2014. Eso nadie lo discute, aunque haya anunciado que habrá un proceso interno vía encuesta, eso sí, demoscópica, para elegirlo. En la otra casa, Ricardo Anaya diseñó su propio Morena, con el frente opositor, que insisten falsamente en llamarlo Ciudadano, que no lo es, para ser él su candidato y saltarse el proceso del PAN, como anunció al formar este bloque morenista pintado de azul y amarillo con el PRD, cuya presidenta, Alejandra Barrales, será su candidata al Gobierno de Ciudad de México y el jefe del PRI, Enrique Peña Nieto, dará a conocer la próxima semana a su candidato de nombre José Antonio.

Eso sí, todos se acusan entre sí de recurrir a métodos antidemocráticos para la elección de su candidato, como si la gente fuera pendeja. López Obrador dijo al frente que se abriera y acusó de dedazo al PRI, Anaya señaló al tabasqueño y al priismo como víctimas del dedo que ha apuntado su candidatura.

Y seamos claros, aunque ellos no lo sean porque no lo pueden ser: en Morena no hay duda, es López Obrador porque el partido sin él no existiría; en el segundo es el frente, sin el que Anaya tendría problemas en el PAN para ser su abanderado y en el PRI es Peña Nieto como jefe de su partido el que decidirá. La gran diferencia es que tanto AMLO como Anaya están apuntando su propia candidatura y Peña Nieto la de quien desea que lo suceda en Los Pinos.

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Secuestro y muerte de la izquierda

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Milenio, señala que durante años, verdaderas mafias de la clase política mexicana han secuestrado y sometido a las distintas tendencias de la izquierda.

Y la tragedia es tal que a semanas del arranque del proceso electoral federal de 2018 podemos concluir que, luego del secuestro, las corrientes de la izquierda mexicana han sido asesinadas.

Está claro que algunos verán como excesiva y escandalosa la metáfora, sin embargo, los hechos son contundentes.

Como muchos saben, a lo largo de su historia la izquierda mexicana se caracterizó por su atomización, al grado que acuñó un clásico como el que suponía que en México “un partido en cada célula te dio”, a manera de remedo del Himno Nacional,

Y es que de cada liderazgo de izquierda surgió una verdadera mafia que —con el tiempo— creó su propia tribu, dentro de alguno de los partidos existentes y luego —ya fortalecidas las tribus—, algunos mafiosos de la izquierda crearon su propia empresa familiar, a la que bautizaron como partido y luego le dieron el sello distintivo de la dizque izquierda.

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Salinas de Gortari reaparece, en tiempos del tapado

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que un personaje de la vida política que de pronto hace temblar a la nomenclatura del PRI está de vuelta en tiempos de tapados y de definiciones para la candidatura presidencial del partido. El ex presidente Carlos Salinas de Gortari se hará presente esta semana para entregar al público su segundo libro de 2017 —resultó prolífico en aquello de soltar la pluma—, ahora sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. En esta ocasión, el equipo de don Carlos ha convocado a una reunión matutina en el Colegio de Ingenieros, acompañado del ex secretario de Comercio, Herminio Blanco. Apenas a la mitad de este año Salinas de Gortari presentó su libro Muros, Puentes y Litorales. Y ahora ya tiene ooootro, sobre el tema de moda: el TLC, en momentos de la renegociación del acuerdo comercial. Claro, nos dicen, no vaya usted a pensar mal, pues la reaparición del ex mandatario no tiene nada que ver con los tiempos políticos tricolores. ¡Nada de eso!

Mancera deja colgado a Peña Nieto

No queda claro si no llegó por el tráfico, si acaso hubo un problema de agenda o si de plano no le gustó lo que se iba a anunciar, el hecho es que el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, no estuvo en Los Pinos, donde el presidente Enrique Peña Nieto se pronunció en torno al aumento al salario mínimo y a la generación de empleos formales en el país —más de 3 millones 300 mil en su administración—. Ya había ahí 17 gobernadores y Mancera estaba contemplado como orador, en su calidad de presidente de la Conago. El presidente Peña retrasó poco más de 30 minutos el arranque del evento. Dijo: “Agradezco la paciencia, la verdad es que estuve haciendo un poco de tiempo, no sólo empezamos más tarde de la hora programada, sino haciendo tiempo, porque algunos invitados, sobre todo gobernadores, tuvieron complicaciones viales para poder arribar aquí”. En el equipo del jefe de Gobierno nos dicen que la ausencia se debió a un retraso en la agenda.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que durante la comida que dio la comunidad libanesa para reconocer la trayectoria de Armando Ahued al frente de la Secretaría de Salud de Ciudad de México, el funcionario relató que uno de los episodios más difíciles que ha vivido fue la operación del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.

El homenajeado dijo que en esa oportunidad pidió a Dios para que salvara a su jefe, quien ahora “tiene una salud envidiable” y de hecho anda tan activo, eso ya lo decimos desde este espacio, que ayer lanzó un dardo al presidente panista, Ricardo Anaya, con eso de que se practique examen de confianza a los aspirantes, lo que incluye revisión del patrimonio.

Que sigue caliente la disputa panista por la candidatura al gobierno de Yucatán, pues el alcalde de Mérida, Mauricio Vila, acusó a su compañero de partido Renán Barrera, coordinador de los munícipes del blanquiazul a escala nacional, de esparcir el rumor de un supuesto bloqueo perredista a su aspiración.

Vila asegura ser el alcalde mejor calificado en las encuestas para gobernador, no para reelegirse en su cargo actual, pero como el CEN anda ocupado con lo del Frente Ciudadano por México y buscando apuntalar a Ricardo Anaya como candidato presidencial, pues qué se va a ocupar de la riña yucateca.

Que el presidente Enrique Peña Nieto se vio obligado a hacer tiempo, pues sus invitados al acto en materia de empleo en Los Pinos, en el que anunció el aumento de 8 pesos al salario mínimo, se quedaron atrapados en los bloqueos por la marcha campesina.

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