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19-S, los millennials

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que el sismo del 19 de septiembre le ha dado a una generación que se sabía existía pero no hacia dónde se dirigía, su razón de ser. La sacudida telúrica la agitó socialmente. La tragedia la galvanizó. Detonó una necesidad de hacer algo por quienes, probablemente, en muchos casos ignoraban antes, y concretar algo que trascienda. El sismo, como escribió Diego Petersen en El Informador de Guadalajara, este lunes, “activó políticamente a una generación que pensábamos era ajena a la cosa pública”. Estos jóvenes de clases medias y altas, descritas por Petersen como apáticos, indolentes y hedonistas, demostraron ser capaces de organizarse y organizar.

Los millennials, como se conoce a los menores de 30 años, egocéntricos, muy listos y preparados académicamente, que nacieron bajo el paraguas de la prosperidad económica, como los silueteó en 2012 Valerio Moreno en el diario monarquista español ABC, tienen el conocimiento y recursos tecnológicos de la generación rupturista del ’68, que tanto hizo por acelerar el desgaste del sistema político y abrirle la puerta a sangre y balas a la democracia, y la capacidad de organización de la que carecieron los jóvenes de la sociedad civil de 1985, de la cual el sistema cooptó a sus líderes y los incorporó a la política. Esta generación tiene urticaria por los políticos y, por definición, se separan lo que más pueden de ellos.

El sismo del 19 de septiembre produjo un despertar inesperado entre ellos, que no se quedó en la solidaridad del corto plazo. En las dos últimas semanas, los millennials comenzaron a construir un andamiaje que sus pares generacionales, en su momento, ni tuvieron ni se imaginaron. Existe un despertar inesperado donde grupos de jóvenes que iban construyendo sus proyectos con vocación social y sustentable, tomaron el sismo para potenciarlos mediante nuevos sistemas de organización, integrando profesionales en crowdfunding, que es una práctica para financiar proyectos mediante contribuciones de un amplio número de personas, o expertos en trabajo social con comunidades. Otros fundaron organizaciones en donde empíricamente siguieron ese camino y, por ejemplo en un caso, en menos de siete días recolectaron fondos y manos para reconstruir –ya empezaron– 25 casas en una comunidad totalmente abandonada por la autoridad.

Lo que no saben lo investigan y reclutan a quien tenga la experiencia para llevar a cabo lo que pretenden, pero bajo un principio ético y político: transparencia y rendición de cuentas. Para muchos de esa generación, esto se encuentra en las antípodas de lo que hacen los gobiernos. Son apartidistas y su principal motivación es construir algo que perdure, fuera de los cauces institucionales. Su actitud evoca
–quizá casuísticamente– las ideas del sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman –que murió en enero pasado–, quien construyó el concepto de modernidad líquida, que busca el cambio dentro de la vida social moderna.

Para Bauman, el cambio es permanente, e incluye la desaparición o transformación de las estructuras actuales, pero no porque necesariamente esas moles organizacionales hayan dejado de ser funcionales, sino por la insatisfacción de esa generación con su rigidez, lo que recuerda la lucha contra el statu quo de la generación del ’68, irreverente, beligerante, inconforme e innovadora. El cambio que diagnosticó Bauman camina hacia sistemas de organización flexibles, en entidades sociales flexibles, que se oponen a lo estático y complaciente en un andamiaje que resulta, bajo la perspectiva de Bauman de las nuevas dinámicas de equilibrio, en algo obsoleto. Es lo que se está apreciando con las nuevas formas de organización emprendidas por los millennials, que puedan ser, en el concepto del pensador polaco, una estructura social que pueda ser autocorrector del sistema, que restablezca el equilibrio.

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Premios a los ciudadanos que vayan a votar

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, señala que sigo con el tema del financiamiento de los partidos y las campañas electorales. Hoy voy a tratarlo desde otro ángulo: el de los gastos. Tenemos que disminuir las partidas que erogan los partidos para tratar de comprar el voto. Para eso puede haber una buena solución: obligar, más bien incentivar, a que más gente salga a votar. Me explico.

Mucho del incremento en el financiamiento público y las cada vez mayores inyecciones de dinero ilegal en las campañas (de gobiernos, empresas y crimen organizado) se debe al voraz intento de todos los partidos de ganarse la voluntad ciudadana repartiendo todo tipo de bienes materiales e incluso dinero en efectivo. De tratar de comprar el voto, pues. Entre menos electorales salgan a votar el día de la elección, esta operación sale más barata. Se vuelve más factible ganar repartiendo “regalos”.

Por el contrario, si todos los ciudadanos inscritos en el padrón electoral salieran a votar, se volvería prácticamente imposible hacerlo. Imaginemos que en la elección presidencial salieran a sufragar los 86 millones de mexicanos inscritos en la lista nominal. Dejémoslo en 80 millones por los muertos que hay y la gente que se enferme ese día. No hay presupuesto que alcance para comprar el voto de tanta gente. No por nada, en países donde el voto es obligatorio, como Perú, el costo de las campañas ha disminuido gracias a la alta participación.

El problema del voto obligatorio es cómo hacerlo precisamente obligatorio. En los países donde existe, al que se abstiene se le cobra una pequeña multa o se le ponen algunas trabas para la expedición de documentos oficiales. Confieso que no me gusta este tipo de medidas coercitivas. Por eso, siempre he visto con cierto resquemor el tema del voto obligatorio. Hasta que me llegó un correo electrónico de Ricardo Cabo Álvarez, ingeniero civil de la UNAM, con una idea que me pareció brillante.

Con razón, dice Ricardo que “las toneladas de dinero que utilizan los partidos políticos son para conseguir votos, comprando el voto, obsequiando cualquier cosa, ofreciendo lo que no habrán de cumplir, es por ello que tienen urticaria porque ni idea tienen de cómo ganar sin este enorme recurso”. Propone, entonces, “que los electores vayan a votar, estimulándolos con la posibilidad de obtener algún beneficio en efectivo, sin la mano negra de los dizque partidos políticos y los inútiles que están pegados a la ubre”. La idea, original de Felipe Daniel Ruanova Zárate, es la siguiente: una vez terminada la elección, el Instituto Nacional Electoral procede a celebrar un sorteo con un premio de cien millones de pesos, diez de diez millones, cien de un millón, mil de cien mil, diez mil de diez mil y cien mil de mil pesos. La bolsa total de premios ascendería a 600 millones de pesos que se repartirían a 111,111 votantes que sí asistieron a votar.

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Sí, la decisión sigue siendo de Peña Nieto

Joaquín López Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, indica que yo soy yo y mis historias. Florestán

Le he contado que, de acuerdo con la fuente más cercana, Enrique Peña Nieto, como jefe del PRI, no ha tomado una decisión sobre el candidato presidencial del Revolucionario Institucional, para lo que ausculta pero al final será una decisión, debo decirlo, unipersonalísima y que tendrá clara en el momento que se anuncie.

También he señalado que en la decimosegunda asamblea de su partido, tras eliminar sin ningún obstáculo el requisito de los diez años de militancia, los priistas de verdad lo interpretaron como el destape de José Antonio Meade, por la dedicatoria. Y no solo los militantes, también en la oposición y en un amplio sector de la sociedad, al igual que los otros presidenciables.

Pero Peña Nieto no destapó a nadie, se dio cartas, mejoró su mano, eliminando obstáculos para el encarte, porque los precandidatos hoy siguen siendo, además de Meade, Miguel Ángel Osorio Chong, Aurelio Nuño y José Narro.

Hay quienes me dicen que Meade no puede ser candidato porque debe sacar la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos, en lo que tienen razón. El Congreso tiene que aprobar el paquete fiscal, antes del plazo constitucional del 15 de noviembre. Debo apuntar que la fecha original para el inicio de las precampañas era al día siguiente, 16 de noviembre, pero con el ajuste que hizo el INE al calendario electoral, pasó al 12 de diciembre.

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Margarita será independiente

Ricardo Alemán en su columna Itinerario POlítico, publicada en Milenio, señala que si nos atenemos al interés político predominante tanto en el PAN como en PRD y PRI, desde hoy podemos asegurar que Margarita Zavala será una poderosa candidata presidencial independiente.

Sin embargo, nadie debe descartar que la más aventajada —de todos los precandidatos en contienda— siga la misma ruta o una variante de aquella que en 1988 convirtió a Cuauhtémoc Cárdenas en un verdadero candidato deseo al que se sumó casi toda la oposición.

Es decir, aún existe la posibilidad de que Margarita Zavala sea postulada como candidata presidencial por un partido pequeño al que, con el tiempo y los buenos resultados, se podrían agrupar distintas fuerzas ciudadanas capaces de proponer una alternativa real a los partidos hegemónicos.

Pero vamos por partes.

Como saben, el pasado fin de semana tres precandidatos presidenciales urgieron a que el Frente Ciudadano, que integran PAN, PRD y MC, acelerara la selección de su candidato presidencial.

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Mancera deja de lado la campaña y la corbata

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que quien de plano se ve que sigue concentrado en la emergencia que vive la capital del país es el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera. Nos hacen ver que ayer don Miguel llegó al Campo Militar No. 1 en pantalón de mezclilla, tenis negros, y una chamarra ligera. Se trataba de una ceremonia militar, el 30 Aniversario del Primer Cuerpo del Ejército —de donde han surgido dos titulares de la Sedena—, que encabezaba el presidente Enrique Peña Nieto —quien vestía en traje oscuro, al igual que los demás integrantes del gabinete—, y a la que asistieron altos jefes militares, entre ellos los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina Armada, todos con sus uniformes formales. En estos días Mancera ha dicho que está concentrado en la ayuda y reconstrucción de la Ciudad y alejado del tema político de la sucesión presidencial y, al parecer, tampoco está para atender protocolos. Sin embargo, nos dicen, ya habrá tiempo de retomar la campaña y la corbata.

¿Una infamia en el Senado?

Nos dicen que la senadora panista Marcela Torres Peimbert está en deuda con el Senado. Algunos senadores aseguran que doña Marcela cometió una infamia al acusar que en la urna con los votos que determinarían quién sería el comisionado del Instituto Federal de Telecomunicaciones se habían metido tres votos de más. Tras el conteo en la urna transparente había 112 votos, el mismo número de senadores que estaba presentes en la sesión. Ante la acusación de la senadora, nos aseguran, fueron revisadas grabaciones de cámaras de seguridad del recinto, y en ellas se observa cómo 111 senadores depositan su voto, y entre ellos sólo uno, Fidel Demedicis depositó dos, el suyo y el del senador Miguel Barbosa, quien por un impedimento de movilidad le pidió a su colega llevar su sufragio. Al final, nos aseguran, en la urna solo había 112 votos. Por lo que la legisladora panista debe al Senado una disculpa o las pruebas que comprueben su acusación.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que tras los jaloneos y mentadas de madre que ayer intercambiaron priistas y lopezobradoristas en el pleno de la Cámara de Diputados, la Mesa Directiva, a cargo de Jorge Carlos Ramírez Marín, emitirá en los próximos días una serie de lineamientos para las protestas con mantas y pancartas en el recinto.

Los diputados podrán exhibir carteles y arengas en tribuna exclusivamente durante sus intervenciones y, además, ninguna manifestación podrá invadir espacios ni curules ajenas en San Lázaro.

Que el líder de Morena en Ciudad de México, Martí Batres, se enorgullece de que la jefa delegacional en Tlalpan, Claudia Sheinbaum, es la única que ha transparentado expedientes y denuncias penales por los derrumbes que ocasionaron muertes en la demarcación tras el terremoto del 19 de septiembre, para deslindarse de responsabilidades.

Sin embargo, uno de los que sale raspado es el jefe delegacional en Xochimilco, Avelino Méndez, también de Morena, porque a más de dos semanas del sismo no cuenta ni siquiera con un censo completo de las casas que colapsaron en su territorio, sobre todo en San Gregorio Atlapulco, donde las viviendas caídas se cuentan por decenas, pero en la suma que concentra el gobierno capitalino con información de la delegación apenas se consideran dos inmuebles derruidos.

Que tras la confusión que se generó en la votación para elegir al presidente del Instituto Federal de Telecomunicaciones, el presidente del Senado, Ernesto Cordero, y el Partido Verde salieron a dar todo su respaldo al área de Asuntos Parlamentarios que encabeza Arturo Garita, quien lleva más de 20 años en la Cámara sin que nadie, hasta ahora, hubiera puesto en duda su integridad.

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