Los eventos se sucedían con una vertiginosa inmediatez. Nada le salía de acuerdo a lo previsto. El sismo del 7 de septiembre suspendía las pasarelas de los presidenciables y por lo tanto, habría que trazar una ruta alterna que le mantuviera la mira de los votantes. La tragedia brindaba una oportunidad inmejorable no obstante en Oaxaca damnificados, entre ellos padres y madres de familia del Centro Escolar de Juchitán, lo habían increpado, insultado y abucheado al momento de pronunciar un discurso, mientras vociferaban reclamos por la falta de apoyo gubernamental. Vaya osadía la de los juchitecos. No lo entendía, estaba lo mismo que Peña su jefe y titular del ejecutivo federal y otros compañeros de gabinete, realizando lo que él consideraba era humanamente posible, aunque eso se limitara a visitar algunas zonas y salir lo mejor a cuadro. No sólo a padres y madres, la ayuda que prometía para reconstruir espacios escolares dañados, requeriría para cumplir con la normatividad autoimpuesta, de un censo, que como siempre contaba con la animadversión de los de la sección 22 de la CNTE, pues éstos querían realizarlo a su manera incluyendo a los progenitores y a sus agremiados. Para doblarlos tendría que recurrir a sus amigos de los medios, que una buena lana les soltaba diariamente. Ellos se encargarían de advertir a la opinión pública una conducta deleznable de los lidercillos, al tiempo que para guardar la forma, les conminaría a la unidad en beneficio de niñas y niños.

En la Ciudad de México, el show montado por la televisora de las estrellas se había desfondado arrastrando su imagen, figura que por momentos perdía en la transmisión nacional, al exigir la presencia del padre o la madre de una niña, que sólo existía -lo mismo que sus compañeritos- en la imaginación de algunos rescatistas y en un par de mandos de la marina, incitados por una reportera que prácticamente ponía en sus bocas la respuesta. A él, que “sólo se preocupa por el interés superior de niñas, niños y adolescentes, a quienes les quiere otorgar una educación de calidad”, no le reconocían las largas horas de espera, sin dormir un rato siquiera, tiempo destinado a festinar con Frida Sofía, un rescate ficticio. Empero, lo había logrado. Por más de 10 horas, quienes habían estado incomunicados por múltiples razones, al hacer contacto con quien deseaban inquirían por el rescate de la niña. Ese esfuerzo se había ido por un caño.

Rememoraba por instantes. Su esfuerzo le había costado y eso probablemente, ya lo sabrían sus compatriotas, que otros tantos en el gabinete, en el extranjero y en los círculos en los que se toman las decisiones importantes, ya lo ponderaban . Para eso habría modificado la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Convencer a Enrique, había sido una tarea fácil y dorarles la píldora a los Chuchos y a los Madero había sido como quitarle la paleta o el juguete preferido a cualquier infante. Total, uno de los primeros soñaba con hacer cogobierno y en función de una tercera vía, anhelaba en cambiar las cosas desde adentro, recordando que algún periodista local acusaba a la izquierda de luchar duro contra la burguesía hasta emparejarse con ella. Con el otro, las cosas serían más fáciles. Demócrata irredento, ingenuo como su ancestro, se había dejado convencer de fácil manera, al fin y al cabo, las reformas estructurales se compartían entre quienes, como partido político tuvieron inicios afines. El resultado le había salido de maravilla. En el camino no sólo había dejado a Jackson y a sus padrinos, sino que en el ínterin, habría logrado colarse hasta la cocina de mano del Secretario de Hacienda, quien seguramente, lo promovía por ser gente suya con el afán de contar con un jefe de oficina que bloqueara a sus adversarios, facilitara el acceso de los aliados y que en fin, copara los espacios que los advenedizos querrían escalar, como si se tratara de la cima más grande de México o del mundo.

Previamente, el rumbo que habían tomado las cuestiones de la política pública que instrumentara, se mejoraban constantemente. La CNTE regresaba al redil, tras campear en los valles de Bucareli. La evaluación al desempeño docente y la de promoción de cargos superiores se realizaba, si no de acuerdo a lo previsto originalmente, sí a lo estipulado conforme al calendario de 2017. Aunque tarde, normalistas de los estados disidentes habrían presentado el examen de ingreso, para tener derecho a una plaza provisional en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán. Sin embargo, los sismos ocurridos en un septiembre negro, podrían derrumbar la meta de evaluar a los 150 mil docentes previstos e incumpliría con la meta de evaluar al 25 por ciento de las maestras y maestros, como ya lo han hecho con el calendario escolar de 185 y 195 días respectivamente, a pesar de la promesa de recuperar los días perdidos añadiendo horas de clase o alargando el ciclo escolar a costa de los días de vacaciones.

Y, por si fuera poco, Peña sucumbe ante la presión mediática y anuncia un regreso a clases a más tardar en tres semanas de todas y todos las menores y mayores, cuestión que combate yerros, dislates y abusos, cometidos por autoridades de educación locales superiores e intermedias, por los responsables de protección civil en la CDMX, las entidades y los municipios, incluidos Peritos Directores Responsables de Obra, quienes bajo el disfraz del “interés superior de la niñez”, retrasan el retorno de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, en escuelas que no sufrieron afectaciones.

Pero, “los sueños, sueños son” -lo mismo que las pesadillas- y pensará que habrá mejores momentos para recuperar el descanso, aliento, la tranquilidad y la precandidatura anhelada, a pesar de la contratación de aulas prefabricadas que sustituirán espacios educativos perdidos. La sociedad sabrá valorarlo, pensaría.

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