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La tragedia se advirtió

Raymundo Riva Palcio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que el 8 de enero de 2015, 627 días antes del sismo que sacudió a la Ciudad de México hace dos semanas, se anticipó su impacto. Un fuerte sismo, concluyeron tres investigadores del Instituto de Ingeniería de la UNAM, haría que decenas de edificios tuvieran un “comportamiento inadecuado”, porque, aparentemente, no cumplían con los requerimientos mínimos establecidos en el Reglamento de Construcciones del Distrito Federal, publicado en 2004 y que se conoce como el MCBC-2004. La pesadilla se resumía en una frase: “Los propietarios de los edificios y sus inquilinos pueden estar viviendo en edificios que no son tan seguros como asumen”. Un año y medio después el saldo que dejó el sismo es al menos siete mil 649 inmuebles con daños, 321 con grave riesgo de sumarse a los 39 que se colapsaron.

La realidad no deja de ser una paradoja caprichosa, porque si por códigos y regulaciones fuera, la Ciudad de México podría estar totalmente tranquila. El MCBC-2004, explicaron los investigadores Eduardo Reinoso, Miguel Jaimes y Marco Torres, es el mejor código, el que tiene el conjunto de requerimientos más avanzados y completos del país, y sirve como modelo en otras ciudades mexicanas y en el extranjero. La otra cara de esa reconfortante moneda es lo que los investigadores encontraron en muchas viviendas recientemente construidas de altura mediana, cuya arquitectura parecía demasiado débil para soportar sismos, con “evidentes deficiencias estructurales e insuficientes mecanismos oficiales para supervisar el diseño y la construcción de esas nuevas estructuras”.

Tras difundir su investigación en línea, Reinoso, Jaimes y Torres publicaron el año pasado su trabajo, ‘Evaluation of building code compliance in Mexico City: mid-rise dwellings’, en la revista académica bimensual Building Research & Information, que aborda temas de diseño y construcción. El estudio evaluó las prácticas actuales y las comparó con las guías del MCBC-2004, utilizando una muestra de 150 edificios seleccionados al azar, pero construidos después de 2004. En un grupo de 20 edificios realizaron adicionalmente análisis estructurales y revisiones del diseño, que los llevó a confirmar que “un alto número” de nuevos edificios en la Ciudad de México no tenían un registro confiable de información técnica, por lo cual no podían evaluar su comportamiento ante un sismo fuerte, y que la limitada información en un alto número, hacía imposible verificar su comportamiento estructural sísmico.

Para el estudio establecieron como características, que debían ubicarse en la zona sísmica de más alto riesgo, su ocupación y que el número de pisos fuera de cuatro o mayor que cuatro, debido a que construcciones menores de tres pisos habían tenido un comportamiento “adecuado” durante los principales eventos sísmicos con los que comparaban, el de 1957 (cuando se cayó el Ángel de la Independencia), el de 1979 (cuando colapsó la vieja Universidad Iberoamericana), y el de 1985 (que produjo alrededor de 12 mil 500 muertos), de acuerdo con los certificados de defunción emitidos por el Registro Civil. El total de edificios que se ajustaban a ese criterio fueron 13 mil 428, de donde se hizo la selección de los 150 edificios y de ellos, los 20 adicionales.

De esta forma, se revisaron 68 de los seis mil 105 edificios con esas características en la delegación Benito Juárez, 61 de los cinco mil 477 en la Cuauhtémoc y 21 de los mil 846 en la Venustiano Carranza, que comprenden la zona más sísmica de la capital. Es un shock notar que la onda sísmica más devastadora del 19 de septiembre pasado coincide asombrosamente con la línea de edificios más vulnerables a un sismo que encontraron Reinoso, Jaimes y Torres, año y medio antes.

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Sí a la participación social; no al clientelismo político

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, señala que para que sea exitoso el proceso de reconstrucción por los sismos se va requerir consenso político, gobiernos eficaces y participación ciudadana. Ya hablé de los dos primeros y sus problemas. Hoy termino con el tercer factor y su gran riesgo: que la organización de la sociedad civil termine en grupos rentistas vinculados, a través de una red de clientelismo político, con los partidos.

Me gusta, y mucho, que la sociedad se organice para participar en la solución de los problemas públicos. El activismo ciudadano es una magnífica manera de suplir las carencias de gobiernos malos e ineficaces como los tenemos en México. Ojo, no estamos hablando de sustituir a las instituciones gubernamentales porque eso, en una sociedad compleja y civilizada, es imposible. La participación ciudadana debe ser complementaria a la acción gubernamental.

Una de las diferencias entre los terremotos de 1985 y 2017 es que entonces apareció la sociedad civil frente a un gobierno ausente y pasmado. La autoridad en las calles y los sitios de desastre era la gente organizada. Estos días, por lo menos, en los sitios que tuve oportunidad de recorrer aquí en la CDMX, observé la solidaridad de la sociedad, pero el mando lo tenían las autoridades. Los voluntarios obedecían las órdenes de militares, policías, bomberos y elementos de protección civil. Esto permitió, me parece, un mayor orden en el rescate de las víctimas, proceso que fue muy caótico en 85.

Aquel año, pasada la emergencia, se organizaron múltiples grupos vecinales para la reconstrucción. Esto no gustó nada al sistema autoritario priista que estaba basado en un corporativismo: los grupos sociales debían ser parte de la estructura del PRI. No obstante, en lo que fue un cambio político que contribuyó a la democratización del país, surgieron organizaciones sociales independientes como la Coordinadora Única de Damnificados (CUD), Coordinadora de Luchas Urbanas, Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular, la Unión de Vecinos y Damnificados y la Asamblea de Barrios.

Varias de estas organizaciones fueron fundamentales para que
Cuauhtémoc Cárdenas ganara la elección presidencial de 1988 en la capital. Surgieron, sobre todo de la CUD, nuevos liderazgos sociales como los de Cuauhtémoc Abarca, Alejandro
Varas, Armando Palomo, Marco Rascón, Javier Hidalgo, Leslie Serna, Dolores Padierna y René Bejarano. Algunas de estas organizaciones y liderazgos se integraron al PRD cuando este partido se fundó en 1989.

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No importa quién lo dijo primero, vamos por ellos

Joaquín López Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, indica que no hay que tomarles la palabra, hay que arrebatársela. Florestán

El colapso del terremoto del día 19 provocó lo que nadie había logrado: que los partidos políticos coincidieran, aunque no se hayan puesto de acuerdo, en renunciar al financiamiento público que los sostiene y al dinero del erario para sus campañas, de lo que viven.

Por años se repitieron las voces hasta hacerse casi una sola, faltaba la suya, para denunciar y reprobar el multimillonario costo de las elecciones más onerosas del mundo y las prerrogativas partidistas. Lo único en lo que han coincidido siempre, de todos los colores, viejos y nuevos, ha sido en aprobar por unanimidad sus presupuestos, sistema pervertido que ha financiado a partidos familiares y otras franquicias que cuestan miles de millones sin ninguna rentabilidad democrática.

Pero el impacto del desastre, las dimensiones de la hecatombe, los cientos y cientos de miles de damnificados, la tarea titánica y de derecho elemental de atención y reconstrucción y el clamor popular, ha girado a esos dirigentes y cada quien con su fórmula ha planteado la renuncia al subsidio para destinarlo a poner de pie a una buena parte del país.

Enrique Ochoa no solo ha renunciado a los 258 millones de pesos que le corresponden al PRI en el último trimestre de este año, y llamado a los demás partidos a hacer lo mismo, sino que ha propuesto la eliminación de las prerrogativas para las campañas de 2018, cuando hay en juego 3 mil 406 cargos de elección popular, incluido la Presidencia de la República y la desaparición de senadores y diputados plurinominales, otro estruendoso clamor.

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¡Se derrumba 2018!

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Milenio, señala que nadie sabe cómo, de qué manera y a qué partido o candidato afectará en mayor o menor medida.

Sin embargo, lo que todos en la clase política saben es que tanto los huracanes como los terremotos ya provocaron un cambio radical en el curso de la elección presidencial.

¿Cuánto se derrumba de la elección presidencial de 2018, comparado con el escenario conocido hace 30 días?

1.- Lo primero que cambió rumbo a 2018 fue la tendencia que priorizaba a la inseguridad y la violencia como ejes de las campañas. Hoy hasta los barones del crimen resultaron damnificados.

2.- Por ello, el tema electoral central será la reconstrucción de las zonas siniestradas y la atención a damnificados. Y también por eso los partidos pelean por la paternidad del tema del financiamiento público, porque quieren convertir la caridad en renta electoral.

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La cara de Graco ante el 19-S

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, señala que sus operadores y hasta el propio gobernador de Morelos se han quejado de la cobertura periodística por el manejo errático de la administración estatal de las aportaciones de la sociedad civil a los damnificados por el terremoto del 19-S. Graco Ramírez ha negado una y otra vez que acaparó la ayuda con fines políticos. Pero en una visita a Tlayacapan pobladores dieron muestras del rechazo hacia el mandatario del estado: “Fuera Graco, fuera Graco”, “lárgate, haz tu trabajo”, “suelta la ayuda”, “¿dónde está la ayuda?”. En medio de insultos, Ramírez destacaba que en siete días de contingencia era la segunda vez que el presidente Enrique Peña Nieto visitaba la entidad. En contraste, el jefe del Ejecutivo federal salió bien librado de suelo morelense. El problema, nos comentan, es que una parte de la población de Morelos está enardecida con sus autoridades, y el primer círculo de don Graco no se quiere percatar de la situación.

La cumbre de Los Pinos

Importantes expectativas levanta un acto que este mediodía tiene lugar en la casa presidencial. Nos cometan que poco más de 50 personas, entre funcionarios, gobernadores e importantes empresarios, abordarán el tema de la reconstrucción en los estados afectados por los sismos del 7 y 19 de septiembre. El acto estará encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto y están convocados el jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, y los gobernadores de los estados de México, Oaxaca, Puebla, Chiapas, Guerrero y Morelos. En el programa aparecen media docena de secretarios de Estado y empresarios como Carlos Slim Helú, Ricardo Salinas Pliego, Emilio Azcárraga Jean y Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial. ¿Alguna buena noticia saldrá hoy de esta reunión en Los Pinos?

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, indica que la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, encabezada por el panista Marko Cortés, estimó una duración de no menos de seis horas para la comparecencia que el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, sostendrá el próximo 5 de octubre ante el pleno.

Se prevé que los cuestionamientos estén centrados en la necesidad de integrar el multicitado fondo de reconstrucción para atender las afectaciones por los sismos, lo cual introduce una presión adicional en el de por sí complejo entorno financiero internacional.

Que en el Senado habrá una estricta vigilancia a las acciones que desplegará el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, para la reconstrucción de las zonas dañadas por el sismo, porque según el ex mandatario capitalino Alejandro Encinas, Ciudad de México es la única entidad que tiene un fondo de por lo menos mil millones de pesos para otorgar subsidios a los damnificados y no hay pretexto para no liberarlos de inmediato.

Que en la bancada senatorial priista, que encabeza Emilio Gamboa, ayer el debate se centró en los apoyos a los demás estados afectados, porque los legisladores de Chiapas, Oaxaca y otros se quejan de que la atención se focalizó en la capital y temen ser olvidados.

En Oaxaca, por cierto, el titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, se reunió con los alcaldes de Santo Domingo Petapa, Santa María Petapa, Barrio de la Soledad y Santo Domingo Ingenio, ante quienes resaltó las labores de las fuerzas armadas en la ayuda y entregó despensas y víveres.

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