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Columnistas-MarcoAntonioRoviraTorres

Aún está fresco en la memoria de muchos el recuerdo traumático de los recientes desastres que han sacudido al país. Es seguro que se trata de una experiencia que no olvidaremos fácilmente, al igual que la increíble respuesta que ha dado la nación mexicana a la tragedia.

Y es que uno se pregunta, ¿en dónde había estado ese país involucrado y participativo que decidió hacer algo por ayudar a sus compatriotas? Para varios, ese México parecía más una reliquia de los libros de historia que una realidad palpable, porque ni la enorme corrupción del gobierno, ni la desigual distribución de la riqueza, ni la falta de democracia electoral plena, ni muchas otras cosas habían logrado despertar una movilización de la sociedad civil de tal magnitud, como la que se ha visto en últimos días.

Pareciera que los recientes sismos sacudieron la conciencia ciudadana, adormecida pero latente, que hoy surge con toda su fuerza no sólo para salvar vidas y ayudar a quitar escombros, sino también para exigir cambios políticos de gran magnitud, como el que el financiamiento de los partidos sea usado para la reconstrucción nacional.

Da la triste impresión de que hacen falta este tipo de tragedias para que la sociedad decida salir de su pasividad y unirse por una causa común, que busque hacer de éste un mejor país. Pobres y ricos, gente de todas las religiones, del campo y las ciudades, personas de distintas ideologías, sector privado y sociedad civil, todos ellos han dado muestras de solidaridad que se han expresado en términos nacionalistas, desde poner la bandera mexicana en sus perfiles hasta los mensajes de apoyo aludiendo a la nación, sin olvidar ese Cielito lindo que ha sido entonado de forma desgarradora en más de un centro de acopio o en algún sitio de labores de rescate.

Todas estas expresiones confirman que la nación mexicana, aunque se trate de una construcción histórica y de una comunidad imaginada, tal como lo sostienen los teóricos del nacionalismo, es también una realidad social hoy visible.

Como si el águila se hubiera transformado en fénix, ha resurgido de sus cenizas una solidaridad y sentimiento de hermandad que hacía mucho no se veía en el país. No sólo eso, sino que el hecho de que sea la sociedad la principal protagonista de esta movilización y no el gobierno, ha generado entre el pueblo mexicano una confianza en sí mismos que parecía perdida en medio de los flagrantes insultos que se han recibido internacionalmente, así como por culpa de la bochornosa actuación de nuestra clase política y su falta de interés real por defender los intereses del pueblo.

Asumir esto no implica negar el importante apoyo internacional recibido, ni tampoco ignorar que esta tragedia ha resultado una experiencia mucho más significativa para quienes vivimos en el centro y sur de México, siendo notable cierta tendencia centralista en el tratamiento del asunto.

Tampoco debemos exagerar nuestra percepción del pueblo mexicano a partir de estos acontecimientos. El mismo pueblo que ayuda y se une para salvar vidas es el mismo que destruye el ecosistema, violenta a las mujeres, se aprovecha de la corrupción, y participa de mil maneras en conductas o prácticas que atentan contra el bienestar nacional.

Pero esta experiencia demuestra que se puede ser de otra manera, nos recuerda el inmenso valor que tiene la vida humana, sin importar condición ni clase, y nos empodera frente a una clase política corrupta y anquilosada que ha resultado ser más un estorbo que una ayuda.

Todo esto, además, a unos meses de las importantísimas elecciones presidenciales del 2018, lo que, por otro lado, tiene nerviosos a todos los partidos, quienes se han lanzado patéticamente a un concurso por ver “quién da más” en medio del desastre para conseguir votos.

Quizás ponerse de acuerdo sobre asuntos de política o economía no resulte tan sencillo como ponerse de acuerdo para salvar vidas; pero la experiencia demuestra que la unión y el cambio son posibles cuando hay voluntad en torno a un objetivo común, algo que a muchos, como a quien esto escribe, nos ha devuelto la fe en nuestro país y las esperanzas de un futuro mejor.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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