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Un país de héroes

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, señala que por si las pruebas que la naturaleza le ha puesto a México no fueran suficientes, justo 32 años después de la tragedia más grande por nosotros vivida, volvimos a ser testigos de la imponente su fuerza.

Al margen de los descerebrados que aprovecharon el caos para asaltar a quienes de manera desesperada abordaron sus vehículos para encontrarse con sus familias, una inmensa mayoría se olvidó del peligro y de los riesgos de moverse entre escombros y polvaredas, para intentar ayudar a quienes fueron víctimas de esta tragedia y de quienes crearon falsas historias de terror en las redes sociales.

En las imágenes, pudimos ver en la labor hormiga removiendo escombros a miles de albañiles, uniendo esfuerzos con estudiantes, oficinistas y ejecutivos para hacer cadenas para retirar piedra por piedra.

Entre redes sociales y medios como radio y televisión se encargaron de mostrarnos diversas imágenes con niños y adultos renaciendo de entre las piedras y la tierra.

Por primera vez en mucho tiempo, los políticos dejaron en sus despachos los colores partidistas, para anteponer la atención inmediata a la tragedia.

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La impredecible e incontrolable naturaleza

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que en una de sus primeras entrevistas como gobernador del estado, Rafal Moreno Valle aseguró contundente que a la única cosa que le tenía miedo era a la naturaleza.

“No la puedo controlar”- respondió.

El novel panista adelantaba así el tipo de régimen que ensayaría.

Mantener a raya y a como diera lugar cualquier tipo de disidencia política, mediática, social, sindical o de algún otro tipo fue la estrategia de gobierno que llevó a la práctica hasta el último minuto de su sexenio.

Cuando en el horizonte de un político con una responsabilidad concreta en el servicio púbico aparece algún desastre natural, el costo es demoledor.

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El día del terror, el día de la tragedia: crónica de mis temblores

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada en Diario Cambio, señala que me quedé pasmado.

Ni siquiera estaba a ras de suelo, pero el violento movimiento de mi camioneta fue terrorífico, como si navegara en los rápidos de algún río en su punto más caudaloso.

Conducía rumbo a una reunión en la zona de Anzures cuando, sin previo aviso, el suelo comenzó a moverse rabiosamente como si la placa de cocos recordara que en el mismo día de hace 32 años nos jodió.

¿Cuáles son las probabilidades de que un terremoto se repita en el mismo día 32 años después?

¿Las placas tectónicas tienen memoria?

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Crónica de un Temblor que nos Llenó de Miedo o de un Miedo que nos Llenó de Temblor

Mario Alberto Mejía en su columna La Quinta Columna, publicada en 24 Horas Puebla, indica que a las 11 de la mañana, la aplicación Sky Alert envió unas líneas relacionadas con la detección sísmica: “Salina Cruz, intensidad fuerte. 5”.

Recordé que era el día del simulacro para conmemorar los 32 años del terremoto que acabó con varias zonas emblemáticas de la Ciudad de México.

A las 13 horas 14 minutos 51 segundos, el piso laminado de mi casa empezó a tronar.

Tronaba como si muchos puños cerrados quisieran romperlo.

Puños furiosos.

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