Columnistas-VeronicaMastretta

Luis Carlos Ugalde sabe hacer muy bien las cuentas de lo que se gastará el año que viene en las elecciones presidenciales y anexas . Sus cuentas no solo contabilizan el dinero del erario etiquetado para la organización de toda la elección por parte del INE , 12 500 millones de pesos, sino lo que se les dará a los partidos para que a su vez lo gasten en las campañas y promoción de sus candidatos, otros 12, 500 millones en números redondos. Hay que tomar en cuenta que los partidos reciben de manera gratuita las pautas en radio y televisión, pautas que antes tenían que pagar y ahora se ahorran. Por eso 24 mil millones de pesos tendría que ser el gasto total de la elección de los más de tres mil cargos a elegir en 2018, incluidos el de presidente de la república, 120 senadores, 500 diputados , 9 gobernadores y los congresos locales y cabildos municipales de todo el pais.

Luis Carlos Ugalde señala que Los OPLE , organismos públicos electorales estatales ya salen sobrando, pues los estados supuestamente no debieran organizar ya las elecciones locales , pues las modificaciones a la ley electoral se hicieron entre otras cosas para acotar la poderosa influencia de los gobernadores en turno en los procesos, cosa que no ha sucedido; se sigue entregando dinero público a los estados para ese rubro y los gobernadores siguen metiendo sus cucharas, las manos y los pies en los procesos. De ese dinero encontré cifras del año pasado: solo las mini gobernaturas de Puebla y Veracruz costaron en 2016 , en Veracruz 1,153 millones de pesos y en Puebla, para elegir un único cargo, el de gobernador, 658 millones de pesos. El próximo año, sumados los gastos de los OPLE de todos los estados, el costo conservador adicional de dinero público estará arriba de los 15 mil millones de pesos. Gran total de cerca de 40 mil millones de pesos.

Hasta ahí la cuenta del dinero oficial. Pero hay otro dinero, el invisible y secreto, el que no se contabiliza , y ese, según Ugalde, anda alrededor de 80 mil millones de pesos adicionales. Así como lo lee, lo oyeron mis espantados oídos, que ya se asustan ante pocas cosas. Esta cifra es una de esas. Mucho de ese dinero viene de patrocinadores privados que supuestamente y según la ley electoral tienen un límite para que no se vuelvan el factor determinante que defina una elección. En realidad ese dinero es casi imposible de medir por parte de INE porque llega a las campañas disfrazado de tantas maneras y por tantos vericuetos que sus huellas se pierden en un lodazal. Vales de gasolina, entrevistas a modo en los medios, regalos para los votantes, espectaculares que anuncian libros invendibles, dinero en efectivo o el esquema de mordidas que la empresa constructora brasileña Odebrecht practicó en America latina y cuyas huellas ya empezaron a aparecer también en México. El esquema es “te ayudo en tu elección y luego me das obra o favores y ahí me recupero”.

La otra parte del dinero oculto sí nos cuesta de manera indirecta a todos porque viene del desvío de recursos de los gobiernos estatales, de los municipios, de las aún existentes delegaciones de la Ciudad de México y del gobierno federal.

Oí el dato de que en la ultima elección federal un partido repartió doce millones de licuadoras y otro 15 millones de sombrillas. Así como lo lee, lo oí contado por dos amigos expanistas : platicaban que un señor les había ofrecido sus servicios como operador electoral a estas nobles almas que ya desertaron del PAN por también nobles razones. El señor, con cartas credenciales de años de experiencia en el PRI, explicaba con absoluta seriedad que no sería posible ganar ni una junta auxiliar sin licuadoras,mochilas, sombrillas, y solo le faltó poner en el menú juguetes eróticos.

Yo en ese momento me multipliqué por cero para que mis amigos hablaran con confianza de sus intimidades. Todo el asunto de las obscuras licuadoras me pareció más privado que una sifilis.

Ahí andan , ya desde ahorita, circulando los 80 mil millones o más a los que Ugalde hizo referencia en la entrevista que escuché. Esas son hoy las reglas del juego fácticas en nuestras elecciones por venir. Sin licuadoras, sombrillas y demás aditivos, dificilmente una candidatura flotará por sí misma.

Existen excepciones: cuando la ciudadanía silenciosa se vuelca hacia una candidatura que entusiasma y anima tanto a los votantes que los saca a votar muy por arriba del 50 por ciento del padrón. Ese fue el fenómeno inesperado que Gabriel Hinojosa generó en la ciudad de Puebla en 1996, en la elección intermedia durante el gobierno de Manuel Bartlett cuando aun era priísta y debido a su fama de excelente alquimista de las urnas se le consideraba invencible en la arena electoral. Gabriel ganó al PRI el primer gobierno municipal de alternancia de la ciudad de Puebla invitado “amablemente” por el PAN como candidato externo porque ante Bartlett daban la plaza absolutamente por perdida. No fue por demócratas. Mejor que se desgastara un incauto candidato ciudadano. No lo vieron venir. Priistas inconformes con Bartlett se cruzaron de brazos y Gabriel hizo una campaña a pie ayudado por cientos de voluntarios. Ganó a puro pulmón, sin sombrillas,sin licuadoras y sin dinero.

¿No les parece una costumbre cafre la cifra del dinero que corre debajo de la mesa?

Realmente es un delito, impune como tantas cosas en Mexico.

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