Industrializar composta para reducir basura e impulsar el campo, plantean. Foto: Especial.

En México se recolectan 29 millones de toneladas de basura al año, de ellas, el 25 por ciento es de frutas y vegetales, que podrían generar 6.6 millones de toneladas de composta para destinarla al campo como abono económico y ecológico.

De esta manera habría menos basura en las calles que, si bien por ser orgánica es la que se degrada más fácilmente, en temporada de lluvias como la actual tapa drenajes, alcantarillas y causa inundaciones de la misma forma que la inorgánica, señaló el agroecólogo Miguel Ángel Damián Huato.

Entrevistado por Ángulo 7 tras su ponencia en el Foro Metropolitano de Puebla, consideró que además de los beneficios mencionados, con la industrialización de la composta también se generaría al menos un millón de empleos directos e indirectos a nivel nacional.

Esto debido al proceso de producción, que implica la separación de los residuos, la elaboración de la composta y su empaque, más el transporte y su posterior comercialización.

Con esto se recuperaría una de las prácticas campesinas que está por desaparecer, pero –aseguró- es necesaria: aplicar abono natural.

Remplazo del estiércol

En el pasado, explicó, los agricultores ocupaban burros y caballos para transportarse, así como mulas para jalar el arado, quienes a su vez producían estiércol que era usado como fertilizante natural en las cosechas.

Con el paso del tiempo, dijo, los animales de carga fueron remplazados por camionetas, y el arado, por tractores, con lo cual dejó de aplicarse el estiércol y únicamente se empezó a aplicar fertilizantes artificiales.

Sin embargo, Damián Huato advirtió que el uso exclusivo y excesivo de agroquímicos puede provocar enfermedades, tanto a productores, consumidores y a la tierra.

De ahí la importancia del abono natural, que actúa también como “defensor” de la cosecha ante los efectos negativos de los químicos.

A falta de estiércol, la alternativa es la composta, pero por el tiempo y dedicación que requiere su elaboración, el también autor del libro “Utopística agroecológica” planteó que se industrialice.

Plantar milpa en lugar de árboles

Para ello, sería necesario que los gobiernos impulsen políticas públicas u opciones de financiamiento para pequeños productores, a fin de que amplíen el negocio, pues estimó que sí habría demanda, ya que los campesinos saben de la importancia de un abono natural.

En su ponencia “Agroecología en la zona metropolitana de Puebla”, el especialista lanzó la propuesta de plantar milpa en parcelas de diversos puntos de la ciudad en lugar de árboles.

Lo anterior porque la milpa tiene 90 por ciento de posibilidades de crecer, madura a los pocos meses, produce maíz que se puede vender y, con ello, se crearían empleos, lo cual no ocurre con los árboles que son plantados para reforestar.

Además –sostuvo el investigador- las milpas también sirven para recolectar agua, limpiar el aire y capturar carbono, es decir, las mismas funciones que un árbol, pero con beneficios a corto plazo y con la opción de generar ingresos económicos.