Con la eliminación de candados y las modificaciones ad hoc para que el grupo político de Peña Nieto pueda seguir detentando el poder, la proclamación de José Antonio Meade y Aurelio Nuño Mayer al final de la Asamblea 22 del PRI, parece una realidad que no tiene vuelta atrás. Tal vez la salida un tanto abrupta de Miguel Ángel Osorio Chong, sea la primera muestra del decantamiento natural de los grupos en torno a la Presidencia de la República.

Ochoa Reza le cumplió al presidente, le cumplió al grupo Atlacomulco, le cumplió a Videgaray, le cumplió a quienes ven en el PRI la oportunidad de lanzar una nueva y fortalecida plataforma que pueda hacer frente a la oposición representada por Andrés Manuel Lopez Obrador, quien sigue recibiendo adhesiones de ex perredistas y ahora las tendrá mucho más de ex priístas.

El modelo neoliberal mexicano tiene ya otras cartas sobre la mesa para llegar a Los Pinos, Ricardo Anaya por el PAN, Meade y Nuño se suman a la opción, y en un descuido, hasta ex priístas vergonzosos como Rafael Moreno Valle podrían ser aceptados, pues “ya no hay candados”.

En esta versión del siglo XXI de la política mexicana quedará fortalecido el sistema donde los líderes de las cámaras y los gobernadores tendrán más poder y peso. Y en ese escenario es que Puebla está en la mira de algunos.

Si José Antonio Meade fuera el candidato, su presencia ayudaría a dividir las filas del panismo, sumaría a quienes están en desacuerdo con Anaya; la estructura practicada en el Estado de México, serviría como anillo al dedo a los intereses del PRI y gobernadores o exgobernadores afines, del segundo círculo político, pero del primero en intereses económicos, del Grupo Atlacomulco, como Rafael Moreno Valle en Puebla, aportarían una buena parte de recursos, estructura y experiencia para hacer ganar a Meade contra López Obrador.

En esa lógica el presidente Peña debe estarse preguntando qué hacer con el otro favorito, perdedor en ese escenario. Aurelio Nuño Mayer ya ha sido presentado en la sociedad política de Puebla, ya hay trabajo subterráneo. Para nadie resultó extraña la aparición de Jaime Alcántara junto a Nuño al final de la Asamblea.

Con Meade buscando Los Pinos y Nuño Casa Puebla, el morenovallismo tendría una oportunidad seria de conservar varios municipios, la capital principalmente, donde Luis Banck podría encabezar las encuestas y los momios; algunas diputaciones locales y federales y con ello aumentar la presencia para pretender dirigir el senado en la persona del e gobernador.

Pareciera una locura, pero es una posibilidad que se viene platicando, cabildeando entre varios grupos nacionales y locales para permitir terminar con los cacicazgos tricolores regionalistas dentro de una estrategia de que los viejos modelos, los viejos operadores y operadoras, tienen mucha cola que les pisen, y se necesita gente nueva, fresca, neoliberal en lo económico, interesada no sólo en servir, también en servirse y no quedar fuera del reparto.

O sea, como en el viejo PRI, pero con apellidos y caras nuevas.

Si así fueran las decisiones, el priísmo poblano tendría que reorganizarse y hacer valer los acuerdos del pasado, esos donde a los pre candidatos presidenciales tendrían cartas, y una de esas cartas seguramente será Puebla en la persona de quien viene barriendo despacio y quitándose la presencia de los caciques locales hoy más interesados en el servicio exterior.

O por lo menos, así me lo parece.

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Video en: https://youtu.be/EMmq2FBl-JY

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