En la última semana de julio, el Movimiento Antorchista Nacional realizó su “Primer Festival de Teatro Víctor Puebla”, en la ciudad de Puebla, en honor a un hombre bueno, gran artista y genial director de teatro, que murió el 21 de julio de 2007. Diez años hace ya que una terrible e incurable enfermedad nos lo arrebató definitivamente, y jamás lo volveremos a ver dirigiendo una puesta en escena, brillando en los escenarios o escribiendo su columna periodística semanal.

El festival fue un éxito absoluto: cerca de 10 mil poblanos y gente de otras partes del país disfrutaron, durante cuatro días y en cinco foros, de las seis puestas en escena preparadas fraternalmente por las mejores compañías de teatro de Antorcha que son suma y síntesis del gran trabajo que en vida realizó el Maestro Víctor Puebla y que nuestra organización siguió desarrollando. El Teatro de la Ciudad, el histórico Teatro Principal, El Alero de la 2 Poniente, el Zócalo de la ciudad y el majestuoso y colosal Complejo Cultural Universitario tuvieron llenos totales durante las 10 presentaciones de teatro y eventos culturales del festival.

Durante los cuatro días, la gente se agolpó en las entradas para no perderse esta fiesta del arte y poder disfrutar de los 150 bailarines, 30 músicos y 60 actores profesionales en escena, que nos hicieron reír, llorar y, sobre todo, reflexionar sobre política con Edipo Rey, de Sófocles; La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca; Divertimento poblano y La poblanía de los Ángeles ambas escritas por Víctor Puebla y Marko Castillo, y, finalmente, Mexicanerías y Chava ese chavo o lo que salvó Salvador de Víctor Puebla.

El “Primer Festival de Teatro Víctor Puebla” se ganó, lo creo firmemente, desde su nacimiento, un muy buen lugar entre los festivales de teatro del país. No sólo por la cantidad de público asistente, que es ya un primer indicador del éxito de cualquier evento cultural, sino por la calidad de las puestas en escena y de las ideas expresadas sobre el escenario. Gracias a los actores, a los directores, a los técnicos y apoyos de cada obra, a los trabajadores y responsables de los teatros y foros, gracias a quienes acudieron al teatro porque sin ellos el festival sería nada, pero, sobre todo, gracias a la Comisión Nacional Cultural de nuestra organización, que dirigen acertadamente el Ing. Juan Manuel Celis Aguirre y la Doctora Soraya Córdova, que tuvo el acierto de poner en pie uno de los festivales que harán historia en el país. Para todos nosotros, se trató de una bocanada de aire fresco y felicidad, en un mundo diseñado para atomizar y nulificar a la gente gracias al extenuante trabajo y la pobreza, calamidades del capital que acortan los horizontes del hombre. Vamos avanzando. Vamos educando. Y el feliz resultado es que a la gente le parece correcto: por eso asistió al teatro. Y ésa es la gran lección que nos deja este festival y lo que le da su carácter excepcional.

Dicho esto, quiero aún decir algunas palabras sobre Víctor Puebla. Entre los antorchistas, y entre mucha gente que lo conoció en su actividad teatral en esta ciudad, el maestro Víctor Manuel Torres Jiménez, más conocido como Víctor Puebla, se ganó pleno derecho a la inmortalidad: a 10 años de su partida, aún tenemos fresco el recuerdo de las graciosas y patrióticas tamaleras de la obra La poblanía de los Ángeles; aún nos acordamos de la sin par Pachita, portera de la vecindad, de la obra Chava ese chavo o lo que salvó Salvador; de los ángeles Miguel y Gabriel, fundadores de la capital del estado, en Divertimento poblano; y cómo no recordar las aventuras de la queridísima y entrañable Torchita Luchona, protagonista de la columna periodística del maestro Víctor Puebla, a quien cada semana buscábamos y leíamos en las páginas de la revista buzos de noticia.

Hace 10 años, el maestro Aquiles Córdova Morán, secretario General del Movimiento Antorchista, escribió: “Se dice, y yo creo que es cierto, que la única inmortalidad posible a que puede aspirar un hombre es su permanencia eterna en el recuerdo de quienes lo conocieron y amaron; que un hombre sólo muere del todo cuando lo cubre en forma definitiva, como pesada lápida que ya nadie puede remover jamás, el olvido absoluto de sus contemporáneos y de las generaciones venideras. Si esto es cierto, Víctor Puebla ha conquistado de pleno derecho la inmortalidad; vivirá mientras quede vivo uno solo de los antorchistas a quienes consagró su vida”.

Hoy, como un homenaje público a uno de los creadores más reconocidos y respetados en el medio cultural poblano, el Movimiento Antorchista Nacional y su Comisión Nacional Cultural organizaron el Primer Festival de Teatro “Víctor Puebla”. Le rendimos un merecido y quizá humilde homenaje a un gigante del arte antorchista, a un gigante del teatro poblano y a un hombre pleno que supo entregar su vida a la causa más noble que un ser humano puede abrazar: la liberación del hombre de todas sus cadenas, materiales e intelectuales.

Víctor Puebla fue un artista extraordinario, un hombre fuera de serie, que hizo teatro para el pueblo, montando obras de los grandes dramaturgos de la humanidad, de los genios de las letras universales y llevándolas a grandes foros y también a los foros más humildes, para que los campesinos, amas de casa, estudiantes pobres y obreros, las pudieran conocer y disfrutar.

“Nosotros creemos que lo más importante es la educación de la gente, la concientización de la gente, el que la gente despierte, abra los ojos y se dé cuenta que una vida mejor es posible, pero que esa vida mejor no la va a poder alcanzar si no se organiza y lucha, que nadie se la va a dar gratis. Y hemos sostenido y persistido en que en esa tarea mucho ayuda el trabajo cultural. Los antorchistas creemos firmemente que el arte es una poderosa arma transformadora del hombre, de su conciencia, de su sensibilidad y de su voluntad, haciéndolo un hombre mejor, con sentimientos y pensamientos más elevados; transformándolo en un hombre nuevo, más solidario, tolerante e inteligente y, por lo tanto, más capacitado para convivir con sus semejantes y tener así una vida más plena. Ése es el gran efecto que tiene sobre los hombres el arte y, por eso, precisamente, Antorcha no puede prescindir del arte como herramienta de transformación de los seres humanos”, afirmó nuestro Secretario General hace algún tiempo y Víctor Puebla coincidió con ello plenamente.

Por eso se decidió a entregar su vida a crear arte en las filas de nuestra organización, a montar puestas en escena pensadas para representarse en las comunidades más alejadas de las metrópolis o en las colonias de las goteras de las ciudades. A visitar los rincones más inhóspitos de la geografía mexicana para llevar teatro a los campesinos. A viajar, con su grupo de teatro, durante días o semanas para acudir a una presentación ante los obreros o las amas de casa en los estados más alejados del centro del país. Víctor Puebla viajó a todos los estados de la república mexicana para buscar a su público entre los más humildes de los mexicanos, entre los más desprotegidos, entre los más hambrientos de arte y cultura, y entre aquellos a quienes en la práctica se les niega el acceso a los grandes foros y teatros. Miles de antorchistas pobres, hoy le agradecen haber conocido el valor estético y político de las obras del dramaturgo francés Jean-Baptiste Poquelin “Molière”, del inglés William Shakespeare, del español y genio universal de las letras Miguel de Cervantes Saavedra, del alemán Schiller o de los trágicos griegos, Esquilo, Sófocles y Eurípides, que aún hoy, después de cientos de años, nos siguen educando con sus tragedias y nos siguen mostrando los errores de la sociedad individualista, egoísta y dividida en clases sociales.

Todos estos méritos tuvo el maestro Víctor Puebla y, por todo ello, los antorchistas, y todos los hombres buenos de México que lo conocieron y que en el futuro conocerán su obra, lo recordamos, lo admiramos, lo seguimos y lo homenajeamos. La semilla artística que sembró está dando ya los primeros frutos: sus alumnos son ahora los grandes actores y directores de teatro que vimos en los escenarios poblanos durante este festival. Para todos ellos, mi reconocimiento, cariño y admiración plenas, porque su trabajo es fundamental para los objetivos que nos hemos impuesto y que la realidad nos está exigiendo.En honor al teatro de multitudes, a este gran ser humano, el Movimiento Antorchista Nacional se compromete a que con este festival de teatro que lleva su nombre, en adelante miles de mexicanos conocerán las ideas y el teatro de masas de un gran artista y hombre bueno que, en vida, fue conocido como Víctor Puebla o, sencillamente, como El Divo de Puebla. ¡Muchas gracias, Víctor Puebla, por todo lo que nos dejaste!

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