“A largo plazo, todos estaremos muertos”,

Jaime García Barrera, citando a John Maynard Keynes.

Todo está patas arriba. Basta con voltear la cabeza para darse cuenta de que las cosas no son como las pintan. Los resultados que al inicio de la administración de Peña Nieto se anunciaran para el sector educativo y que se pretenderían lograr mediante la reforma educativa, se posponen. Las metas se trastocan. Nuño señala que la concreción de los programas, los objetivos y las metas, se alcanzarían en el largo plazo, cuando las condiciones habrán cambiado y quienes prometieran una panacea educativa, se encuentren marginados de la toma de decisiones políticas y de la rendición de cuentas a las que se encuentran obligados.

La mejora –real- de la calidad educativa queda para después, no obstante, es la efervescencia política que se manifiesta en cada uno de los actos que personifica Nuño Mayer. Escenificaciones utilitarias del encargado del despacho educativo, que evidencian la generación “cuasi espontánea” de proyectos educativos, apostados al servicio de la construcción de una candidatura presidencial. Sucede de la misma manera con las alianzas. Alianzas que privilegian entuertos con quienes, como Mexicanos Primero AC. satanizaran -y sin distingos- lo mismo a maestras y maestros de banquillo que, a los líderes sindicales de las fracciones mayoritarias del gremio magisterial; que la que se teje con la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), quienes hoy piden la permanencia transexenal de una reforma educativa a la que se opusieran previamente, amenazando con la quema de libros de texto gratuito, por incluir cuestiones de “ideología género”, como preveían se haría en los nuevos planes y programas de estudio. Alianzas que permiten cohesionar a suspirantes a la titularidad del ejecutivo federal, a través de la “estrategia” -para Narro-, “programa” –para Nuño- “Salud en tu Escuela”. Mediante ésta última se pretendería, prevenir adicciones y embarazos, enfermedades, combatir la violencia y el acoso escolar, evitar la obesidad infantil y consecuentemente disminuir la diabetes, fortalecer la activación física y la venta de alimentos saludables en las cooperativas escolares. Todo ello recurriendo a la buena voluntad de estudiantes y prestadores de servicio social, quienes, de hacerlo, prestarían sus servicios en consultorios improvisados en mil 700 planteles de 11 entidades, sin contar con un salario y sin los recursos necesarios para mantener una estrategia indispensable para la salud física y emocional de niños, niñas y adolescentes. Alianzas corporativas con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), a pesar de la mentada recuperación de la rectoría de la educación, mediante la que se arrancarían privilegios como la bilateralidad, la venta y/o la herencia de plazas, la participación en la estructura organizacional de la dependencia, a las organizaciones gremiales, pero que, a más de las loas a Juan Díaz de la Torre, mantiene a las autoridades como recaudadores de las cuotas sindicales; cuotas que se entregan como entero al Sindicato y proveedores de recursos ilegales entregados al SNTE, por casi dos mil millones de pesos. De buenas intenciones y tragones están llenos los panteones.

Para la foto y la escenografía. “Las Estrategias Nacional de Inglés para la Educación Básica Obligatoria y para el Fortalecimiento y Transformación de las Escuelas Normales en todo el país”, planteadas por Nuño para hacerse efectivas en 20 años, la primera y si bien va, en 5 años las segunda (siempre y cuando los expertos que transformarían planes y programas de las escuelas Normales se pusieran de acuerdo), van de la mano. Y van de la mano, de acuerdo a las estrategias planteadas que considerarían que para educar a más de 25 millones de niñas, niños y adolescentes se requerirían, de acuerdo a sus estimaciones, más de 180 mil docentes que egresarían, en su momento, de las instituciones formadoras de docentes. Empero, a pesar de la asesoría y los amarres anunciados por Nuño con la Universidad de Cambridge, la SEP estaría contratando a 1 000 profesionistas que dominasen el idioma inglés, para improvisarlos como formadores de docentes de esta asignatura, mediante convocatoria que se daría a conocer en agosto del 2017. Quienes fuesen seleccionados iniciarían labores, en las escuelas normales, en agosto del 2018.

Planteada como equitativa, incluyente y justa, la estrategia para la enseñanza de la lengua inglesa, ignoraría que estas premisas debiesen aplicarse, en primera instancia, a quienes marginados del sistema educativo regular, asisten a escuelas improvisadas, sin servicios de infraestructura requeridos y sin contar, en una de cada dos escuelas, con el personal docente indispensable, pero requieren una instrucción que les pusiera en igualdad de circunstancias que sus pares citadinos. Abatiría el rezago escolar -estimado en 5 millones de personas- tan sólo 2.8 millones menos que los analfabetas que existían en el país al iniciarse la revolución mexicana y destinaría, en el presupuesto regular anual, los recursos mínimos indispensables para que cada una de las 200 mil escuelas que integran el padrón de planteles, funcionara acorde a la normalidad mínima escolar determinada por la dependencia educativa al margen de un programa de infraestructura que la administración aplica por única vez, comprometiendo recursos del Fondo de Aportaciones Múltiples (FAM) de las entidades de la república, al pago de una deuda bursátil durante veinte años.

Pero como “A largo plazo, todos estaremos muertos” y como el prometer no empobrece, pero sí, el dar es lo que aniquila, Nuño podría estar tranquilo. Pensaría que aunque lento, ya presentó un modelo educativo al que tacha de ser innovador aunque su concreción, dependa de la voluntad política de quienes ejerzan las tres próximas administraciones. Por él no quedaría, salvo que la patria y los ciudadanos se lo demanden y se convierta en el nuevo titular del ejecutivo federal. Todo es cuestión de política.

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