En el imaginario de los allegados al encargado del despacho educativo, se afianza la confianza. Estiman que van bien y sienten que se reponen de tropiezo, que significara el enfrentamiento con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y la marginación de su jefe, en la negociación entre esa organización y los representantes de la Secretaría de Gobernación. Estiman que Nuño se consolida y que nadie, salvo una revuelta de grandes proporciones encabezada por grupos afines a Beltrones en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), los detendría para alcanzar la postulación de su organización, ganar la contienda por la presidencia de la república y despachar en los Pinos, a partir del 1 de diciembre del 2018.

Las señales que lo ponen tras los reflectores mediáticos –consideran- serían muchas y entre ellas destacarían el triunfo sobre la CNTE, así como la presentación de las Estrategia de equidad e inclusión, Nacional de Inglés y de Fortalecimiento y Transformación de las Escuelas Normales. Finalmente, Nuño, su jefe, habría logrado que 11 mil docentes de Chiapas, Oaxaca y Michoacán (el 96 por ciento de los convocados), sustentaran la evaluación de permanencia, en entidades en las que habría “mayor oposición a la reforma educativa”. No importaría que los examinados representen menos del 4 por ciento del personal docente en esas localidades -porcentaje inferior- en más de un 11% al promedio nacional de maestras y maestros (15 por ciento) que se han evaluado. Incumbiría en cambio, su persistencia al minar –supuestamente-, la influencia de la Coordinadora y asignar las promociones “con base al mérito”, así se generen conflictos sociales en las escuelas. La carrera de Nuño –insistirían- “va bien”. Descollaría en ésta nueva etapa –resaltan- el trato afable y conciliador que Nuño adopta cuando se refiere a maestras y maestros, aunque presuman firmeza en la consecución de los objetivos de la reforma educativa, señal de que aún no arría bandera.

Discurrirían sobre lo bien que se ve cuando pronuncia un discurso y resaltarían que sabe bien la tonada. Hasta videos con muñequitos presenta. Que prometa, aún cuando no cumpla. Total -justificarían- al fin y al cabo, él ya no estará y ellos tampoco. Si –reflexionarían- hasta en la Unión Soviética y en la naciones de economía central planificada, se fijaban objetivos, metas y estrategias de corto, mediano y largo plazo. Nuño también tendría una “licencia” para plantear que sus promesas se cumplirán tras 20, 30 o 40 años de ejercicio. Que prometa, que se alíe con Narro. Que singularice Nuño sobre un programa La Salud en tu Escuela, (aunque para Narro se trate sólo de una estrategia), que se abordaría en menos del 1 por ciento de los planteles de algunas entidades. Que los incrédulos, vayan plantel por plantel verificando el cumplimiento. Pasaría lo mismo con el programa La Cultura en tu Escuela y con los nuevos planes y programas de educación básica y los de media superior, que podrían ser valorados a partir del ciclo escolar 2018-2019. Empero, inventarían para sus adentros, la gente quiere a Nuño y por eso perdona sus incumplimientos.

“Las nuevas estrategias venden” reflexionarían gozosos. Las adoptaría a tiempo y su sucesor en la Secretaría de Educación Pública -un incondicional de Nuño- sería el encargado de cumplimentarlas y si no quedaran, adoptaría cualquier justificación que la sociedad creería. Las promesas previas demostrarían que no quedaría de otra o la beben o la derraman -pensarían-.

Empero, los ingenuos suspirantes, considerarían que la estrategia de Niño funcionaría a largo plazo. Se valdría soñar y pensar que en 20 años, todos los egresados y egresadas del sistema educativo nacional, hablarían “correctamente” el idioma ingles, el español y cualesquiera de los 207 idiomas propios de los pueblos originarios de México, cuestión que generaría, que mexicanos y mexicanas se integraran, de acuerdo a ésta versión idílica, al primer mundo. Que compitiesen en igualdad de circunstancias con cualquier norteamericano o norteamericana, como si esto les permitiese contender por más y mejores salarios en un mundo globalizado, ignorando que los cientos de miles de mexicanos y mexicanas que viven en Estados Unidos, “ganan” más que los que radican y trabajan en México, pero menos de lo que percibe cualquier “competidor” de otro grupo étnico y aún así, no les alcanza para vivir decorosamente. Los mexicanos y las mexicanas se tornarían “gringos y gringas”, olvidarían “costumbres y tradiciones”, se aculturarían y adoptarían los valores propios de quienes viven allende la frontera del Rio Bravo. No importando que Trump promueva el proteccionismo de la economía norteamericana -en contra de la global invocada por Nuño-, rechace a las y los migrantes morenitos, levante muros, promueva el odio y el racismo por parte de descendientes sajones, en contra de mexicanos y mexicanas.

Para lograr su fin, Nuño emprendería tardíamente, la reforma de los planes y programas de estudio de las escuelas normales. No la requeriría para perseguir y conculcar los derechos laborales, mediante la evaluación del desempeño de maestras y maestros, ni para trazar la ruta correcta que demandaría cualquier reforma educativa consensuada con quienes deben aplicarla -incluida la emprendida por el devaluado Peña-. La pretendería, para dar rienda suelta a un sueño globalizador que supone comparten todos y todas las connacionales. Responde a las necesidades del capital internacional y de los organismos internacionales beneficiarios de las reformas estructurales, quienes requieren mano de obra calificada que comparta su ideología. Y pretende lograrlo, a través de la formación inicial de maestros y maestras, alineando los requerimientos de los docentes en ciernes, con lo que tendrían que enseñar en las aulas cuando egresen de sus instituciones y se incorporen al servicio profesional docente. Nuño vende cuentas de colores y espejitos a cambio de una candidatura alentada por sus colaboradores.

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