Muchos coinciden con quienes apuntan que el país vive bajo un ambiente de simulación y mentira, en todos los ámbitos de la vida diaria y que el sector educativo, no sería la excepción. La percepción de la “ciudadanía” se identifica con el juego de la pirinola, en la que la gires como la gires, el resultado siempre parecería ser el mismo: todos en el gobierno (federal y local) simulan y todos mienten. La reforma educativa de Peña, generada por el entonces secretario de la presidencia, con la coautoría de Ochoa Reza, no está exenta de los atributos señalados; simulación y mentira. Cierto que México requería de un cambio en materia educativa, aunque éste, bajo la óptica de la administración precedente, se gestaría al amparo de la Reforma Integral de la Educación, por cierto, inacabada.

Empero, la administración de Peña Nieto habría apostado por la transformación y la modernización del país, a instancias de lo demandado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Mundial (BM) y empresas multinacionales, cuestión que implicaría, como lo fuera en 2013, la adopción de “reformas estructurales” (entre las que destacaría la educativa) y la entrega de los bienes de la nación a particulares nacionales y extranjeros. En materia educativa, la OCDE habría resaltado, por diferentes medios, los malos resultados que niños, niñas y adolescentes, obtienen en evaluaciones nacionales e internacionales, la inversión pública “fallida” destinada a la educación -equiparada al promedio de la realizada por países desarrollados- y la influencia desproporcionada que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y Elba Esther Gordillo Morales tendría, y de quien señalarían, se opondría a cualquier reforma y transformación del sistema educativo lo mismo, que al quebrantamiento de los derechos laborales adquiridos por los trabajadores de la educación.

Al amparo de las presiones internas y externas, Peña Nieto pretendería dar un giro radical en materia educativa. Encarcelaría oficiosamente a la expresidenta vitalicia del SNTE, firmaría con tres partidos políticos un Pacto por México (acuerdo que daría paso a las reformas estructurales), modificaría los artículos 3º y 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, abriendo paso a la creación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa y el Servicio Profesional Docente, sin considerar en primera instancia, opiniones de los expertos en materia educativa, la de los padres y madres de familia y las de los propios afectados (por el quebrantamiento de sus derechos laborales): maestras y maestros. Sin embargo, Peña pregonaría que la reforma educativa, creada por un pacto cupular, gozaría del respaldo popular, aunque la oposición de mentores de varias partes del país, muestren de diversa manera, el repudio a medidas adoptadas por no tomar en cuenta sus opiniones pedagógicas y el respeto a sus derechos laborales. Éstos últimos fundamentales, por ser los mentores quienes tendrán que operarla en las aulas.

Simulan, pues los documentos ya habrían sido elaborados previamente. La realización de “18 foros consulta regionales sobre el modelo educativo vigente”, en los que participarían, más de 28 mil personas, quienes entregarían “cerca de 15, 000 documentos con propuestas”, cuyo resultado se habría concretado -por parte de la Secretaría de Educación Pública-, en la propuesta de un nuevo modelo educativo, integrado por tres documentos: Carta sobre los Fines de la Educación en el Siglo XXI, Modelo Educativo 2016 y Propuesta Curricular para la Educación Obligatoria 2016. En la presentación del Modelo Educativo para la Educación Obligatoria, Educar para la libertad y la creatividad, publicado el 28 de junio del 2017 en el Diario Oficial de la Federación, Nuño enfatizaría que tras el análisis preliminar se realizarían, 15 foros nacionales con más ” de 1,000 representantes de distintos sectores”, incluidos uno con miembros de la CONAGO, Senadores, INEE, entre otros; más de 200 foros estatales realizados en las 32 entidades con “casi 50,000 asistentes“, discusiones con los Consejos Técnicos Escolares (17,400 colectivos docentes) y la consulta en línea “con más de 1.8 millones de visitas” que presuntamente realizarían más de 50 mil particiones. El resultado de los foros se resumiría en momentos de pasarela para el lucimiento personal de Nuño, según darían testimonio medios de comunicación electrónicos y redes sociales; lecturas de documentos en las que cada uno de los ponentes agraciados por las autoridades locales y federales, contó con 5 minutos, sin discusión alguna y lecturas resumidas de documentos entregados por las supervisiones escolares a los consejos técnicos escolares. Simulación en todas las esferas.

Uno por uno, los diferentes apartados dan fe de las simulaciones en las que incurren las autoridades educativas. Aún no entra en operación el nuevo modelo educativo y muchos docentes -el 20 por ciento del total- ya habrían sido evaluados, entre 2015 y noviembre del presente año, según estimaciones de las autoridades, sobre una materia de trabajo que podría ser, pero que aún no es y por ésta razón, quienes fueron convocados y no se presentaron a la evaluación de permanencia, fueron despedidos. La educación básica, a pesar de ser por definición un sistema de educación integrado, sigue funcionado como si se tratara de niveles independientes (preescolar, primaria, secundaria), ambivalencia que genera la propuesta de gradualidad entre niveles educativos y articulación de conocimientos entre ellos. Los cinco ejes en los que se basaría “la reorganización del sistema educativo” para que “niñas, niños y jóvenes de nuestro país desarrollen su potencial para ser exitosos en el siglo XXI” (el planteamiento curricular, la Escuela al Centro del Sistema Educativo, la formación y desarrollo profesional docente, la inclusión y equidad y la gobernanza del sistema educativo), merecerán un trato por separado. En tanto que Nuño, simula, presume y va por el mundo, enarbolando una bandera en cuyo centro, cacarea un interés por la calidad de la educación que el Estado brinde a niños, niñas y adolescentes, mientras se perfila rumbo al proceso electoral de 2018 como el suspirante consentido de Peña Nieto.

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